19 de abril de 2020

2963- SANTA MARÍA DE PIASCA.

Hay mucho que ver en Cantabria, pero hoy nos centraremos en la comarca de Liébana. De hecho el municipio es Cabezón de Liébana, aunque el pueblo o aldea se llama Piasca. 
Allí y desde el siglo VIII tenemos la Iglesia de Santa María, perteneciente al desaparecido Monasterio de Santa María la Real, aunque el documento más antiguo que se conserva es del año 930. Este documento menciona la Iglesia y especialmente el monasterio al que los señores Aragonti y Teoda le hacen donación de la villa de Piasca. 
Aunque inicialmente el monasterio fue femenino, otro documento nos cuenta que en el año 941 la abadesa Aylo estaba al frente de una comunidad mixta, bajo la regla de San Fructuoso, no conociéndose la fecha en la que se establecieron hombres en el lugar. Lo que sí se sabe es que, aunque era mixto, hasta el siglo XI en que pasó a manos del Monasterio de San Juan de Sahagún, Santa María de Piasca siempre fue dirigido por abadesas.
Es sin duda un claro exponente del arte románico cántabro.
Su ubicación es muy próxima al municipio de Potes, por lo que cualquier visita a los Picos de Europa hará que merezca la pena nuestro desplazamiento a esta antigua iglesia tan cargada de Historia. No en balde, históricamente comparte con el Monasterio de Santo Toribio de Liébana el territorio medieval lebaniense.

En el siglo XII se remodela el viejo templo monacal por la suntuosa iglesia románica que actualmente podemos contemplar. 
Según consta en la inscripción lapidaria existente junto a la portada principal, tras dicha modificación, la iglesia fue dedicada a Santa María el 21 de Febrero de 1172. 
En 1439 la iglesia sufrió nuevas modificaciones que afectaron a las naves y a sus ábsides, de tal manera que del estilo románico primitivo solo persiste la parte inferior de los ábsides, las portadas y la ornamentación escultórica. 
En esa misma fecha se restauraron las dependencias monásticas situadas al oeste del claustro y que son las que actualmente se mantienen en pie. La iglesia consta de tres naves. La central y la derecha rematan en su cabecera mediante ábsides, circulares al exterior y poligonales al interior. En su día la izquierda también estaba rematada igualmente pero en determinado momento fue sustituida por una sacristía.

Debido a las obras del siglo XV anteriormente señaladas, las bóvedas de los ábsides y los cruceros son de estilo gótico. En el exterior destaca la imponente espadaña, así como los canecillos y contrafuertes. La iglesia dispone de dos accesos: el principal a los pies de la nave central y otro de dimensiones inferiores que permite el acceso por el sur, siendo esta puerta la que comunicaba con el claustro del monasterio hoy desaparecido. Justamente las portadas y especialmente la principal, son los elementos más sublimes por su riqueza iconográfica. 
La principal consta de cinco arquivoltas, todas ellas de gran valor artístico. Dos de ellas apoyan sobre columnas circulares mientras que el resto lo hace sobre ángulos del propio muro. Los capiteles están profusamente decorados con variada iconografía de animales mitológicos. Sobre esta portada una pequeña galería de tres arcos ciegos con San Pedro y San Pablo a los lados y al centro la Virgen con el Niño.
La pequeña puerta lateral, que comunicaba con el claustro del desaparecido monasterio de Santa María la Real, consta de dos arquivoltas de medio punto que descansan sobre una única columna en cada lado, con interposición de un capitel y amplio cimacio. Su menor tamaño y riqueza ornamental no impide que el conjunto se vea ornado con roleos y motivos vegetales. En cuanto a las dovelas de la arquivolta interior está decorada con diferentes representaciones de figuras humanas.

RAFAEL FABREGAT

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