22 de junio de 2011

0401- MAREMOTOS O TSUNAMIS.

El significado es exactamente el mismo. Lo que en español llamamos maremoto en Japón lo llaman tsunami, no hay más.
En cuanto a su definición, todos conocemos que se trata de olas gigantescas, que pueden superar los 30 metros de altura, provocadas por un terremoto de gran magnitud ocurrido en las profundidades marinas. Dichas olas, en islas no demasiado extensas y llanas, pueden causar verdaderas catástrofes puesto que provocan el barrido literal de la isla, con el consiguiente perjuicio a bienes y vidas humanas.

Estas olas en algunos casos alcanzan más de 100 Km. de longitud y velocidades de hasta 500/1000 Km./hora, llevándoselo todo por delante.
Normalmente este tipo de fenómenos suceden de forma más habitual en las costas de los océanos Pacífico e Indico, debido a que son zonas símicas más activas que en el resto del mundo. Eso no quiere decir que fuera de esa zona estemos a salvo de este tipo de catástrofes, pero evidentemente son muchísimo menos frecuentes. 
De hecho, el último fenómeno que se recuerda en estas latitudes, es el llamado terremoto de Lisboa, que sucedió en 1.755 y cuyas inmensas olas arrasaron la provincia de Cádiz (España) causando más de dos mil muertos.

Para que esto suceda el movimiento tectónico marino (maremoto) debe ser vertical y suceder en la profundidad idónea para provocar el desplazamiento de una gran masa de agua. 
Cuando ese agua desplazada intenta recuperar su lugar habitual es cuando se forman las olas, cuya importancia dependerá de la categoría del terremoto. 
De todas formas no es necesario un gran movimiento del fondo marino para provocar un tsunami, ya que la energía que transmite al agua es muy grande. 
En principio el maremoto no parece importante y las olas provocadas pueden pasar completamente desapercibidas, pero la cantidad de agua que mueven es enorme y también lo es su velocidad, motivo por el cual es, a su llegada a la costa, cuando se refleja su fuerza devastadora. 
El intervalo entre olas puede ir de 10 minutos a media hora y más, motivo por el cual han muerto muchas personas arrastradas por una ola tardía, cuando se creía que el peligro ya había pasado.


Al entrar en la plataforma continental, la ola suele bajar su velocidad y aumentar en altura, dependiendo todo ello del tipo de fondo que la ola encuentre a su paso. A fondo más plano más velocidad y menor altura. 
De todas formas estas olas no suelen ser como las convencionales, sino de un ancho muy superior que hace que, tras su impacto en la costa, esa fuerza de empuje se mantenga y penetre hacia el interior de la zona costera, semejando más una inundación que una ola. 
Es como si el mar se desbordara, inundándolo todo. 
En algunos casos especialmente dramáticos, las olas del maremoto pueden viajar miles de kilómetros afectando a zonas muy alejadas del epicentro del seísmo.

En poco más de cien años, ha habido más diez tsunamis dramáticos, que se han cobrado la vida de más de medio millón de personas y pérdidas económicas incalculables. 
No son pues un fenómeno frecuente, pero tampoco aislado.
Aunque se han puesto en marcha diferentes sistemas de aviso, al parecer no han resultado demasiado eficientes puesto que se producen muchas alarmas injustificadas, al tiempo que tampoco son efectivas cuando las distancias entre epicentro y costa es relativamente corta.


El último, ocurrido el 11 de Marzo de 2.011 golpeó Japón y tuvo una magnitud de 9,00 en la escala de Richter, el cuarto más importante del que se tenga constancia, detectándose más de 100 réplicas posteriores. El epicentro se localizó en el océano Pacífico, a 130 Km. de la costa y produjo cerca de diez mil muertos y dieciséis mil desaparecidos, además de medio millón de afectados. Otra consecuencia nefasta fue la afectación de 11 de las 51 centrales nucleares existentes en el país, alguna de ellas con grandes fugas radiactivas que obligaron a la evacuación de un radio de más de 30 Km. de la zona.

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