Nada de alimentar dudas. Al hablar del paraíso me refiero al archipiélago de Isla Mauricio, país soberano insular ubicado al sudoeste del océano Índico, a 900 Km. del punto más próximo a Madagascar. Su capital y ciudad más poblada es Port Louis. Además de Mauricio, el país acoge también a las islas de San Brandon, Cargados Carajos, Rodrigues y las islas Agalega. Juntamente con la Isla Reunión, situada 170 Km. al oeste, Isla Mauricio forma parte de las Islas Mascareñas aunque, por voluntad propia, Reunión es territorio francés. Isla Mauricio tiene la peculiaridad de ser el único país del mundo, fuera de la India y Nepal, donde predomina la religión hindú y el culto Murugan. Parece ser que sus primeros habitantes fueron marineros malayos y árabes del siglo X, todos ellos aventureros llegados de oriente a través del océano Índico. El islám y el budismo también están ampliamente representados.
Los portugueses llegaron en 1507, encontrado muy escasa población. En 1598 una escuadra holandesa desembarcó en esta isla, aunque no sería hasta cuatro décadas más tarde cuando los holandeses la colonizarían dándole el nombre de Mauricio, en honor del príncipe de los Países Bajos, Mauricio de Nassau. Sin embargo no supieron ver su potencial. Unas décadas después, viendo la escasa fertilidad del suelo, los holandeses abandonaron Mauricio. Durante el siglo XVIII esta isla fue colonizada por los franceses, que la denominarón de Isla de Francia. Tras la derrota de Napoleón, los franceses se vieron obligados a ceder Isla Mauricio a los británicos que le devolvieron su nombre anterior. Mauricio consiguió la independencia en 1968 y actualmente la banca y el turismo la han convertido en paraíso, terrenal y financiero.
Por su situación intertropical, Mauricio goza todo el año de un clima cálido y una vegetación densa, repleta de cocoteros. En el mundo turístico se la conoce como la "Isla Playa", un pedazo de paraíso rodeado de lagunas de un azul multicolor, diferentes tonos azulados que reflejan su fondo cristalino y un agua siempre óptima para el baño, que oscila entre los 24 y 28ºC. El nudismo y el topless no son comunes en las playas públicas pero sí se acepta en las privadas de los hoteles que lo inundan todo.
De todas formas también en las playas menos concurridas se va aceptando lo inevitable y, al suave calorcillo del viento oceánico y al son que marcan las melodías de los cassettes de los vendedores de helados, chicos y chicas van quitándose ropa, a fin de contactar de forma más agradable con el agua. Y entre ellos, claro está y entre ellos.
Está visto amigos que para ir al Cielo no hay que morirse...
RAFAEL FABREGAT
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