1 de abril de 2011

0319- EL ABSENTISMO LABORAL.

A mi edad ya pocas cosas pueden sorprenderme pero, aunque intuyéndolas o incluso conociéndolas sobradamente, algunos no estaremos nunca preparados para aceptarlas. Hay cosas que sería preferible no saber pero, actualmente, la información nos llega incluso sin buscarla. El problema que hoy nos ocupa es de todos conocido, pero uno prefiere no pensar que esto pueda suceder cada día en este país en el que, para bien o para mal, nos ha tocado vivir. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que estas actitudes dejen de ejercitarse y es lamentable pensar que, hasta que esto no suceda, siempre viajaremos en el furgón de cola, en el de ayer, en el de hoy y en el de siempre. Sin embargo, como tantas veces he comentado, no somos culpables de ser como somos. Nadie elige su forma de ser. Mil veces invadidos y ocupados por toda la escoria que nos rodeaba, en este país somos eso, la mezcla de todo lo "mejor" que ha visitado esta península a lo largo de su historia. 

Gente que, incapaces de trabajar, solo sabían ganarse el sustento abusando de los demás. Pícaros, amantes de los placeres de la vida y poco dispuestos al trabajo y al sacrificio. Sin embargo, nada podemos hacer para cambiar unos genes que nos vienen de un pasado tan lejano como inevitable.
Desde todos los países de Europa nos miran de forma despectiva. ¡Bah, españoles! -dicen. Y nosotros, desgraciados, en lugar de preguntarnos el por qué de esa animadversión hacia nuestra raza, intentando luchar para corregir el problema, sonreímos satisfechos de nuestra condición. Cuantos se habrán preguntado, con toda la miseria que hay a nuestro alrededor, el por qué son tantos los que dicen que España es uno de los países del mundo donde mejor se vive. ¿Como se come eso?, se preguntarán más de cuatro... ¡Pues muy fácil!. Se vive mejor, porque España es el lugar donde menos se sufre por nada, sean cuales sean los problemas que nos acucien. Si hay dinero ¡bien!, pero si no lo hay ¡no pasa nada!. Tan pasotas somos y tan conocida es mundialmente nuestra actitud, que esa es la primera frase que se aprenden los emigrantes llegados a nuestro país: ¡Tranquilo, no pasa nada!. 

Y así nos va... Hoy en día, con todos los problemas que acucian a la práctica totalidad de las familias y las pésimas perspectivas laborales existentes, se estima que más de un millón de empleados dejan de acudir al trabajo cada día, alegando problemas inexistentes, para ir con la parienta de compras, jugar unas partidas al Bingo o al Casino, a pasar el día a la playa, a buscar setas, etc., etc. Justamente un porcentaje tres veces superior al de cualquier otro país europeo. ¿Les parecen muchos?. Pues no, no ¡que va!... no son muchos. Antes de la crisis eran tres millones los que ejercían esa descerebrada "actividad".
En los pequeños negocios de autónomos es el empresario quien soporta la carga pero, cuando la empresa tiene una mínima entidad, esta falta de productividad se carga al coste del producto que finalmente pagamos todos. Cuando el empresario, incapaz de soportar el abuso prescinde del holgazán, la carga va a la Seguridad Social y consiguientemente al resto de trabajadores. Paradójicamente, la respuesta social ante un fraude de esta índole, es una amplia sonrisa... Ja, ja, ¡que pillo es fulano! ¿Acaso no se da cuenta nadie que la pillería de esos "listos" la pagan todos los demás?. 

Unas veces con trabajo, otras con cargas sociales, otras a través de unos precios hinchados por la baja productividad de las empresas que los han soportado.
Personalmente me parece perfecto que una parte de la sociedad opte por no trabajar y vivir de la caridad ajena, mendigando y deambulando por calles y carreteras. ¡Allá cada cual! Pero esos listos (con nómina) que cuando tu llegas al trabajo no están y cuando vuelves, sucio, sudoroso y exahusto, quizás incluso jodido porque te ha tocado hacer una hora más (aunque te la paguen bien) y los ves sentados en una terraza, con una cerveza fresquita en la mano... ¿Qué piensas?. Está claro que todos no podemos seguir ese "camino a ninguna parte". Alguien tiene que suplir la holgazanería de ese millón diario de vagos que, paradójicamente, son los que mejor conocen todos sus derechos, que no sus obligaciones laborales y con el resto de la sociedad. Pero, ¿hasta cuando...? porque los demás, ni son ciegos, ni tontos. ¿Hasta cuando tiene que durar esto?. 
España ha dejado de ser competitiva en casi todo. Nuestros productos industriales, e incluso los agrícolas, son caros y difíciles de colocar en el mercado exterior. Empresas y población, colapsados por un fuerte endeudamiento que impide el desarrollo, estamos soportando un número creciente de zángamos que impide ver el final del túnel, ni luz alguna que dé esperanzas de una pronta recuperación. 

Mucho me temo que si la juventud actual no toma cartas en el asunto, gran parte de esta generación va a perder la oportunidad de vivir la vida que se merece. Algunas voces empiezan a alzarse diciendo no a las subidas lineales de sueldos, según el IPC y si a las que vayan parejas a la productividad. Grito al cielo (normal) de los Sindicatos que son los primeros en no acudir al trabajo y sí a cobrar la nómina, pero intentemos comprender... ¿Qué empresario va a arriesgar un capital, que posiblemente no tiene, para levantar una empresa en la que una parte de los trabajadores están instalados en la apatía y la inactividad?. Unos años atrás, al menos en nuestra zona, esta picaresca no se conocía pero, una vez abierto el melón... Algunos piensan que la solución, al menos la suya, puede estar en la política. Bueno, pues adelante. ¡A algunos no les ha ido tan mal! Pero alguien tendrá que seguir trabajando... ¡digo yo! y con la picaresca actual y la información disponible, ¿quién será el tonto que haga girar la noria?.

RAFAEL FABREGAT 

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