20 de marzo de 2014

1303- LOS MONASTERIOS ESPAÑOLES.

Monasterio de Suso (siglo VI) San Millán de la Cogolla. (La Rioja)
Ninguno de los primeros monasterios españoles ha llegado a nuestros días. Se erigieron en el siglo IV y eran humildes, construcciones levantadas al amparo de santuarios o de enterramientos de mártires ilustres. La palabra monasterio se lee por primera vez en una carta del año 398 dirigida por San Agustín al abad del Monasterio de Cabrera. Monasterios casi trogloditas, algunos emplazados en auténticas cuevas donde los eremitas preferían vivir alejados del mundanal ruido. En esa primera época, los ermitaños aprovechaban oquedades de montaña que excavaban a fin de ampliar el espacio disponible. Aprovechando el natural desnivel del terreno solían construir en dos niveles, dedicando la parte baja a la oración y la superior a habitaciones. 

En el siglo VI, con la llegada de los visigodos y su cristianización, cambian los usos y costumbres de esos primeros monasterios que, de aquella vida ermitaña, pasan ahora a la comunitaria. Finalizan pues las costumbres eremíticas y comienza la vida más agradecida de vivir en comunidad. Sin embargo se mantiene su preferencia por el medio rural, apartados del ajetreo ciudadano y especialmente de la decadencia de las ciudades romanas de la época. 
Con el crecimiento fueron necesarias unas reglas que permitieran una cierta organización. Esta reglas se leían en la Sala Capitular y con ellas se iban marcando las diferentes conductas a seguir, tanto para el trabajo, como para el vestuario, comidas, etc.

Monje trabajando en el monte.
Varios personajes, hoy considerados Santos, contribuyeron al establecimiento de dichas normas: San Agustín, San Benito, San Braulio, San Basilio, San Bruno, etc., etc. 
Cada orden está fundamentada sobre las reglas que dan nombre a la misma y que son establecidas por el fundador pero todas ellas tienen en común el voto de pobreza y trabajo comunitario, lo que redunda en el esplendor del monasterio que representan. 
Aunque se reparten por toda la geografía, la gran mayoría de monasterios se extienden en el tercio norte peninsular.
En esa segunda mitad del primer milenio muchos de ellos serán abandonados y quedarán en ruinas, al tiempo que otros aumentarán en protagonismo y capacidad. 

Trabajando en el scriptorium.
No olvidemos que con la llegada de la Edad Media los monasterios evolucionaron, creando granjas, hospitales y grandes fincas de viña y otros cultivos que aportaran el sustento de la comunidad y el desarrollo de la misma. En beneficio de la comunidad, para su acceso, los monjes abandonaban sus posesiones y hacían voto de pobreza, pero sin abandonar el trabajo y las penurias de toda índole como sacrificio de santidad y obediencia. Algunos incluso vestían ropas sin teñir. Decenas de órdenes poblaron Europa, unos con ejemplo de pobreza, otros como soldados de Cristo, pero todos en beneficio de su comunidad. Los que se mantuvieron activos, a lo largo de la Edad Media cobraron relevancia como predicadores de la cristiandad y como difusores de la cultura. 

Extrayendo la miel de las colmenas.
En las "guerras de religión" muchos conventos fueron saqueados y destruidos, a la vez que dispersados sus monjes con grave peligro de su integridad física. 
Cuando los ánimos se apaciguaron se crearon nuevas órdenes que impartieron su predicación por el mundo de las misiones. 
La práctica totalidad de los monasterios más importantes han conservado sus edificios y la actividad religiosa de su comunidad, que mantienen actualmente gracias al turismo rural. Ya en el siglo XXI cobra importancia el turismo cultural y artístico por lo que las Rutas de los Monasterios es uno de los destinos más consolidados. 
Algunos de esos monasterios tienen incluso servicio de hospedería y brindan al viajero la posibilidad de compartir esa vida de retiro y espiritualidad. 

Hospedería del monasterio de Silos.
Una experiencia cuanto menos distinta que algunas personas quieren experimentar, aunque solo sea un simple fin de semana. Para los monjes es una ayuda económica nada despreciable, aunque para acceder a este servicio hay que reservar con antelación, puesto que la disponibilidad no es muy alta. Algunos monasterios son mucho más que un centro religioso y de oración. Todos ellos forman parte de la Historia de España pero, algunos van más allá y son incluso patrimonio del Estado. Dentro de sus paredes hay algunos de los más importantes Paradores Nacionales de nuestro país. No en balde fueron patronazgos reales y depósito de muchas y grandes piezas artísticas, entre las que destacan pinturas, tapices y esculturas de los más famosos artistas. 

Hospedería del Real Monasterio de Guadalupe. (Siglo XIII)
Estos destacados monasterios se han convertido en hoteles de cinco estrellas, pero en los que la comunidad religiosa tiene sus espacios y sus momentos. 
Como se ha dicho anteriormente, los monasterios fueron centros de cristiandad pero también de cultura. Incluso algunos monjes se desplazaban a las escuelas para impartir la enseñanza, del mismo modo que otros se dedicaron a mejorar los cultivos, mejorar algunos trabajos artesanales y divulgar artes de molienda y cocina. 
No debemos olvidar que los monjes de aquellos primeros monasterios eran gente culta, muy por encima de las gentes del medio rural. Son cientos los monasterios construidos en aquellos primeros siglos cuya cifra, una vez centralizados, no cesó nunca de aumentar. 

RAFAEL FABREGAT

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