29 de agosto de 2020

3014- EL REINO DE SALÉ.

Salé es una ciudad marroquí muy próxima a Rabat, tan próxima que se funde con ella, pero antiguamente fue Reino o República de los corsarios que navegaban por la zona intentando apropiarse de lo ajeno. Sus orígenes, más antiguos que la capital de Marruecos se remontan al año 1610 cuando los moriscos españoles fueron expulsados por Felipe III. Unos marcharon hacia Túnez o Argelia pero otros, los procedentes de Hornachos (Badajoz) y sus proximidades, que eran todos antiguos marroquíes, se dirigieron al sur y recalaron en Salé. Aprovechando que el país atravesaba en aquel momento una grave crisis política, provocada por el enfrentamiento entre los hijos del sultán Ahmad al-Mansur que había fallecido en 1602, los recién llegados se declararon independientes del sultanato de Marruecos. Uno de los contendientes reclutó a miles de aquellos moriscos para luchar contra su hermano de sangre, mientras otro recibía la ayuda del monarca español a cambio de la ciudad de Larache.

Finalmente fue el primero quien ganó la partida pero se olvidó de la suerte de los moriscos que le habían ayudado, ganándose las maldiciones de éstos. Mientras los moriscos no contendientes se instalaron en Tánger, Tetuán, Fez y otras ciudades marroquíes, donde ya vivían desde muchas décadas atrás comunidades andaluzas expulsadas por los Reyes Católicos, ellos habían quedado desamparados. Claro que éstos no eran bien aceptados pues vestían al estilo español y hablaban castellano pero, poco a poco, a medida que pasaron los años fueron mezclando sus apellidos españoles con los arábigos y la suerte fue cambiando. Aún así a los autóctonos su fe musulmana les parecía tan escasa que les llamaban "los cristianos de Castilla".
Aunque Rabat fue fundada por Yaqub al-Mansur tras la batalla de Alarcos en 1191 y dotada de fortaleza y murallas, nunca llegó a desarrollarse y en 1600 apenas contaba con unos cientos de viviendas y menos de 1.000 habitantes. Sin embargo la vecina Salé había recibido más de 10.000 moriscos españoles y varios centenares de judíos sefardíes que aumentaron rápidamente su núcleo poblacional aniquilando la supremacía de Rabat.

Hornachos (Badajoz)
Las diferencias culturales con los autóctonos provocaron el rechazo de aquellos por lo que los de Hornachos se instalaron al otro lado del río creando la Nueva Salé y que actualmente es la Medina de Rabat. Único puerto de Marruecos en el Atlántico, los Hornacheros impusieron su autoridad sobre Rabat-Salé, aunque pagando al sultán el 10% de las ganancias. Sin embargo en 1.626 mataron al caid 
declarándose independientes y llamando a este territorio "República de las dos orillas". Rápidamente se convirtió en un activo centro comercial que atrajo a moriscos de otros lugares, así como judíos y renegados europeos. En su momento de mayor esplendor Salé llegó a contar con una flota de más de 40 barcos de madera al estilo holandés y dedicados a la piratería, llegando hasta las costas de Islandia. Rabat-Salé era entonces inexpugnable, pero no por su fortaleza, sino por la escasa profundidad de sus aguas próximas. Solo los del lugar podían acceder sin encallar.

Grabado de la época. Salé a la izquierda del río y Rabat a la derecha.
El funcionamiento de la nueva República se estableció repartiendo el poder entre andaluces y hornachegos, repartiendo también por igual el importe de las presas y los derechos de aduanas. El capitán general de la fortaleza se elegía cada mes de Mayo por votación entre los miembros del diván. En 1931 los de Hornachos llegaron a proponer al rey de España la entrega del territorio a cambio de poder regresar a Hornachos, con todos los honores y recuperando sus propiedades y privilegios, pero la negociación no prosperó. En 1636 volvieron las luchas internas en la nueva República y en 1640 el territorio cayó en manos de los berberiscos del Valle de Muluya, en el Alto Atlas y en 1668 el sultán de Marruecos puso fin a la República de Salé. Se mantuvo sin embargo la actividad corsaria, pero con escasa virulencia. Todo aquel puñado de rebeldes sin causa fue dispersándose por otras ciudades marroquíes perdiendo poco a poco la conciencia de sus orígenes, hasta integrarse totalmente como marroquíes.

Torre Hassán y columnas de la grandiosa mezquita nunca terminada.
En el siglo XX Rabat fue nombrada capital de Marruecos dando comienzo su desarrollo imparable. Yaqub al-Mansur había proyectado en 1195 la construcción de una gran ciudad de cientos de hectáreas, toda ella amurallada y con cinco grandes puertas. En su interior una mezquita de 400 columnas que superase a la Giralda de Sevilla y a la Kutubia de Marrakech, pero las obras fueron detenidas a su muerte en 1199 y nunca se retomaron. De ella solo quedó la Torre Hassán que fue lo único terminado. Después de tantos años, todavía los descendientes de aquellos moriscos andalusíes presumen de sus apellidos claramente castellanos. En Marruecos es casi obligado tener al menos un hijo varón que perpetúe el apellido paterno. Así pues, apellidos como Carrasco, Blanco, Pérez, Rodríguez, Medina, Toledano y otros muchos, nos indican claramente lo acontecido cuatro siglos atrás, con la expulsión de sus antepasados de territorio español. 

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario