20 de junio de 2017

2438- LAS ANGUSTIAS DEL AMOR.

A una cierta edad nos parecen tonterías, pero no lo son cuando las sufres y cuando las disfrutas, durante el despertar de la adolescencia. ¿Quien, en esa época, no ha sufrido algún episodio de amor o desamor?. No se sabe por qué motivo, todos nos apresuramos en olvidar las situaciones traumáticas de esa época de la vida. Pero recordar su desenlace positivo es volver a vivirlo y a disfrutarlo. Muchas veces los comienzos son dolorosos o al menos inseguros... Angustia, tristeza, melancolía... Y, cuando el dilema se resuelve y se resuelve bien, estremecimientos de intensa y compartida dulzura ante el sentimiento más maravilloso, indefinible, e incontrolable de cuantos pueden experimentarse en la vida. Se trata simplemente del amor, duramente trabajado y felizmente conseguido.

Los síntomas de esta "enfermedad" son claros y universales. También aquellos que se hacen los duros, han vivido momentos de incertidumbre y de inquietud. No sabes exactamente por qué motivo, una persona te llama la atención y de repente se convierte en algo prioritario en tu vida. Es comprensible que, no siendo algo simultáneo, tengas que hacer lo posible por llamar la atención de esa persona y conquistarla, hacer que sienta por ti lo mismo que tu sientes por ella. No es fácil. Han de darse una serie de coincidencias que en el 90% de los casos no se producen. Más bien al contrario, a la persona que a ti te gusta le puede gustar otra y a esa otra, otra más... en una situación de imparable caída de fichas de dominó. Claro que esa es tan solo la impresión del primer encuentro. Ya en el siglo XXI, las chicas son más liberales y el asunto es más fácil de lo que era décadas atrás.

Entre las pandillas de jóvenes con relación desde antiguo, puede darse el caso de que, de repente, te fijes en detalles de una persona que hasta ese momento te habían pasado inadvertidos. Empieza por tanto una idealización de las características de esa persona, que hasta entonces nunca te habían llamado la atención. Es lo que llamamos "flechazo", en cuyo caso hay que hacer todo lo posible para que esa situación se convierta en recíproca. Nada hay más decepcionante que un amor platónico, por inseguridad a la hora de mostrar tus sentimientos a la otra persona. En esta clase de situaciones, las mujeres de hoy, son más lanzadas que los chicos y suelen provocar el "choque de trenes". Antiguamente, con aquello del recato femenino, era casi obligado que fuera el chico quien se lanzara a la piscina, pero afortunadamente las cosas han cambiado.

Hay más libertad. Los miedos y las inseguridades ya no son tantos ni tan prolongados, a no ser que la persona de nuestros sueños ya tenga pareja, en cuyo caso la conquista puede convertirse en dura batalla y hasta incluso en tragedia para la parte afectada. Sea como fuere, en las cosas del amor y de la guerra, es siempre lícito hacer cuanto convenga para ganar la batalla, aún a sabiendas de que tiene que haber daños colaterales. ¡Ay el amor, ingrato e invisible duende que nos quita el sueño en los amaneceres de la vida...! Llega, te trastorna la vida y marcha por donde llegó, dejando una fragancia que te acompañará siempre. Claro que, a veces, puede quedar contigo de por vida, sin que haya normas establecidas sobre su comportamiento. Es un misterio. Nadie sabe de qué depende uno u otro resultado. Para bien o para mal unos amores son efímeros y otros eternos.

El amor es irracional, imprevisible y a veces inalcanzable. Puede darse entre solteros y casados, entre profesores y alumnos y hasta incluso entre fieles y confesores. En las cosas del amor, no hay normas establecidas ni soluciones fáciles o imposibles. Como se dice frecuentemente, se trata de una aventura de incierto final. Muchas parejas, que creen haber alcanzado el éxito de por vida, se separan al ocaso de sus vidas, algunos incluso ya jubilados. En pleno siglo XXI esto es más cierto que nunca. No tenemos paciencia y ya no aguantamos nada. Es la modernidad, una etapa de la humanidad que no tiene el por qué ser forzosamente mejor que otras anteriores. Vivir con alguien al que ya no soportas tiene que ser triste y duro pero, esa segunda oportunidad que muchos buscan tras una separación, pocas veces suele alcanzar la felicidad pretendida. Claro que, este es otro tema...

RAFAEL FABREGAT

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