En todas las cosas de la vida y del mundo, el presente es el camino que conduce al futuro, un futuro que se vaticina difícil cuando no catastrófico. Cansados de tanto sinvergüenza, a la gente de la calle poco nos importa que nos gobiernen unos que otros. Poco tenemos que perder, puesto que para nosotros solo existe el trabajo y con él la forma de garantizar el pan para nuestras familias. Ellos, los políticos, tienen bastante más en juego.
Con cuarenta años de Democracia hemos visto suficiente como para darnos cuenta de que a nadie importamos. Se trata tan solo de que, como simples abejas, les aportemos la miel que necesitan para vivir y para su autocomplacencia. Manejar las riendas de todo y de todos se ve que es muy interesante y satisfactorio. De ahí que todos quieran llegar a la cumbre, sin importales los medios.
La verborrea todos la tienen buena. Algunos, mientras están en la oposición, quizás incluso tengan buenas intenciones pero cuando llegan al poder cambian rápidamente. En cada renovación de Gobierno se vislumbran cambios pero, o son más de lo mismo, o son para ir a peor. En este momento, tras haber ganado la moción de censura al PP, los socialistas del PSOE prometen cambios, beneficios sociales y radical defensa de la integridad territorial. Nada sabemos de su programa social pero la primera medida, con respecto a la territorialidad, ha sido nombrar como ministra de esa cartera a una persona multada en su día, por los mismos socialistas, por votar a favor de la Autodeterminación de Cataluña, es decir, una persona claramente a favor de la ruptura de España.
Su encargo es probablemente engañar a los españoles y por lo tanto reunirse con los golpìstas catalanes para convencerles de que el camino recorrido hasta ahora no es el más adecuado, puesto que se puede llegar a los mismos fines de otras maneras. Por de pronto, para que los tontos del culo (léase españoles) no se den cuenta del programa que hay al respecto hasta que ya sea demasiado tarde, se tratará de reformar la Constitución de tal modo que ésta permita la bilateralidad y más tarde la independencia. Cuando los españoles se den cuenta de la jugada, habrá ya otras regiones que exijan lo mismo y ya desatada la bestia negra habrá desaparecido el poder central. Para esa fecha la Monarquía ya no tendrá razón de ser, puesto que España habrá dejado de existir.
Hay que ver lo guapos que están y lo bien que les sienta el cargo. Los españoles estamos encantados, pues hay que reconocer que el grupo es variopinto y multicolor. Puede que incluso, políticamente hablando, no tenga la uniformidad que para algunos sería deseable. Pero todo eso se verá pronto en base a las actuaciones que "unas y otros" vayan implementando. Hasta los más prudentes o herméticos personajes acaban exteriorizando su forma de ser y de pensar y ellos no van a ser menos, especialmente porque están donde están para llevar a cabo sus planes. Aunque en la foto sale aparentemente confiado, el personaje central no creemos que las tenga todas consigo. Sabe perfectamente que lo de hoy puede ser el comienzo del final...
RAFAEL FABREGAT
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