14 de febrero de 2015

1661- EL TESORO DE SAN MAURO.

Monasterio de San Benito, en Subiaco (Roma)
Este santo es conocido como San Mauro de Loira o de Anjou, por proceder de ese lugar de la Galia francesa. Nació el año 510 y fue junto a San Plácido uno de los primeros discípulos de San Benito. La leyenda nos dice que caminando San Plácido por las orillas del río, cayó y fue arrastrado por las aguas. San Benito que lo vio todo desde el ventanuco de su celda le dijo al joven Mauro que fuera corriendo a salvarlo. Obedeció Mauro y al llegar a la orilla caminó sobre las aguas y lo salvó. San Benito lo nombró su coadjutor en el gobierno del monasterio de Subiaco, que regentaba en el Lazio, provincia de Roma. Todavía se conserva intacta la cueva (Sacro Speco) en la que San Benito, antes de la construcción del convento, vivió como ermitaño durante más de tres años. 


El año 543 el monje Mauro fue enviado a Francia y a orillas del Loira, en la misma tierra que le vio nacer, fundó la abadía que hoy se llama Saint Maur sur Loire. Enfermo y cansado, el año 581 dejó las riendas de la abadía para vivir en soledad, muriendo tres años después. Hay que precisar no obstante que la abadía de su fundación fue destruida por los normandos a finales del siglo IX. Construida de nuevo sobre los restos de la anterior, fue de nuevo derruida en 1790 con motivo de la Revolución Francesa. Un siglo después y sobre las estructuras supervivientes, Louis-Charles Courturier, abad de Saint Pierre en Solesmes y presidente entonces de la Congregación francesa de benedictinos, la volvió a levantar.

En época medieval y con el fin de captar el fervor del pueblo, se puso muy de moda que las iglesias fueran depositarias de todo tipo de reliquias de apóstoles y santos, motivo por el cual hubo un importante trasiego de las mismas, no todas auténticas. Por devenires de la Historia parece ser los restos de San Mauro fueron a parar a la ciudad de Florennes (Bélgica) donde el obispo Gerard de Rumigni ejercía su episcopado. En 1225 el citado obispo encargó a un orfebre local un arca de oro que salvaguardara los restos de San Mauro y al mismo tiempo unas reliquias de San Timoteo, San Apolinar y también de San Juan Bautista. La gigantesca urna de oro tomó el nombre de "Arca de San Mauro" porque se cree que contiene el esqueleto completo del santo.

Con la llegada de la Revolución Francesa, la disolución del monasterio y posterior derribo de la abadía el Arca, depositada en una iglesia próxima, fue adquirida en 1838 por el duque de Beaufort-Spontin y llevada a su castillo de Becov, en la República Checa. Allí quedaría custodiada por la familia hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial. Cuando los rusos invadieron el país y deportaron al duque Friedrich por presunta colaboración con los nazis. El cuarto duque de Beaufort-Spontin marchó de su castillo con tan solo una maleta, pero no sin antes esconder el Arca de San Mauro bajo el suelo de madera de la capilla. El tesoro quedó escondido hasta que en 1984 el norteamericano Danny Douglas se enteró por el sexto duque de Beaufort-Spontin de la existencia del tesoro y convinieron su intento de recuperación. 

Douglas viajó a la República Checa y sobornó a cierta autoridad con 250.000 dólares para conseguir un permiso de excavación sin preguntas, pero finalmente el personaje recapacitó y en lugar de darles las facilidades pactadas, hizo cuanto pudo por averiguar lo que se buscaba y el lugar donde estaba escondido. Primero fueron presiones e interrogatorios que no dieron resultado y finalmente a través de una supuesta dama que debía seducirle y conseguir la información. De forma inconsciente el tal Douglas dio una pequeña pista y el policía consiguió llegar hasta el antiguo relicario, siendo declarado héroe nacional. Nuestro personaje hubo de retirarse, afortunadamente sin consecuencias. El año 2003, casi veinte años después del hallazgo, Danny Douglas recibió una carta del Ministerio Checo de Cultura reconociendo su participación en el descubrimiento de la importante reliquia. El Arca de San Mauro está considerada el objeto de arte sacro más valioso de Chequia y está expuesta en el Castillo-Palacio de Becov, expropiado en su día a los condes de Beaufort-Spontin.

RAFAEL FABREGAT

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