A pesar de su continua y permanente evolución, la humanidad siempre ha creído saberlo todo. Así ocurrió sin duda cuando la gente pasó de las cuevas a las cabañas y de ahí a las casas; lo mismo cuando comieron la primera carne asada y no cruda, cuando descubrieron los metales, la rueda y prehistóricas barcazas con las que moverse sobre el agua. Los conocimientos humanos jamás pararán de crecer, de evolucionar. Apenas un par de siglos atrás la gente moría por enfermedades que actualmente se curan con dos inyecciones o una cajita de medicamentos, de la misma manera que cualquier rasguño podía infectarse y llevarte a la tumba. La gente sigue muriéndose, claro está, pero varias décadas más tarde de lo que hacía esos años atrás. Pues, en fin, así será con los sexbots.
Hoy, en pleno siglo XXI y para que nadie tenga que depender de nadie, quiere quitarse importancia al sexo entre hombres y mujeres. Así, como lo oyen. La robótica, no solo está quitando puestos de trabajo a los operarios sino que, debido a su actual perfección, incluso puede suplir a las relaciones de pareja. (?) Así, con un interrogante, ha tomado un servidor semejante noticia. Las muñecas hinchables, tan denostadas y poco gratificantes, están dejando paso a maravillosas maniquíes de textura idéntica a la humana y que, debidamente programadas, te hablan, te acarician y te hacen todo cuanto puedas sexualmente desear. Increíble, pero cierto, y más aún que llegarán a perfeccionarse. Bien dotados unos y otras, no solo pueden atender al varón, sino también a la hembra.
Tener sexo plenamente satisfactorio con robots ya es posible, aunque falta saber cuando se podrá decir que su uso puede restar importancia a la relación de pareja entre humanos. Lo que ya está en pleno vigor es que, para tener hijos, no es necesario tener marido o mujer. Claro que estar en la cama con un robot... ¿qué queréis que os diga?. De momento creo que nos quedaremos con el compañero/compañera de carne y hueso. Complicaciones todas, pero satisfacciones también. Así empezó el mundo y así debe seguir. Otra cosa es que cuatro "raros/raras", intransigentes e introvertidos, opten por tener a su alcance un robot que les permita mantenerse lejos de una sociedad en la que no quieren integrarse. Aún así, ¿qué pasa con el amor?. Por muy bien logrados que llegue a estar, un robot jamás tendrá sentimientos y no todo en la vida se reduce al sexo.
De momento, parece ser que solo el sexo masculino es adicto a semejante aberración y por lo tanto la producción se basa en sexbots femeninos, adultos e infantiles, lo cual acaba de denostar más si cabe el desvarío de algunas personas. Como argumento a su favor se cita que tales prácticas y producciones rebajarán sin duda las violaciones y los abusos a menores. Solo por eso, si así fuera, ya valdría la pena el invento, pero dudo mucho que quienes se dedican a tales atrocidades se conformen con "acostarse" con un robot. ¿Cree alguien que estos "aparatos" pueden acabar, por ejemplo, con la prostitución y el turismo sexual?. Yo creo que no. Por muy fácil que pueda ser limpiar un trozo de plástico, tampoco creo que se rebaje la tasa de infecciones de transmisión sexual.
Siendo así, ¿donde está la ventaja de emplear tales artilugios?. No creo en absoluto en el valor terapéutico del sexo robotizado, aún en personas introvertidas, aisladas y sexualmente frustradas. Cualquier opción es mejor que acostarse con un maniquí sintético puesto que, aún en el caso de ser satisfactorio, les aislaría del mundo más si cabe. ¿Qué pasa con la intimidad y la complicidad de la pareja?. ¿Puede ser eso sustituido por un robot?. No, sin duda. Poca es la información de los resultados que sus usuarios han experimentado al respecto pero, aún así, no me cabe duda que habrá más frustración que satisfacciones, de la misma manera que no dudo del perfeccionamiento al que dichos "aparatos" pueden llegar y que llegarán sin duda. Técnica sí, pero suplir la relación de pareja... ¡no!.
RAFAEL FABREGAT
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