Nadie ha visto algo semejante. Fue algo insólito, jamás acontecido hasta ahora. Como todos aquellos que le han precedido, el Santo Padre Francisco dio el viernes 27 de Marzo 2020 su bendición al mundo y emitió el perdón a los fieles cristianos ante una Plaza de San Pedro desierta...
Está claro que el episodio del "Covid-19" marcará un antes y un después a la vida de las personas, a su libertad y a la natural alegría de las gentes mediterráneas, siempre tan abiertas y amantes de la vida al aire libre y a la socialización en bares y tabernas. También a los aperitivos en terrazas al aire libre, al que ya se copiaron visitantes y turistas del norte europeo y mundo en general. Está claro que a lo bueno se apunta cualquiera pero, ¿qué pasará en adelante?. ¿Se llegará otra vez a aquella forma de vida, que nos es tan propia.
Porque la pandemia pasará sí, pero mucho me temo que los miedos sufridos y los miles y miles de muertos seguirán presentes en nuestra mente. Eso sin contar que el "bicho" seguirá por ahí esperando a ver si bajamos la guardia. Ojalá me equivoque, naturalmente.
Volviendo al hilo de la cuestión, decir que el pasado domingo 29 no fue mejor.
La plaza de San Pedro, normalmente abarrotada a esa hora de cualquier domingo, apenas podía contar con un limitado número de fieles, la mayor parte turistas que habían desafiado a la pandemia que azota al mundo. A sabiendas de que eran pocos quienes le esperaban el Papa rezó el ángelus en "streaming", desde la biblioteca del Palacio Apostólico, que fue transmitid en pantallas gigantes instaladas en la plaza de San pedro a un público insignificante. Por mucho que estén más que justificadas, hay cosas tan surrealistas que no pueden evitar conmovernos.
Informado de la desolada imagen de la Plaza de San Pedro el Papa no evitó, ni mucho menos, exclamar su pesar por la nefasta situación...
-"Me resulta raro esta oración del ángelus enjaulado en la biblioteca, pero yo os veo igualmente y os soy cercano" -dijo el Papa Francisco sentado en medio de la sala donde normalmente recibe a los Jefes de Estado.
Al finalizar las oraciones el Santo Padre se asomó a la ventana y, ante la falta de fieles, bendijo igualmente al invisible y aterrorizado mundo. Italia, como la mayor parte de países, ha suspendido todos los eventos y manifestaciones públicas a fin de limitar la expansión del coronavirus. La plaza de San Pedro no está en Italia... ¡pero como si lo estuviera!.
El Papa aparecía con buen aspecto tras el fuerte resfriado (que no coronavirus) sufrido días atrás y que le obligó a suspender algunas audiencias. Aquellos fieles turistas que, a pesar del inminente peligro de contagio, habían acudido igualmente a la plaza de San Pedro, no pudieron ver al Papa pero al menos escucharon sus palabras. Paradógico sin duda es que sin embargo sí había cola de 45 minutos para acceder a la Basílica. No por la multitud inexistente, sino por los controles de acceso. Algunos turistas sudamericanos (Colombia y Ecuador) se mostraban alegres y sin miedo al contagio, con intención de seguir sus planes de ver la Iglesia de San Pedro y seguir visitando Europa. Gente la hay para todos los gustos y colores.
RAFAEL FABREGAT
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