Micalet (Miguelete) es el nombre del campanario de la Catedral de Valencia (España). Aunque parezca exagerado, su construcción duró 355 años. Empezaron las obras el año 1381 y no finalizaron hasta 1736. La complejidad de la obra y sus elevados costes hizo que se paralizara en 1425, al llegar a la terraza, no prosperando el proyecto de acabado en aguja. Muchos años después alguien pensaría acertadamente que ésa no era la forma más adecuada de finalizar una obra de su importancia y en 1660 se decidió dotarla de una espadaña que, por unas cosas u otras, no se terminaría hasta 1736. Dicha espadaña cobija desde 1539 la campana llamada "Micalet", encargada de dar las horas y que con 7,5 toneladas de peso era la más grande del Reino de Aragón y actualmente la cuarta más grande de España.
Como era costumbre de la época, la altura de esta torre es exactamente la misma que mide su perímetro: 51 metros, aunque posteriormente se añadió la espadaña que le permitió alcanzar los 63 metros en total. La torre es octogonal y su acceso es a través de 207 escalones que nos llevan hasta la terraza. El primer cuerpo es macizo, dejando solamente el hueco helicoidal de la escalera, siendo ahuecados y para diferentes servicios los demás.
El cuarto y último cuerpo cobija las siete campanas y en la octava de sus caras da inicio a la escalera adicional que sube a la terraza y a la espadaña.
Inicialmente la torre estaba separada de la Catedral pero posteriormente se llevaron a cabo obras de adecuación al objeto de unir el campanario a la propia catedral.
Una de las curiosidades más simpáticas de la construcción de este famoso campanario valenciano fue que en cierto momento un burro subió a lo más alto de la torre, en el lugar que actualmente ocupan sus campanas. Resulta que el célebre maestro cantero Francisco Baldomar fue contratado para llevar a cabo unas reformas en la torre. El maestro era una eminencia en su trabajo, pero también muy bondadoso y confiado, lo cual hacía que sus propios trabajadores le gastaran alguna que otra broma. En aquella ocasión y para tener a mano todo el material necesario, el maestro Baldomar alquiló unos bajos próximos a la torre y allí guardaba el hombre toda clase de herramientas, materiales y hasta un burro con el que llevar a pie de obra cuanto necesitaba. La broma, "pesada" a más no poder, consistió en subir hasta el hueco de las campanas al sufrido burro del maestro cantero.
No se sabe cómo ni de qué manera puesto que, para hacer tal cosa, los autores habrían trasegado sin duda algunos porrones de excelente vino de las tierras del Turia, pero la cuestión es que al día siguiente Baldomar precisaba de los servicios del burro y éste no se encontraba en el corral.
Inicialmente se pensó naturalmente en el posible hurto del mismo pero, cuando ya faltaba poco para buscarse la ayuda policial, alguien con buen criterio decidió contar la verdad: el burro estaba en lo alto de la torre. Nadie podía creer tal cosa pero Baldomar y un par de operarios que nada sabían de la gamberrada subieron a lo alto y allí encontraron al asustado animal. No hubo forma de bajarlo hasta que buscaron la ayuda de unos marineros que con varias poleas consiguieron bajarlo por la fachada como si de una campana se tratase y ahí quedó la anécdota para la Historia.
RAFAEL FABREGAT
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