Finalmente fue el primero quien ganó la partida pero se olvidó de la suerte de los moriscos que le habían ayudado, ganándose las maldiciones de éstos. Mientras los moriscos no contendientes se instalaron en Tánger, Tetuán, Fez y otras ciudades marroquíes, donde ya vivían desde muchas décadas atrás comunidades andaluzas expulsadas por los Reyes Católicos, ellos habían quedado desamparados. Claro que éstos no eran bien aceptados pues vestían al estilo español y hablaban castellano pero, poco a poco, a medida que pasaron los años fueron mezclando sus apellidos españoles con los arábigos y la suerte fue cambiando. Aún así a los autóctonos su fe musulmana les parecía tan escasa que les llamaban "los cristianos de Castilla".
Aunque Rabat fue fundada por Yaqub al-Mansur tras la batalla de Alarcos en 1191 y dotada de fortaleza y murallas, nunca llegó a desarrollarse y en 1600 apenas contaba con unos cientos de viviendas y menos de 1.000 habitantes. Sin embargo la vecina Salé había recibido más de 10.000 moriscos españoles y varios centenares de judíos sefardíes que aumentaron rápidamente su núcleo poblacional aniquilando la supremacía de Rabat.
Hornachos (Badajoz) |
declarándose independientes y llamando a este territorio "República de las dos orillas". Rápidamente se convirtió en un activo centro comercial que atrajo a moriscos de otros lugares, así como judíos y renegados europeos. En su momento de mayor esplendor Salé llegó a contar con una flota de más de 40 barcos de madera al estilo holandés y dedicados a la piratería, llegando hasta las costas de Islandia. Rabat-Salé era entonces inexpugnable, pero no por su fortaleza, sino por la escasa profundidad de sus aguas próximas. Solo los del lugar podían acceder sin encallar.
Grabado de la época. Salé a la izquierda del río y Rabat a la derecha. |
Torre Hassán y columnas de la grandiosa mezquita nunca terminada. |
RAFAEL FABREGAT
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