6 de marzo de 2017

2362- FEMINISMO SIN ESTRIDENCIAS.

La mujer es igual al hombre desde el principio de los tiempos. Otra cosa es que por error o pura conveniencia haya adquirido roles que ahora lamenta. De todas formas no sé a santo de qué, tanta tontería de huelgas y manifestaciones, pues no me cabe duda de que el día que se proponga recuperar su lugar lo hará con un simple chasquido de dedos. ¿Acaso alguien duda de su capacidad?. Yo lo tengo clarísimo, el hombre manda y decide, sí pero siempre previa consulta con la mujer. Luego decidimos en aras de la decisión que ya haya manifestado ella y el ego queda salvado. ¿Es eso mandar?. Está claro que no voy a hacer enemigos (as) con la publicación de este post, pero no me importa. 

Me vanaglorio de ser fiel a 'mi' verdad y en esta ocasión, es decir que en esas manifestaciones veo pocas mujeres y muchos 'marimachos'. Las verdaderas mujeres, las que valen y los tienen bien puestos, no necesitan salir a la calle. ¿Por qué no salen también a la calle las mujeres que piensan que son felices tal cual, que están bien como están, que se sienten valoradas en su trabajo y queridas en su casa y que no necesitan manifestarse en aras de conseguir no se sabe qué objetivos?. No tenemos ninguna duda de que la mujer, salvo en fuerza física, es superior al varón en todo y muy especialmente en el aspecto intelectual. La Universidad mundial ya está con una proporción de 6 a 4 en poder de las mujeres. 

¿Por qué creen que la Iglesia Católica no las quiere en sus filas?. Sencillamente porque les tienen miedo y tienen sobradas razones para ello. En cuatro días los dejarían 'pelados' puesto que, en el plano intelectual, son mucho más capaces que los hombres. Muchos dicen que, hasta ahora, ninguna mujer ha demostrado inteligencia y valía equiparable a la del varón, pero no es cierto. Lo que sucede es que, cuando una mujer ha destacado en algo, sencillamente se la ha silenciado. 
Yo me acabo de enterar ahora, seis siglos después, que el primer escritor que consiguió vivir de aquello que escribía, fue una mujer. Sí señores, una mujer llamada Cristine de Pizán
De raza le vino al galgo...
Cristina había nacido en Venecia el año 1364 y era hija de Tomás de Pizán, físico eminente,
astrólogo de la Corte y canciller de la República de Venecia. Tras el nacimiento de Cristine, su padre aceptó trasladarse a la corte de Carlos V de Francia, como físico, alquimista y astrólogo real. 
Como era de esperar, casi de forma autodidacta, Cristina aprendió fácilmente francés, italiano y latín, redescubriendo en la biblioteca de Carlos V a los clásicos y el humanismo del renacimiento temprano. Pasando toda su infancia entre tan valiosos manuscritos, no es pues extraño que prontamente fuera capaz de escribir la biografía del propio rey Carlos V. 

Con 15 años, era lo propio en aquella época, Cristina se casó con Étienne du Castel, secretario de la corte, con quien tuvo un matrimonio corto pero realmente feliz. No siempre era así, con nupcias tan tempranas. De todas formas el rey murió aquel mismo año y también su padre murió diez años después. 
No acabaron ahí las desventuras de Cristina pues poco después también murió su marido. 
Cristina quedó viuda a los 25 años, con tres hijos, su madre y una sobrina a su cargo. 
Perdido el apoyo económico de padre y marido, Cristina decidió mantener a su familia como escritora profesional, algo jamás imaginado por ninguna mujer en aquellos tiempos en los que a la imprenta le faltaba más de un siglo para ser inventada. 
Escribió poemas, canciones y baladas que calaron en el gran público y fue capaz de ganar lo suficiente para mantener a su familia. Creció su popularidad entre el pueblo y también los nobles apoyaron su obra. 

En 1404 Cristina de Pizán dedicó varios de sus libros a Margarita de Borgoña, delfina de Francia, en cargados por su padre Juan Sin MIedo. También le fueron encargados diferentes poemas y cuentos alegóricos.
Apenas diez años estuvo sacada y poco o nada vivió de los ingresos de su marido, pero Cristine de Pizán no se amedrentaba por cualquier cosa y menos aún por no tener un hombre a su lado. 
Escribió varias obras en prosa, defendiendo a la mujer de las calumnias de Jean de Meung a quien calificó de misógino, en lo que puede calificarse como una de las primeras manifestaciones feministas de la historia. 
El tal Meung se reía de su propia sombra, hasta el punto de que en su lecho de muerte legó a los monjes jacobinos de París un cofre que solo podía ser abierto después de su fallecimiento y exequias correspondientes. 
Jean de Meung fue enterrado en la abadía de estos monjes con grandes honores, pero al abrir el cofre los monjes vieron que solo contenía piedras. 
Esto indignó a los jacobinos que exhumaron su cadáver pero, enterado el rey, ordenó que se le volviera a enterrar en el mismo lugar, sin que sus restos fueran nunca más molestados. A los monjes solo les pasó lo que realmente merecían...

El 1405 Cristina escribió su autobiografía, como réplica a sus detractores, continuando esta obra con una colección de historias de heroínas del pasado. En 1406 ahonda ya en los problemas de la mujer, como sexo débil. En 1418, ya con 54 años y cansada de las consecuencias de la Guerra de los Cien Años, Cristine de Pizán trasladó su vida al monasterio de Poissy en el distrito de Saint-Germain-en-Laye, a orillas del río Sena. Contemporánea de Juana de Arco, dedicó a esta líder militar una de sus últimas obras por considerarla gran defensora de su propio sexo. Tras completar este poema particular en 1429 Cristina decide poner fin a su carrera literaria y muere allí mismo al año siguiente 1430 con 65 años de edad... Hombres y mujeres no deberían estar en lucha permanente por el liderazgo. ¿Por qué no caminar juntos sin más?.

RAFAEL FABREGAT

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