En España presumimos de la Semana Santa, un evento que se celebra con gran esplendor en numerosas ciudades españolas. Sin embargo nuestra fe es tan solo una anécdota, si la comparamos con lo que sucede en México, segundo país del mundo en número de fieles. Son, nada menos, que 103 millones y medio de católicos. El primero es Brasil con 172 millones.
Pero eso no es todo. México nos supera no solo en número, sino también en porcentaje de practicantes. Allí la religión se vive en cada poro de su piel y a ella se acogen en todo y para todo lo que la vida les presenta, sean alegrías o penurias. Se reza para lo bueno y para lo malo, no como en España que solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Se diga lo que se diga España nunca fue un país católico. Durante la dictadura de Franco se iba a la iglesia por conveniencia y por cumplir con quienes nos ofrecían sombra y protección, pero de ahí a creer todo lo que allí se dice...
Esas cosas no pasan en México, país eminentemente católico por convicción. Parece ser que Hernán Cortés les dejó claro lo que se debía o no se debía hacer y todavía se acuerdan... Bueno eso es lo que se dice pero, como en todas partes cuecen habas, hemos ido a comprobarlo y lo que nos hemos encontrado ha resultado bastante deprimente y muy por debajo de nuestras expectativas. El Domingo de Ramos no está nada mal. Se ve que lo de la palma y es ramito todavía tiene una connotación proteccionista, puesto que allí se cree mucho todavía en brujas y diablos y esas palmas y ramitos bendecidos se les antojan grandes protectores de la casa y sus habitantes. Bueno es por lo tanto tenerlos a mano, en puertas y ventanas, para que los malos augurios, siempre portadores de desgracias, no penetren en la casa. Pero, claro, después llega la Semana Santa y allí las procesiones son escasas y poco engalanadas.
Nada que ver con el esplendor y la riqueza con la que las cofradías españolas visten sus "pasos", muchos de ellos con varias toneladas de peso. No es que aquí sobre el dinero, ni mucho menos, pero las cofradías son multitudinarias y organizan rifas y toda suerte de "inventos" para sacar dinero hasta de debajo de las piedras, dinero que naturalmente va destinado a lucirse en procesión tan emblemática como la de Semana Santa. Los costaleros o portadores de estos "pasos procesionales" exageradamente pesados, tienen que inscribirse de niños para tener el privilegio de ser portador de la emblemática carroza, aquí llamada "paso" y que viene a costar hasta 300.000 euros o más. Algunos de estos pesan más de 4.000 kilos y llevan hasta 8 y 12 "varas" con hasta 10 porteadores en cada una de ellas, soportando durante horas un peso aproximado de 50 kilos cada uno. Una tortura que sin embargo se hace por placer.
Son muchos los gastos que conlleva salir una cofradía a la calle. Depende lógicamente del número de esculturas que lleve el "paso" integradas, las decenas de cirios que lo acompañan, del dorado íntegro del mismo, los faldones y bordados, las hasta ocho varas que eleven los porteadores, la banda de música y un largo etcétera. Eso sin contar las decenas, algunas veces cientos, de "nazarenos" que lo acompañan y el consiguiente valor de sus vestidos y cirios descomunales que eso ya se paga cada cual. En España la Semana Santa mueve varias decenas de millones de euros, motivo por lo cual, cuando el tiempo no acompaña y no puede salir la procesión, los cofrades se muestran acongojados, cuando no llorando a moco tendido. Todo un año trabajando para nada. Sin embargo en México es otra cosa, quizás más real y de menos ostentación. No se trata de desmerecer a nadie, simplemente diferente y más acorde al tiempo actual.
Lo que si tiene México en Semana Santa son muchos días feriados y no todos son para ir a ver procesiones. Téngase en cuenta que este país, aún siendo norteamericano, está en una latitud mucho más al sur que la de España, más o menos parecida a la del Sáhara Occidental, motivo por el cual hace bastante más calor que aquí. Es de suponer que siendo estas celebraciones a mediados del mes de Abril e incluso a finales, la atracción principal no es el engalanarse con ropas de fiesta y acudir a procesiones, sino calzarse el bañador y ligerito de ropa encaminarse hacia la playa con novia o amigos, e incluso con toda la familia si uno está casado y con hijos. Me da también la impresión que aquello de la masiva catolicidad mexicana era seguramente propia de tiempos pasados, pero no de los actuales cuando, por lo que tengo entendido, la población mexicana apenas si ronda los 30 años de media. En España son 44 años y subiendo... ¡Y eso se nota!.
RAFAEL FABREGAT
Mi querido Rafael es un gusto saludarte desde mi cuarentena en mi casa (la tuya) y pues nada solo felicitarte por tu artículo y hacerte (si me lo permites) una rectificación respetuosa: México es Norteamerica y no Sudamérica. Es solo una minucia y te envío para vos y tu familia un fraternal abrazo: Armando Martínez.
ResponderEliminarEstimado amigo Armando, tienes más razón que un Santo. No sé en qué estaría yo pensando en el momento de escribir esta entrada al Blog. Efectivamente no hace falta ser doctorado en Geografía para saber eso. Te agradezco la rectificación que me demuestra tu interés en lo que aquí se escribe. Recibe un fuerte abrazo.
ResponderEliminarRafael Fabregat Condill