30 de mayo de 2015

1774- PEOR EL REMEDIO QUE LA ENFERMEDAD.

Desde luego está claro que hay gente muy torpe, que no aprende con la edad, ni siquiera con los muchos palos que da la vida. De la misma manera que hay personas que nacen sabias, hay otras que mueren torpes aunque vayan toda su vida a la Universidad. Lamentablemente yo soy de estos últimos, pero sin Universidad y ni siquiera estudios medios. Escuela Primaria hasta los 14 años y a la faena porque, cuando yo era joven, si algo sobraba era el trabajo. Ahora también sobra. Millones de hectáreas de buena tierra están yermas, pero nadie quiere trabajarlas. La tierra da mucho trabajo, pero poco beneficio. Ya entonces, unas veces por falta de lluvia y otras por pedrisco o alguna otra circunstancia, en casa apenas entraban cuatro duros mal contados. Lo que se dice comer y poco más.
- Que hem de fer? -decían mis padres- L'any que ve serà!.


Después de 52 años trabajando, incluso algunos fines de semana, toda mi recompensa se tradujo en pagar mi casa, criar a mis hijas y pare usted de contar. En aquellos tiempos solo los hijos de las familias con posibles estudiaban. En mi casa no había coche, ni frigorífico, ni cocina (se guisaba con leña), ni televisión... ni siquiera un aparato de radio. Nadie me compró una bicicleta de niño, ni una moto de mayor. Me enseñaron que el que no trabajaba no comía. Pero mi casa no era una excepción. En las casas de agricultores de escasa hacienda, que en los pueblos éramos los más, solían comerse fundamentalmente los productos de temporada... Coles y patatas viejas (hervido) en invierno, habas y guisantes en primavera, patatas nuevas a primeros de Junio... Ya con el duro sol del verano sobre nuestras cabezas llegaba la fruta, los calabacines, las judías verdes, los tomates y melones. 


Ya pasados los rigores del invierno las gallinas ponían huevos. Durante el invierno no podíamos comerlos, porque las gallinas no los ponían. Sin embargo el invierno era la estación del año en la que ingeríamos mayor cantidad de proteínas, puesto que mi padre tenía afición a la caza. Conejos, liebres, perdices, tordos y algún que otro pajarito que en aquellos tiempos sí estaba autorizado cazarlos. El resto del año la carne escaseaba en la casa de mis padres... Panceta, magro de cerdo y alguna morcilla, pero solo en días de fiesta. Si algún día pedías cordero la carnicera preguntaba quien estaba enfermo... Entre semana platos de comida caliente, pero sin ninguna proteína. Lo peor era el verano, porque era harto frecuente un "rancho" compuesto de patatas, calabacín, judías verdes y la "mocosa" flor de calabacín. ¡Qué asco!. Pero no había otra cosa... 


Y es que entonces no era como ahora, que hasta incluso el rey de los holgazanes tiene la comida, la sanidad, la enseñanza y todos los derechos asegurados. Y eso que estamos gobernados (dicen) por una patrulla de ladrones. Imagínense si, además de ladrones, fuesen ineptos como lo han sido otros gobernantes anteriores. Cuando hacia 2007 llegó la crisis que nos acucia, vaticiné en mi ignorancia que cuando el paro llegase al 20% vendría alguna revolución y hasta incluso la guerra. Afortunadamente me equivoqué porque, en mi absoluta ignorancia, no pude preveer que no era trabajo lo que la gente necesitaba. Solo se trataba de dinero y por tanto el trabajo no era problema. El Gobierno puso en marcha la "ayuda social". Una miseria de 426 euros que apenas si cubre el "gasto energético", pero alejó las revoluciones. 


Porque esa es otra. Mantener las viviendas a 22ºC de temperatura, haga frío o calor, es un derecho y una necesidad a la que nadie quiere renunciar. En fin, menos mal que ya nos queda poco por sufrir (?). Ante la imposibilidad de instaurar el comunismo en tiempos de la II República, allá por los años 30, ochenta años después ¡por fin! nos llega el turno a los españoles. Por culpa de Franco fallaron entonces los bolcheviques, pero ahora logran acceder los asesores de los gobernantes sudamericanos dictatoriales y arbitrarios. No por empujar la puerta con mayor ímpetu, sino porque se la encontraron abierta de par en par. La corrupción masiva de unos y otros es la llave que abre esta clase de puertas. En las tierras del Nuevo Mundo no fue necesario porque ya estaban todos dentro, aquí faltaban unos pocos pero (tranquilos) que ya llegan ahora. 


Llegan con un pan dejado del brazo pero les faltan las viandas, el sabroso chorizo con el que elaborar el bocadillo perfecto que sin duda pretenden comerse. Todo se andará. Ya sabemos como actúa esa gente en nombre de la libertad y de los derechos comunes, merecidos o no. También sabemos el resultado que el comunismo ha dado en todos y cada uno de los países que lo han probado. Excepto China, que últimamente se ha vuelto capitalista, el resto en la miseria más absoluta. ¿Queríamos eso?. Pues nada, en marcha está. En los tiempos actuales, en que el mundo se mueve más bien por los caminos de la economía, el comunismo tiene poco recorrido pero, en fin, veremos qué son capaces de hacer. Lo lamentable es que triunfen por el descrédito ajeno y no por méritos propios. Porque los comunistas no entran en el gobierno de España por sus logros, sino por la indecencia de los que había en el poder y eso... ¡No puede ser bueno!.

RAFAEL FABREGAT

No hay comentarios:

Publicar un comentario