31 de julio de 2017

2460- PINCELADAS DE ESLAVONIA.

Actualmente de moda, somos muchos los que hemos visitado Dubrovnik, la capital del turismo adriático en Croacia. Sin embargo son pocos los viajeros que profundizan en esta modernizada región croata de fértiles tierras y belleza incomparable. Una de estas regiones paradisíacas es la de Eslavonia, situada al este del país y haciendo frontera con Serbia. Quedaron atrás las playas visitadas por media Europa y ante nuestros ojos se muestran imponentes ciudades como Osijek, a orillas del río Drava. Fértiles valles, antiguamente granero del país y hoy transformados en inmensos viñedos con uva de brillantes colores y madre de reputados vinos que presiden las mesas de la élite europea.

La mirada se pierde en el horizonte, pues solo pequeños montes u hondonadas salpican el grandioso paisaje. No hace tanto, por esta región se movieron no solo los croatas, sino también serbios, eslovacos y montenegrinos. Sin embargo aquel asfixiante nudo multicultural fue deshaciéndose por sí solo, al pensar sus invasores vecinos que su potencial autóctono era incluso superior, aunque sin poder soslayar unos 'años noventa' de destructiva beligerancia. En la mayor parte de Croacia la llegada del siglo XXI atrajo un turismo benefactor que levantó nuevamente las casas y la moral de sus gentes, pero en las regiones interiores el cambio fue mucho más lento. Las fábricas que se salvaron fueron privatizadas y todavía en la actualidad se vive especialmente de la agricultura, lo que no quiere decir que pasen penalidades puesto que los sufrimientos pasados los hicieron fuertes y pragmáticos. Parece ser que para triunfar, muchas veces hay que sufrir.

También en esta parte del mundo azotó la última crisis, pero con fortaleza y tesón supieron capear el temporal. Sus gentes otorgan a la naturaleza toda la relevancia que sin duda merece. Custodiada por ríos tan importantes como el Sava, el Drava y el propio Danubio, la región privilegiada de Eslavonia agradece de manera espléndida toda la dedicación que sus gentes le otorgan y paga con creces su esfuerzo. Un filón también para los amantes de la caza, la pesca y de una espléndida flora, que se convierte en arte a través del pincel y de la fotografía. Los parques naturales se suceden en este país donde nunca hay falta de agua y los lagos y las impresionantes cascadas se suceden unas tras otras. No en vano, aprovechando la paz que por fin se disfruta, el turismo europeo inunda Croacia.

El parque Kopacki es uno de los mayores humedales de Europa y también el más rico en especies animales. Ahora se cumplen cincuenta años desde que lo declararan espacio protegido. Nada menos que más de 300 especies de aves habitan el lugar, aunque el nivel de las aguas fluctúan bastante y su visión es muy distinta en verano e invierno. Cada época tiene diferentes especies que van turnándose en diferentes migraciones o hibernación. La vista se pierde en el horizonte, con diferentes manchas azules de agua o del amarillo del reseco carrizal veraniego, mientras diferentes graznidos llegan al oído del cazador o del aficionado a la fotografía de la fauna acuática. Cerca de esos humedales renace nuevamente el mayor de los tesoros eslavónicos: los viñedos.

Contrariamente a las costumbres españolas y tal como hace un servidor, los croatas acompañan la carne y las comidas contundentes con vino blanco. Los sábados, en cafeterías y restaurantes, grupos de música autóctona amenizan comidas que mayoritariamente tienen el cerdo como base. Esos locales suelen tener un sótano donde los vinos reposan a la espera de verse elegidos por los comensales. Allí se guarda también el buen queso y antiguos utensilios de cocina. Sobre las mesas bandejas de todo lo imaginable... Torreznos, salchichas, panceta, morcillas de diferentes tipos y, para que todo eso baje hasta el estómago, ensaladas, quesos, pan tierno y más vino de todos los colores. Osijek es la capital de la región de Eslavonia y San Pedro el titular de su catedral, con sello papal en la fachada por ser subsede vaticana. Sí o sí, hay que visitar Eslavonia... ¡Merece la pena!.

RAFAEL FABREGAT


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