4 de abril de 2011

0320- EX-COLONIA ESPAÑOLA DE PUERTO RICO.

Dicen los que nada tienen, que nada se puede conseguir trabajando. Desgraciadamente, demasiadas veces tienen razón. Hombre, ¡vamos a ver...! Es cierto que, mediante un trabajo físico, es difícil hacer fortuna a menos que seas minero y encuentres una veta de oro que te haga rico de sopetón. Con lo que uno puede ganar por medio de un trabajo normal y corriente, se puede adquirir una casa y crear una familia; tal vez poder coger unas pequeñas vacaciones, viajar un poco, pero nada más. Hacer grandes fortunas implica embarcarte en grandes aventuras, pero con grandes beneficios si todo sale bien. Pocos países tienen lo que tienen porque un día lo adquirieron. Entonces, como ahora, las fronteras son fruto de grandes conquistas y decimos conquistas porque la palabra robar es muy fea y porque es una piedra que solo el que esté libre de culpa puede tirar. El 99'99% dirán que ellos sí pueden tirarla, pero es porque no se han confesado nunca a sí mismos. Realmente, los que podrían tirar esa piedra son el 0,01 restante, o sea, que para encontrar una sola persona sin tacha harían falta tres pueblos como el nuestro. Pero vayamos al grano... ¡que hoy toca la isla de Puerto Rico!

Se cree que los primeros pobladores de Puerto Rico se remontan hacia el año 3.000 a.C. Cuando llegó Cristóbal Colón a esas tierras, el 19 de Noviembre de 1.493, en su segundo año de exploración americana, las habitaban la tribu de los "Taínos", gente pacífica y hospitalaria. Llegados los españoles en naves tan portentosas y tan estrafalarios ellos, fueron vistos por los indígenas como dioses y fueron agasajados con collares de oro que, para ellos, solo tenían un valor decorativo. En 1.508 Ponce de León, en representación de la corona española, colonizó la isla montando un sistema feudal que obligó a los isleños a abandonar sus aldeas para ir a trabajar a las haciendas de los colonos. 

Muchos murieron por no estar inmunizados contra las enfermedades llevadas por los conquistadores, supliéndose la falta de mano de obra con la llegada de esclavos africanos. Aún hoy se estima que la raza de Puerto Rico es un mestizaje de las razas taína, española y africana, pero... ¡Ay!.
Hacía ya muchos años que Norteamérica miraba hacia el Caribe y esperaba expectante cualquier intento de independencia de los nativos para, simulando un apoyo a la población indígena, hacerse con el control de unas islas que consideraba de gran interés comercial y estratégico. En el último tercio del siglo XIX, aprovechando la debilidad de la corona española por el destronamiento de Isabel II y las muchas dificultades en encontrar un nuevo rey válido, Estados Unidos invadió Cuba y Puerto Rico forzando la firma del Tratado de París por el que España renunciaba a todas sus colonias (también a Filipinas) en favor de Norteamérica. 

No hubo beneficio alguno para el pueblo que pasó de estar bajo control español a estarlo por los americanos. El águila imperialista, que se jacta de democrática y liberal, se lanzó sobre la presa como hoy, ya dentro del siglo XXI, sigue lanzándose cuando ve debilidad en el enemigo y algo que pueda ser de su interés.
En materia de colonialismos, nada nos sorprende y nada nos espanta. También nosotros fuimos colonizadores, pero de un modo distinto. España fue descubridora y colonizadora de tierras desconocidas para el mundo civilizado, que nunca se había atrevido a adentrarse en el Atlántico. Desde su punto de vista, era como arrancar nuevos campos a la dura montaña y anexionarlos a la corona que había invertido su dinero en llevar a cabo aventura de tan dudosos resultados. Descubierto el objetivo por Colón, fue muy fácil a otros países ir arrebatando poco a poco lo que éste había descubierto para la Corona que había sufragado los gastos de estos históricos viajes. ¡Las nuevas tierras son de todos! -gritaron los demás. Y lanzándose al mar, ya sabedores de lo que había al otro extremo, empezaron a dar codazos a diestro y siniestro. En fin, todo normal... Sin embargo los americanos fueron más allá. 

Tras adueñarse de todo el norte del continente y viendo la situación estratégica de las islas del Caribe, intentaron negociar con España para participar de sus riquezas pero, al mantenerse firmes los españoles, socavaron su debilidad apoyando los diferentes movimientos independentistas que no eran tales, sino la excusa para apropiarse ellos de aquellas tierras.
España resistió las presiones hasta que la Revolución de 1.868 derrocó a la reina Isabel II y entró en décadas de debilidad al no encontrar un sucesor fuerte. Primero y durante tres años fue el italiano Amadeo I de Saboya y después un Alfonso XII de apenas 17 años que moriría diez años después de tuberculosis. Sin embargo el trono quedó asegurado con el hijo (Alfonso XIII) que su mujer esperaba y que nacería en 1.886. En Noviembre de 1.897, contando el rey Alfonso XIII 11 años de edad, Estados Unidos había ordenado a su flota del Pacífico que se dirigiera a Hong-Kong y que hicieran prácticas de tiro a la espera de órdenes para invadir Filipinas y la isla de Guam, pero eso no era todo...

Al tiempo que habían decretado bloqueo naval a Cuba, fondeando sin permiso alguno el buque Maine en el puerto de Santiago. El 15 de Febrero de 1.898 el Maine saltó por los aires sin que mediara intervención española alguna.
Los americanos culparon a los españoles del incidente, que se dice ellos mismos provocaron y declararon la guerra desembarcando sus tropas en la isla y destruyendo la flota española que apenas pudo salir de un puerto totalmente rodeado. La vergonzosa contienda se relata como una práctica de tiro para los navíos norteamericanos que más potentes y apostados alrededor de la bahía les destrozaron sin remisión. Lo mismo ocurrió el 1 de Mayo en Filipinas y el 25 de Julio en Puerto Rico. El 16 de Julio los españoles fueron obligados a rendirse y el 10 de Diciembre forzados a firmar el Tratado de París por el cual España cedía a Estados Unidos todos sus territorios de ultramar. 
Tal como hizo con el resto de las colonias robadas a la corona española, unos años después Estados Unidos permitió a Puerto Rico un gobierno civil que sustituyó al de ocupación, pero siguió administrando la isla durante casi 50 años y nombrando a sus Gobernadores. 

No sería hasta 1.946 cuando, hostigado por el pueblo puertorriqueño, aceptó el nombramiento del primer gobernador de la isla. El 30 de Octubre de 1.950 la insurrección nacionalista proclamó la república y en 1.952 obtenía la declaración de Estado Libre Asociado; federados a Norteamérica y sujetos por tanto a la autoridad del Congreso de los Estados Unidos. La mayor parte de la población portorriqueña aceptan gustosos formar parte de los Estados Confederados de Norteamérica, puesto que los diferentes presidentes han ido engrasando la maquinaria para que así sea, pero lo cierto es que, por unas cosas u otras, desde 1.493 Puerto Rico jamás fue independiente y por lo tanto libre. Se mire como se mire, siempre serán subordinados de Norteamérica, es decir: ¡Contentos pero jodidos...!

RAFAEL FABREGAT

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