
Pobres animales que cada día nos alimentan con sus asesinadas carnes y que ningún ecologista defiende, porque ellos también comen. Al parecer los corderos, cerdos, conejos y pollos son menos animales que los silvestres y no merecedores de lástima. Solo los tordos, pájaro invasivo y masivo en sus lugares de origen, como lo es el maldito estornino que acaba con las cosechas de frutales y olivos.

Los que tienen como oficio joder a los demás, amigos del tío del cuñado, hijos del padre y sobrino del hermano del que manda; esos cuyo trabajo es "atracar" al sufrido trabajador y mermar en todo lo posible su estrujada cartera, esos que vestidos como los ángeles de Charly y justamente por ser su trabajo, atienden las consignas que sus mandos les marcan cada día, especialmente las referidas a joder al prójimo aumentando la recaudación a través de multas inventadas para tal fin. Esos que cada día reciben la misma orden: ¡Espabilarse y traer multas que desde la Jefatura se quejan de las pocas que llegan de nuestra zona! Infracciones no faltan así que, ¡arreando!.


Todos sabemos que las manifestaciones son actos políticos; una rama más de la política de determinados partidos, que de esta forma se hacen ver y oir a través de sus acólitos, algunas veces (las menos) inocentes colaboradores amantes de aquello que se propugna. Mayoritariamente los asistentes justifican el sueldo que cobran a fin de mes o chupan cámara y trabajo gracias a las amistades que su adhesión a la causa conlleva; armando ruido por la calles haciendo la cama a los politiquillos, zánganos todos del sistema, lacra del modelo de sociedad que "disfrutamos", los currantes de siempre. Muy pronto se quitarán definitivamente la careta y les veremos directa y descaradamente como auténticos políticos con partido propio. Y cuando el trabajador, mayoritariamente rural, después de meses de duro trabajo en un campo sin rentabilidad, con la excusa de cazar dos docenas de tordos decide pasar unas noches en el susodicho parany (en finca de su propiedad) y en la grata compañía de sus familiares y/o amigos resulta que es un delincuente, poco menos que un asesino. Naturalmente, también en el ecologismo habrá excepciones y en esas manifestaciones habrá algunos buenazos, amantes de la naturaleza y de los animales que la pueblan, pero... ¿también de los que caen a tiro de escopeta? Porque yo, esa manifestación, no la he visto todavía.

Ignorantes (con estudios) o sinvergüenzas; que esos ecologistas-políticos que jamás veremos en un incendio forestal, o en una replantación de pinos, elijan el adjetivo que consideren más adecuado a sus actuaciones. Yo amo la naturaleza y no he ido jamás a manifestación alguna. ¡Ni a favor, ni en contra de nada! ¿Acaso soy Dios, para decirle a nadie lo que tiene o no tiene que hacer?.
En cuanto a los sufridos vigilantes del SEPRONA, por mucho que sean ellos los que finalmente ponen las denuncias y a los que he vilipendiado un poquito en un párrafo anterior, hacen su trabajo que es el de obedecer las órdenes recibidas de sus mandos. Aún así, conscientes del abuso de poder que se ceba en els paranyers, que tienen en esta caza sus únicos días de solaz anual y que se ejercita dentro del perímetro de su propiedad, pasan de largo para evitar la multa correspondiente. Con esta suave actuación, los agentes no hacen otra cosa que demostrar su apoyo a un sector que, a todas luces, es visible que no merece la presión recibida por un gobierno débil y sin personalidad que, haciendo orejas a todo cuanto se le dice, no hace otra cosa que fastidiar a todos sin solucionar nada.

Para finalizar, quien escribe reitera que no es cazador, ni de esta ni de cualquiera otra modalidad, pero sí asistente (esporádico) a alguna de estas cenas en las que (además) se caza.
Por cierto... ¡normalmente muy poco!
EL ÚLTIMO CONDILL
No hay comentarios:
Publicar un comentario