Históricamente África ha sido siempre el continente más pobre del mundo, una paradoja teniendo en cuenta su riqueza natural. En la actualidad, especialmente desde que hemos entrado en el siglo XXI, cientos o quizás miles de personas se echan al mar cada día, con barcazas inseguras y sobrecargadas, con el único fin de buscar en Europa una vida mejor. Tiempos atrás desconocían que había un mundo mejor y aguantaban en su tierra de origen una vida de precariedades, pensando que no había otras opciones. Ahora ya saben que hay otras realidades y que, para poder acceder a ellas, hay que arriesgarlo todo, incluso la vida. Y lo hacen. ¡Vaya si lo hacen!. Cada año miles de personas se dejan la vida en la travesía del Mediterráneo, en busca de esa vida mejor, vista en la televisión o incluso contada por aquellos que consiguieron llegar antes.
A todo esto se unen ahora las guerras de islamistas radicales perpetradas en Oriente Próximo y que han traído hasta las fronteras europeas miles de refugiados, con los que Europa no sabe muy bien qué hacer. Todos tenemos claro que, en confrontaciones anteriores, también los europeos buscaron en otros continentes el refugio que ahora se nos demanda. El problema es que esta petición ha llegado en cantidad abrumadora y en momentos de crisis e incertidumbre. El Reino Unido, tras haberse enriquecido colonizando medio mundo, se ha blindado contra esa emigración no deseada. Cientos de miles de musulmanes, sin idioma ni preparación, se apilan en las fronteras de los países europeos pidiendo una oportunidad y la respuesta ha sido el cierre de fronteras y su construcción allí donde ya no las había. Es un verdadero problema, que los atentados terroristas islámicos no facilitan en absoluto.
Según el Génesis, tras ser expulsados del Paraíso Terrenal, Adán y Eva tuvieron que emigrar y buscarse la vida como buenamente pudieron. Podríamos decir que protagonizaron la primera emigración de la Historia, pero a ésta siguieron otras. También allí se nos cuenta que Moisés y los judíos escaparon de la miseria y de las persecuciones egipcias, en busca de la Tierra Prometida. La Edad Antigua está plagada de textos que nos cuentan migraciones religiosas y económicas. Ya en la Edad Moderna tenemos un claro ejemplo en tierras hispanas, con la expulsión de judíos y moriscos. La religión musulmana comenzó con la huida de Mahoma en el año 662 y su expansión se debió fundamentalmente a la Guerra Santa en busca de su derecho a establecerse en otras latitudes, derechos que consiguieron a sangre y fuego en Asia, África y en la propia Europa.
RAFAEL FABREGAT
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