Según las evidencias genéticas, hasta hace unos 600.000 años, anteayer como quien dice, el hombre era uno más de los animales que pueblan la Tierra. Tal como sucede con los animales de hoy, el hombre y todas y cada una de las especies, no tenían otra dedicación que la de subsistir a base de alimentarse con la caza de otros animales o de lo que la naturaleza les proporcionaba. De todas formas todavía hubieron de pasar muchos miles de años para que la evolución natural les proporcionara el discernimiento necesario para entender que la recolección y la caza podía ser mucho más fácil si animales y plantas pudieran estar domesticados y por lo tanto al servicio del hombre. Antes de domesticarlo todo, el hombre había de domesticarse a sí mismo, lo cual no fue sin duda nada fácil. Sería un salto cualitativo descomunal para unos seres que no habían conocido otra forma de vida que la de buscar el sustento deambulando por un territorio también plagado de enemigos.
Ante la pregunta de, a qué animales domesticaría antes el hombre, podrían darse muchas y muy diferentes respuestas pero todas estarían equivocadas. Según los estudios llevados a cabo por científicos de la Universidad de Milán, cuando nuestros antepasados pusieron en práctica la domesticación de los animales interesantes de su entorno más próximo, ya hacía mucho tiempo que se habían domesticado a ellos mismos. Aún así y hasta hace bien poco, las luchas entre ellos eran el Padrenuestro de cada día. Cualquier disputa sería primero a tortazos o a pedradas, para seguir a garrotazos, con flechas y lanzas y después a tiros, para acabar a cañonazos, bombas y misiles.
La evolución armamentística creo sin embargo que habrá sido para bien, puesto que es tanto el miedo al enemigo que se considera mejor solución vivir en paz. Ahora se piensa, con razón, que la guerra más fácil, eficaz y menos dañina es la económica, que no es poca cosa.
Los expertos consideran, según la evidencia genética, que los primeros humanos modernos nos domesticamos a nosotros mismos después que nos separáramos de los neandertales y denisovanos hace aproximadamente 600.000 años.
El homo sapiens, del que procedemos, ya fue un ser completamente "domesticado". Se adornaban el cuerpo y decoraban muchas de las cuevas que habitaban. También cazaban pero de forma organizada.
Esa domesticación es la gran diferencia que nos separa de nuestros antepasados primates. Después, la propia domesticación provoca unos cambios físicos y genéticos, que surgen de una especie que opta por vivir de forma más amigable y menos agresiva con respecto a sus congéneres. También los animales domesticados van cambiando, al no serles necesario buscar el sustento en la propia naturaleza, sino que se la proporciona su dueño y señor. Es todo un aprendizaje, pues también el hombre moderno es menos agresivo de lo que fueron sus antepasados y está más dispuesto a negociar sus requerimientos. A medida que la humanidad se hizo más cooperativa, fue dándose cuenta de que tal actitud les favorecía.
RAFAEL FABREGAT
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