Parece ser que no aprenderemos nunca, lo cual indica que no somos como los demás. Triste pero cierto. Hay otra frase similar a la anterior que lo resume todo: ¡Dinero llama a dinero...! ¿Y qué dinero tenemos nosotros si, recortando en funcionariado, en educación y en sanidad, no vemos la luz por parte alguna?. ¿Y las pensiones?. ¡Por favor...! ¿Tan pequeña es la viga que tenemos delante de nuestros ojos, que no conseguimos verla?. ¡Juegos olímpicos, cuando los comedores sociales no dan abasto y se ven recortadas todas las prestaciones y derechos mil veces pagados tras décadas de cotizaciones...! ¿Es que nos hemos vuelto locos?. Esta bien que la juventud no esté al tanto de estas cosas pero, ¿y los mayores?. Haciéndoles el juego a unos políticos que no ven en los citados Juegos más que otra manera de enriquecerse. ¿O es que alguien piensa que ellos tienen afición al deporte?. ¡Cuanta inocencia, por favor...! En fin, la candidatura nipona se alza con los Juegos, con paso firme, sin aspavientos, pero con poderío económico.
Y la siguiente será París, una vez más, con poderío y sin aspavientos. Porque, como se ha dicho al principio, dime cuanto tienes y te diré cuanto vales. Así de sencillo. Bien haríamos los españoles en aportar cada cual su granito de arena, o de trabajo, para salir de esta crisis y para igualarnos con los demás. Con los demás de arriba, se entiende. Porque, mientras nos movamos entre el montón de mierda, mejor dejarnos de pretensiones que solo harán que hacer reír a la concurrencia. Crudo, ya lo sé, pero totalmente cierto. A nadie se le regaló nunca nada. ¡Hay que sudarlo!, Así de claro. Acomodados en lo que parecía la riqueza perpétua, nos caímos de bruces desde una altura considerable, golpe del que será difícil recuperarnos. Sin embargo, que nadie lo dude, ningún país vendrá a echarnos una mano. O salimos solos... ¡o no salimos!.
O nos levantamos solos o nos quedamos en medio del fango para siempre. Veintisiete años después que el entonces presidente Juan Antonio Samaranch pronunciara en Lausana la histórica frase "la ville du Barcelona", el actual mandatario del COI no fue heraldo de buenas noticias para España y no pronunció la esperada frase "la villa de Madrid". Más bien al contrario fuimos apartados de la votación en una primera ronda que nos echaba a la calle, en comparación con Turquía, de la que nos creíamos superiores. ¡Ay las pretensiones de niño malcriado...!. La gloria se fue para Tokio, pero no por nada, sino porque era la suya una candidatura técnica y económicamente intachable y superior a la española. La gente de antes diría con razón que "porque nos pueden perseguir a golpe de cartera". Así de claro, pero también porque en las próximas toca a "los grandes" de Europa y ahí pintamos menos todavía.
Nada menos que 60 votos a 36, que me parecen muchos. Ya en la primera ronda Tokio obtuvo 42, mientras España y Estambul empataban a 26. El pescado estaba vendido. ¿Qué cabía esperar?. En el desempate por ese seguro segundo puesto, Estambul obtuvo 49 y Madrid 45... La decepción o el "déjà vu" no fue para quienes vivieron el momento mágico de 1.986, sino para quienes prepararon las candidaturas anteriores a ésta.
La presencia de nuestras autoridades ayuda y mucho pero, lamentablemente, para España los tiempos son otros y todos lo sabemos muy bien. También los miembros del COI lo saben. Difícilmente pueden abordarse unos Juegos con las debidas garantías económicas cuando todo en el país son recortes en los elementos más necesarios para la población. ¿Acaso alguien ha pensado que los miembros de ese Comité son tontos de solemnidad?. Puede que, sin saberlo, nos hayan hecho un favor. Pesa, lo sé, pero puede que así sea. Cuando más de cuatro creían ver en esos juegos el empujón que necesitamos, otros, los miembros del COI, han hecho que perdiéramos ese "tren" que quizás nos hubiera llevado más cerca del abismo. Al menos, así lo han entendido ellos.
Organizar unos Juegos Olímpicos cuesta un montón de millones que, sin duda, España no tiene. Y ellos lo saben, como lo sabemos todos nosotros. ¿Duele?. Pues claro que duele. La verdad siempre es dolorosa, pero mejor un puñetazo de refilón que un K.O. sin piedad. El problema para los madrileños, que somos todos los españoles, es que no hay luz en la lejanía. Para 2024 es de suponer que se los llevará Europa, pero... ¡allí estará Londres y Berlín!. ¿Qué hacer frente a semejantes rivales?. Como mucho, hacer reír una vez más... Mostrar la otra mejilla no ha demostrado ser válido para los miembros del COI. Dos derrotas consecutivas no han demostrado la más mínima sensibilidad a quienes votan las determinadas candidaturas y nos han dado la tercera.
Tokio ha ganado, porque económicamente es muy superior. La losa de la crisis no es una ventaja, sino un inconveniente. Poco les importa a ellos la necesidad, nuestra necesidad. Lo que al COI le importa es la garantía del éxito y, por mucho que nos pese, así tiene que ser. Tras este tercer batacazo, tengo dudas sobre si debemos perseverar o tirar la toalla... Sobran motivos para pensar que hemos llegado al límite. Nadie mejor que nosotros sabe que, justamente por nuestras limitaciones, hemos puesto toda la carne en el asador y no ha servido para nada. Creo que algo debe aprenderse de esta tercera derrota. ¡Con su pan se lo coman!. Es evidente que los españoles tenemos cosas más importantes en las que pensar... o así tendría que ser.
RAFAEL FABREGAT
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