9 de agosto de 2014

1471- SOS DEL REY CATÓLICO.

El promontorio de la "Roca Feliciana" fue elegido en el siglo IX para construir una fortaleza de madera desde la que vigilar el deambular de los moriscos del norte aragonés. Buscando su protección se alzarían prontamente a su alrededor las casas de los lugareños hasta entonces masoveros que eran diariamente presionados por los musulmanes llegados a la zona más de un siglo atrás. 


Aunque recientes excavaciones han sacado a la luz parte de aquella primera época histórica, nada queda del castillo de madera que ya los moros sustituyeron por la piedra. Lo que realmente vemos a la llegada a la villa es una parte de la muralla de mampostería construida por los musulmanes y la torre del homenaje que ofrece su silueta entre las cubiertas de este pueblo medieval. A pesar de ser uno de los recintos fortificados más importantes de la región, el año 975 Sancho Garcés II de Pamplona arrebató a los moros el castillo y mejoró su fortificación. Más tarde, en el 1012, Sancho Garcés III completaría la obra a falta de la torre del Homenaje

Frontera entre los reinos de Aragón y Pamplona, ante las continuas fricciones entre ambos reinos hicieron que, Ramiro I incorporara oficialmente este castillo al Reino de Aragón en el 1044 a fin de delimitar con exactitud la linde de estos territorios. 
El año 1055 la reina Estefanía de Foix, hija de Barnardo I de Carcasona y viuda del rey García Sanchez III de Nájera, inició la construcción del templo de San Esteban junto al mismo castillo. La torre del Homenaje, hoy pieza mejor conservada del castillo de Sos, fue construida entre 1134 y 1137 por orden del rey aragonés Ramiro II el Monje.


Portada de acceso a la cripta.
El templo de San Esteban ha sufrido múltiples restauraciones y la cripta interior del siglo XI es con toda seguridad lo más antiguo de la misma, puesto que el propio templo fue construido con posterioridad y finalizado a finales del siglo XII o principios del XIII, conjuntamente con la torre del Homenaje. La cabecera del templo la componen tres ábsides de carácter militar y de gran altura, puesto que formaban parte de la muralla de la villa medieval. Sobre ellos destaca la espadaña de tres vanos en dos alturas. El templo son dos iglesias superpuestas, la primera de ellas de un estilo más primitivo contiene la cripta y está realizada en el siglo XI, mientras que la iglesia superior es ya de finales del siglo XII y de pleno románico jaqués. 

El ligero apuntamiento de sus bóvedas parece indicar incluso que finalizaría su construcción ya entrado el siglo XIII. Un paso abovedado sobre el que está situada la iglesia, permitía el acceso al templo y al castillo, lo que denota el carácter defensivo de ambas construcciones. Al igual que sucede en el Castillo de Loarre, a la entrada del túnel vemos a nuestra derecha el acceso a la cripta, mientras que para llegar a la iglesia hay que penetrar completamente y girar a la izquierda. 


Los sinuosos accesos a los diferentes lugares sagrados, nos hablan del carácter defensivo de estas construcciones motivadas ya no solo por el peligro de incursiones moriscas, sino por todos aquellos que acechan a cualquier enclave fronterizo. Por si esto no fuera ya de por sí suficiente desde un plano religioso y por tanto sacrílego, hay que tener en cuenta que todas estas fortificaciones eran anteriores al acceso del propio castillo en sí, lo cual hacía muy complicada su conquista.


El castillo, pequeño y de planta irregular, está situado en lo más alto de la peña "Feliciana" y adjunto al templo de San Esteban. Todo el conjunto y las propias casas forman el antiguo recinto amurallado. El resultado era un laberinto de callejuelas estrechas y empedradas por el que no era fácil internarse sin ser abatido. Así se las gastaban en aquella época de ilustres conquistadores, en nombre de la fe. Por avatares de la vida y de la Historia, tan pequeña población sería también cuna del rey Fernando II, el Católico, forjador de la unión de las Españas.


En plena guerra civil Juana Enríquez, segunda esposa de Juan II de Aragón y Navarra, ante las disputas de sucesión entre su esposo y su hijastro Carlos, se trasladó a la villa de Sos para que su hijo fuera aragonés. A tal efecto se instaló en el Palacio de los Sada, hoy Centro de Interpretación de la villa de Sos, y el 10 de Marzo de 1452 nacería el que sería Fernando II de Aragón, que 18 años más tarde se casaría con Isabel I de Castilla, dos años mayor. Fruto de esta unión, las coronas de Castilla y Aragón quedaban unidas para siempre y con ellas las de Navarra y todas las que se reconquistarían a los moros. Conocido este rey como Fernando el Católico, dicha villa de Sos tomó también para sí el sobrenombre. 

RAFAEL FABREGAT

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