18 de febrero de 2015

1666- LOS SEGUIDORES DE ODIN.

Según nos cuenta la Historia, los Vikingos tienen bien ganada su reputación de piratas sanguinarios. Poco dados a las actividades agrícolas y ganaderas, pero sí bravos navegantes, sembraron el terror por las costas de Europa allá por el siglo en un claro intento de vivir a costa del sudor de los demás. Claro que en ninguna materia se pude generalizar, ya que hay clara constancia de que no todos estaban cortados por el mismo patrón; también había comerciantes y artesanos del metal y la madera, productores de diferentes utensilios y joyas que han llegado hasta nuestros días. 

Sus barcos "Drakar" eran casi iguales a proa y popa, pudiendo invertir la dirección sin tener que dar la vuelta. Estrechos, ligeros y de poco calado, puesto que eran usados desde tiempo inmemorial en los fiordos para el transporte de personas y todo tipo de mercancías. En un mar durante tanto tiempo helado lo de poder navegar en ambos sentido venía bien en el caso de tener que retroceder a causa del hielo excesivo. Antiguamente sus barcos navegaban a remo, aunque en los últimos tiempos ya contaban también con el uso de una vela rectangular que aliviaba el esfuerzo de sus remeros. Se dice que ningún otro pueblo, con tan escasa potencia técnica y personal, tuvo tanta capacidad invasora. 

A esta afirmación todos los historiadores coinciden en que, tanto en lo que respecta a sus viajes como a sus batallas, era debido a su caso omiso ante las pérdidas sufridas. En lo que concierne a sus invasiones a la Península Ibérica (España) consta que el año 844 un número importante de vikingos perdieron la vida ante las tropas de Ramiro I, rey de Asturias. Unos meses después más de 500 vikingos penetraron con sus barcos por el Guadalquivir y atacaron la ciudad de Córdoba, regida por el emir Abd al Rahman II, siendo derrotados. Todavía volvieron atacando las islas Baleares y posteriormente Italia con iguales resultados.

Siendo habitual su presencia en tierras de Irlanda e Inglaterra, las crónicas anglo-sajonas cuentan que en una gran tormenta acaecida al sur de Inglaterra el año 876, los vikingos perdieron 120 barcos y 4000 hombres. A todo esto las batallas tribales entre vikingos daneses y noruegos causaban anualmente centenares, cuando no miles de muertos. Sus expediciones comenzaron a finales del siglo VIII con la presencia de apenas unas decenas de barcos, pero gradualmente fueron aumentado las flotas hasta situarse por encima del centenar. 

A pesar de las numerosísimas bajas de hombres y barcos, su afán de aventura y conquista fue tan elevado que les llevó desde Groenlandia hasta el mar Caspio, navegando también la totalidad del Mediterráneo. Su escaso número de tropas y el gran territorio que abarcaban, nos da una idea de su valentía y del escaso valor que le daban a la vida, lo que se traducía una resistencia inusitada en la batalla y en su coraje a la hora de explorar aguas desconocidas hasta entonces. Tanto fue así que hay constancia de asentamientos vikingos en Terranova, datados con Carbono 14 hacia el año 1000 aproximadamente. No fue por tanto Colón el primer europeo en pisar tierras americanas. 

Antiguo poblado vikingo.
Pero, en fin, volviendo al continente europeo, los vikingos fundaron Dublín y allí estuvieron asentados durante más de tres siglos, fusionándose entre la población irlandesa. En el siglo XI los vikingos fueron debilitándose, a causa de conflictos internos, al tiempo que los países europeos aumentaban su potencial económico y guerrero. El punto y final de la era vikinga lo puso el rey Harald Hardrade cuando intentó sin éxito conquistar Inglaterra el año 1066 con una flota de 300 barcos y 15000 hombres. Pero Odín, el dios de la guerra, esta vez no estaría con ellos. Durante la batalla una flecha perdida mató al rey y la lucha acabó en desbandada. Los vikingos fueron perseguidos hasta la costa y los supervivientes apenas alcanzaron para tripular 24 de los 300 barcos que les esperaban. El resto quedó abandonado a su suerte...

RAFAEL FABREGAT

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