16 de octubre de 2020

3032- LAS PRIMERAS MOTOS.

¡Cuantas cosas han pasado en poco más de un siglo...! Claro que no voy aquí y ahora, a escribir de los grandes descubrimientos astrofísicos ni de las nuevas tecnologías de la comunicación. No, no, va a ser algo mucho más sencillo: la moto. Sí, sí, esos velocípedos que, algunas veces con un ruido ensordecedor, pasan como centellas junto a nosotros. ¡Y no será porque no sea fácil eliminar buena parte del ruido!, pero la juventud con posibles siempre ha hecho ruido y así seguirá siendo por los siglos de los siglos... 
Claro que, normalmente, esa juventud no tiene ni idea de lo que ha sido la evolución de las motos a lo largo del pasado siglo XX... En realidad el invento primigenio pertenece a la Era Industrial (siglo XIX) momento en el que aparecieron el 90% de los inventos que actualmente disfrutamos. Como hijo perezoso, el XX fue siglo de perfeccionamiento de todo lo que ya estaba inventado. 

Pero vamos al grano, o sea, ¡a las motos...!
Se dirá lo que se quiera, pero los franceses son listos de cojones y fueron ellos quienes en 1868 inventaron el primer vehículo motorizado de dos ruedas. Le llamaron la Michaux-Perreaux (vaya nombrecito) y se trataba de una bicicleta de grandes ruedas impulsada por un motor a vapor que desarrollaba una velocidad máxima de 30 Km/hora. En 1885 la Daimier Einspur ya era portadora de un motor de 264 cc sobre chasis de madera que, como bicicleta de niño pequeño, llevaba unas pequeñas ruedas laterales para favorecer el equilibrio. Su motor de 0,5 CV a 600 rpm apenas alcanzaba los 12 Km/hora, pero ya funcionaba con petróleo y un depósito, que hacía las veces de sillín, le permitía una cierta autonomía. 

Unos años después (1899) alguien pensó que a tan sublime invento había que sacarle provecho y, para convertirlo en una forma de transporte, se inventó el De Dion Bouton, un carromato de tres ruedas y 1,8 CV de potencia, naturalmente también francés y fabricado en serie. 
El mundo entero hervía intentando mejorar los vehículos de dos y tres ruedas. Estados Unidos fabricó la Geneva, la Orient y la Thomas, llegando a los 2,5 CV y hasta los 40 Km/hora. Sin embargo la primera motocicleta fabricada en serie y cantidad fue la Hildebrand & Wolfmüller (H&W) de procedencia alemana y talleres en la ciudad de Múnich. Aquella máquina fue la primera que llevó la denominación "motorrat", motocicleta en alemán. La H&W fue la moto con mayor cilindrada durante varios años, formato de moto actual con chasis metálico y ruedas de goma, primero macizas y más tarde hinchables. 

El motor se componía de dos cilindros con diámetro por carrera de 90x117 mm y 1489 cc. Como podemos ver en la foto superior, había nacido por fin lo que podríamos llamar la primera moto de la historia. 
Una máquina fiable y segura que, aunque con poca autonomía, permitía el traslado de cualquier persona con elegancia y una cierta comodidad. 
Está máquina tenía una potencia de 2,5 CV y alcanzaba los 45 Km/hora, velocidad de locos para la época. En el plano deportivo, dos de estas motos ganaron el segundo y tercer puesto en la carrera para coches y motos, celebrada en 1895 entre Turín y Asti, con un recorrido de 100 Km. entre ida y vuelta. Los pedidos no se hicieron esperar pero la euforia duró poco. El encendido por calentador era poco fiable y llegaron las reclamaciones y la quiebra de la compañía. 

Pero la semilla estaba plantada y el empeño por perfeccionar el invento llegó de la mano de Soichiro Honda, ingeniero e industrial japonés, hijo del herrero de una aldea próxima al monte Fuji que, dispuesto a comerse el mundo, en 1946 creó la primera moto Honda de la Historia con un éxito sin parangón. 
Había empezado recogiendo viejas bicicletas del ejército japonés en la II Guerra Mundial y poniéndoles motores. Los primeros eran demasiado pesados y las bicicletas no podían con ellos pero, tras mucho trabajo e imaginación, consiguió crear un motor más ligero, rápido y silencioso. Aquel día nacieron las motos de competición y sus más valientes pilotos, pero también la moto de paseo con la que disfrutarían miles de aventureros de la carretera. Claro que la ambición de Soichiro no paró ahí y después llegaron los coches. Más que la moto había nacido una marca, la HONDA, que ha llegado con todo merecimiento hasta nuestros días.

RAFAEL FABREGAT 

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