18 de junio de 2020

2982- LA VALLDIGNA.

Tras derrotar a los musulmanes de Alicante y Murcia, ya de vuelta a su amada Valencia, el rey Jaime I el Conquistador y sus tropas pasaban por el Valle del Alfandech, quedando todos impresionados por su fertilidad y belleza. El rey, dirigiéndose al capellán Boronat de Vila-Seca y abad del monasterio cisterciense de Santes Creus, exclamó:
- Vall digna per a un monestir de la vostra religió.
Y el abad respondió:
- Vall digna!.
Sin mediar más palabras Jaime I de Aragón, apodado el Conquistador, donó aquellas tierras al abad de Santes Creus para que fundara en aquel lugar un nuevo monasterio cisterciense que llevaría el nombre de Valldigna. Así lo hizo el monje y siguiendo las indicaciones del rey fundó en aquella tierras el monasterio que dio en llamarse Real Monasterio de Santa María de la Valldigna.

Con motivo de la Desamortización de Mendizábal, el año 1835 los monjes fueron exclaustrados y el monasterio vendido a particulares. El edificio y todas sus tierras fueron convertidas en explotación agropecuaria particular y, sin interés alguno por el contenido del monasterio, se dinamitó el baldaquino situado en el centro de la iglesia y expoliados todos los tesoros artísticos que ésta tenía en su interior. Tan grande fue el expolio que hasta las losas del pavimento fueron vendidas como material de construcción. Los arcos góticos del claustro alto y palacio del abad, fueron vendidos al conde de las Almenas e incorporados a su palacio del Canto del Pico, situado en Torrelodones (Madrid). El año 2003 la Generalitat Valenciana adquirió a los herederos de dicho señor esta estructura que, piedra por piedra, ya ha sido devuelta e instalada nuevamente en su lugar original.

Otros tesoros fueron arrancados por los propios monjes y dispersados junto con los fondos documentales por diferentes parroquias de la comarca. Actualmente el monasterio está en proceso de restauración, gestionada por la Fundación de Jaime II el Justo.
Este monasterio fue iniciado en estilo gótico valenciano, siguiendo los cánones del Císter, aunque en 1396 sufrió una profunda renovación a consecuencia de los daños producidos por el terremoto ocurrido ese año. En 1644 un nuevo terremoto, más destructivo si cabe, obligó a una segunda renovación, ésta más completa y exquisita, que supuso la sustitución de las dependencias monacales y muchos elementos construidos en esta ocasión en estilo barroco.
Este estilo es el que actualmente podemos contemplar en la iglesia actual y capilla de la Virgen de Gracia.
Siguiendo los cánones cistercienses, todo el monasterio y la vida de sus habitantes giraba alrededor de la iglesia y el claustro. Desde este último se accedía al refectorio, cocina, sala capitular, iglesia, escritorio y dormitorios. Así pues el claustro era el punto central y el que comunicaba todas las dependencias. Fuera del conjunto monacal estaba el palacio del abad, la hospedería, la bodega, el almacén y resto de dependencias. Poco a poco este conjunto arquitectónico va recobrando todo el esplendor que tuvo anteriormente, lo que no impide que ya en este momento constituya una visita de gran interés histórico que no podemos perdernos...

RAFAEL FABREGAT

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