15 de junio de 2011

0393- LOS INDIGNADOS TAMBIEN INDIGNAN.


Creo que esto se está pasando de castaño oscuro. Lo que está ocurriendo en estos momentos en España, nada tiene que ver con las manifestaciones del 15 de Mayo, de las que todos éramos simpatizantes y a las que moralmente apoyábamos, por considerar que eran un exponente de la situación económica y de la ineptitud de nuestros gobernantes ante la crisis. 
Pero esto ya no es lo mismo. Lo que ha derivado de aquella justa indignación es la anarquía más absoluta. No sabemos vivir en libertad.

Las urnas hablaron y lo hicieron con contundencia. Sin embargo la actitud de este colectivo no ha cambiado un ápice o, mejor dicho, ha cambiado a peor. En principio pensamos que no habíamos entendido su doctrina pero, por lo visto, es que no se trata de las mismas personas ni de los mismos objetivos. Estos, que aparentan ser aquellos, solo quieren la anarquía. El actual movimiento apoyada por aquellos líderes, que en este momento se hacen llamar según la región en la que estén, no reclama justicia ni gobierno y mucho menos trabajo. Aquellos jóvenes ilusionados que esperaban en un primer momento conseguir todas estas cosas, ya no están allí.

 Los que hay ahora son otros y también son otras sus metas, entre las que se cuenta su acceso a la política retrógrada o la desestabilización del país y de la democracia.
A quienes en un primer momento lucharon por una mejora de las condiciones para todos, los actuales dirigentes del cotarro los apartarían tachándoles de "nenazas". 
Lo que actualmente persiste en la calle no es un grupo de indignados por la falta de trabajo y justicia, sino gente anti-sistema que no respeta la democracia que emana del pueblo. 
Los tiempos de apoyo han finalizado y lo que ahora se impone es impedir que 20 millones de personas se vean sometidas a las presiones de 20 mil gamberros anarquistas, a los que se debe apartar como la fruta podrida que son.

Posteriormente vimos a parlamentarios catalanes pidiendo auxilio en la calle, ante los empujones, insultos y salivazos de los anti-sistema; pintándoles la ropa con spray e intentando robarle el perro a un ciego. Ahí ya entramos en el terreno del Ministro de Interior que es quien debe devolver el respeto y la tranquilidad a las calles. Eso es una anarquía total que no puede tolerarse. Una losa más en la herencia que el actual gobierno social-comunista nos deja. No era bastante con la ruina del Estado y de la Seguridad Social; no era bastante con haber dejado a media España sin trabajo; no era bastante con dejar a casi medio millón de familias sin casa, por no poder hacer frente a sus hipotecas... Ahora, ya no se puede caminar tranquilamente por la calle.


Gobernantes embusteros e impenitentes que gobiernan porque otros antecesores colaboraron en una guerra que naturalmente nadie quiere, aunque solo sea en misiones de paz. Nuestros soldados están ahora igualmente en aquellos mismos países y en alguno más. Y no como entonces para garantizar la paz, sino muriendo por causas que no son las nuestras. Pero eso parece algo baladí porque ocurre en la distancia, observemos como el Tribunal Constitucional (que es un poder político siempre afín al partido gobernante) ha metido a los bárbaros en las instituciones y miremos también como los anarquistas conquistan las calles y plazas de las ciudades españolas, ante la pasividad de las fuerzas del orden público a su mando.


Ignoro por qué calle acuden ellos al Congreso, pues no me consta que estos energúmenos le hayan salido al paso al Presidente y menos aún al vicepresidente pero espero con ansia que los empujones y salivazos, lanzados sobre la policía catalana, madrileña, etc. caigan sobre ellos multiplicados por diez. A ver si así, de una vez por todas, toman cartas en el asunto y ponen orden en este país de locos, en el que se ha convertido España. 
Si es que como Presidente quería pasar a la Historia, lo ha conseguido. Tanto él como sus colaboradores más prehistóricos, están solo a falta de la guinda del pastel. Atender sus órdenes se hace tan peligroso que hasta parte del Tribunal Constitucional quiere dimitir.

Acontecimientos como los que está atravesando en este momento España no se recuerdan desde tiempos anteriores a la dictadura de Franco. 

Esperemos que la solución actual no tenga que venir por tan calamitosos caminos como los recorridos entonces.
Los atentados del 11-M trajeron la desgracia a muchas familias de este país, pero sus consecuencias aún se viven y se soportan actualmente por parte de todos los españoles. La gente somos así de tontos.  Si les increpas dicen tener derechos, pero ellos no acatan orden alguno.
Queremos cambios, incluso cuando estamos bien, sin pararnos a pensar que cuando uno está bien solo puede cambiar a peor...

RAFAEL FABREGAT

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