19 de octubre de 2020

3033- EL CINTURÓN DE CASTIDAD.

Todos hemos leído en alguna ocasión que el invento del Cinturón de castidad fue creado durante la Edad Media, como forma de preservar la fidelidad de las esposas de los caballeros cuando éstos marchaban a las Cruzadas, o cuando los maridos tenían que ausentarse del hogar familiar por diferentes cuestiones y durante tiempo prolongado. Sin embargo los expertos aseguran que no hay ninguna evidencia de que estos objetos se confeccionaran en esa época. La primera vez que los libros hablan de este posible invento es en una obra sobre armamento y técnicas de guerra que, siendo muy técnica y aburrida, el autor quiso amenizar con la exposición de este artilugio que podía proteger la honra de los maridos que partían a la guerra dejando "abandonadas" a sus mujeres.

A raíz de esta publicación empezó a hablarse de este artilugio, con el que se hacían no pocos chistes y bromas sobre los hombres mayores o impotentes, que no podían controlar a sus esposas que, ansiosas de sexo, iban en busca de parejas más activas sexualmente. Dibujos de la época muestran a varones que marchan de viaje pero, previamente, le ponen el citado cinturón a su pareja y unos minutos después el amante sale del armario con una copia de la llave... Prueba del aspecto mitológico de ese cinturón es la falta de referencias sobre dicho aparato en las novelas de esas fechas. Ninguno de los autores eróticos de los siglos XIV al XVII nombran para nada el artilugio que evitaba, en teoría, el engaño. Aunque se podían hacer de piel y por lo tanto menos dañinos para la mujer, no creemos que tal invento fuera factible.

Los primeros cinturones de castidad se fabricaron en el siglo XIX y formaron parte de los museos de tortura, como una demostración de la crueldad de épocas pasadas, pero nada se sabe de su utilización real en las mujeres del medievo ni tampoco en las de la fecha de exposición. El propio British Museum exhibió una de esas piezas en 1846 pero acabó retirándola al comprobar que era falsa. Desde el punto de vista anatómico y ginecológico, echar el cerrojo a la vagina de las mujeres es pura ciencia ficción. Para empezar se producirían llagas por las rozaduras y el simple hecho de andar sería de todo punto impensable. Eso sin contar los problemas higiénicos por la imposible limpieza vaginal y anal.

Tal falta de higiene produciría sin duda problemas e infecciones, imposibles de curar en aquella época y causarían sin duda la muerte de su portadora. 
Es curioso sin embargo que, lo que nunca se les ocurrió a los incultos personajes de la Edad Media, lo hicieran las mentes del Renacimiento, quizás para sentirse superiores a sus antecesores. 
Esos cinturones de los que hablamos eran una manera de crear mitos sexuales que permitían abordar con la sátira temas escabrosos. 
El siglo XIX fue una época con mucha pornografía y libros al respecto. Con el mito del cinturón de castidad se intentaba romper con la época feudal y lo que ésta representaba, por lo que algunos escritores lo dieron por cierto asegurando ser testigos de su existencia. Bien es verdad que durante la puritana época victoriana llegaron a fabricarse cinturones pequeños y refinados para llevar en periodos muy cortos de tiempo y evitar posibles violaciones en viajes, o como pruebas románticas de fidelidad. 

La autoridad paterna también llegó a instalarlos en alguna de sus hijas, demasiado libertarias y promiscuas, para impedir que se masturbaran, ya que se consideraba que esta práctica era altamente perniciosa y podía derivar en enfermedades físicas o mentales. Aún así, es de suponer que se trataría de casos muy puntuales y encaminados a sectores de mujeres de ámbitos limitados. Nada que ver con lo que dijeron algunos escritores.
Dicho todo esto y a pesar de las imágenes que ilustran esta entrada al Blog, se puede asegurar que el "cinturón de castidad" de época medieval es una falacia que nunca fue llevado a la práctica, excepción hecha de los de hierro forjado, empleados por la Inquisición como medio de tortura.

RAFAEL FABREGAT

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