Desde el siglo VIII se llama cardenales a los sacerdotes que lideran el clero de una catedral, actuando como consejeros o senadores de los obispos a su cargo. No pueden señalarse, pues han sido más de doscientos los obispos españoles que llegaron a cardenales y sería largo y complicado hacer una relación de todos ellos.
En el siglo XI el papa León IX otorgó a los cardenales la facultad de elegir al Sumo Pontífice, entre aquellos que forman el clero catedralicio, de la misma manera que es el propio Papa el que nombra a los cardenales de la Iglesia Católica. Hasta el siglo XVI el número de cardenales no solía sobrepasar el número de treinta pero el papa Sixto V elevó este número hasta los 70, sin ser obligatorio que previamente fueran obispos. El papa Pablo VI dispuso que, al cumplir los 80 años de edad, los cardenales perdían la condición de electores. Así mismo estableció, sin fijar un número exacto, que el número de cardenales no fuera nunca superior a 120 miembros. Han sido más de doscientos los cardenales españoles, si bien solo cuatro llegaron a Papas:
- Dámaso I, fue el papa nº 37 de la Iglesia Católica. Nació en Galicia el año 304 y murió en Roma en el 384, siendo con 18 años uno de los papados más largos de la historia (366-384). Fue el único papa español santificado.
- Benedicto XIII. Nacido en Illueca (Zaragoza) fue Papa de Aviñón desde 1375 hasta 1423. Fue considerado hereje y antipapa por desobedecer al poder de Roma para que abdicara en favor del papa proclamado por ellos. Exilado en el Castillo de Peñíscola nunca abdicó.
- Calixto III. Nacido en Torreta de Canals, Xátiva, Valencia fue el Papa 209 de la Iglesia Católica y desde 1455 a 1458. Miembro por parte de padre y madre de la noble familia de los Borja. En 1429, ya muerto Benedicto XIII, fue nombrado obispo de Valencia como premio a sus gestiones para conseguir el fin del Cisma de Occidente, tras la renuncia de Gil Muñoz que pretendió suceder al aragonés Papa Luna.
- Alejandro VI, papa nº 214 y valenciano de nacimiento, ocupó la silla de Pedro desde el año 1492 al año 1503.
Lamentablemente, para mantenerse en el poder, desencadenó decenas de intrigas políticas así como tormentosas relaciones entre los poderes internacionales.
Sus propios hijos: Juan, César, Lucrecia y Jofre, sirvieron como instrumentos de sus maquinaciones. Especialmente su hija Lucrecia concedió todo tipo de "favores" para conseguir un poder incluso superior al de su padre. Incluso se dijo que fue amante de su propio hermano César y que quedó embarazada del mismo.
Durante años llegó a decirse que el verdadero Papa era ella.
Finalmente todos fueron víctimas de los intereses políticos que rodeaban la vida de Alejandro VI.
Lucrecia murió en 1519, con 39 años, a consecuencia de fiebre puerperal tras el parto de su octavo hijo, que también nació muerto.
De todas formas, las mismas intrigas que situaron a la familia en la cima, fueron causa de su total destrucción ya que, girando todo alrededor de los Estados Pontificios, a la muerte de Alejandro VI la familia quedó despojada de todas sus riquezas y honores.
RAFAEL FABREGAT
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