En realidad era faraona y se llamaba Cleopatra VII Filopátor, última reina de Egipto y descendiente de la Dinastía Ptolemáica. Esta dinastía fue fundada por Ptolomeo I, general de Alejandro Magno que, a la muerte de éste sin descendencia, quedó como gobernador de Egipto y Libia. Tras varias guerras entre los generales por adueñarse del Imperio Alejandrino, Ptolomeo se concentró en consolidar su poder sobre los territorios que ya tenía otorgados como sátrapa. Aunque trataron de invadir Egipto, Ptolomeo derrotó a sus excompañeros de aventuras y consolidó en Egipto la Dinastía Ptolemaica (305 a.C hasta el 30 a.C.) durante casi tres siglos, siendo la última que gobernó el país de los faraones. Cleopatra, la última descendiente y reina egipcia había nacido el año 69 a.C. y se suicidó el año 30 a.C. momento tras el cual Egipto se convirtió en provincia romana.
A título de curiosidad y antes de hacer un breve resumen de su vida, quiero referirme al hecho de que Cleopatra pudo llegar a ser reina de España. Tal eventualidad deriva del pacto entre Marco Antonio y Cleopatra por el cual llegaron a albergar en sus mentes la intención de anular la jefatura romana, hacer que resurgiera la capitalidad egipcia como núcleo del nuevo imperio, e instalarse ambos en Hispania. Así llegaron a vislumbrarlo cuando el Imperio Romano empezó a tambalearse. Claro que aquel pacto, acabó como otros muchos acaban: en desastre absoluto. Más exactamente con ambos amantes bajo tierra. Tras la derrota infringida por las legiones de Octavio en la Batalla naval de Actium, los amantes decidieron acabar con sus vidas y esquivar la vergüenza de su derrota y las consecuencias de su levantamiento, pues sabían que recuperar su antigua gloria era de todo punto imposible. Marco Antonio, creyendo muerta a su amada, se arrojó sobre su espada y Cleopatra, que todavía estaba en este mundo, se mató envenenándose.
Cleopatra despertó tales pasiones en Julio César y en Marco Antonio que la Historia la tiene por ser de una belleza insuperable. Durante los dos milenios siguientes fue conocida pues por una belleza física capaz de inspirar numerosas obras de arte que la presentan como seductora irresistible. Sin embargo nadie sabe como era exactamente pues no hay muestras de ello. Más bien podría tratarse de un mito puesto que no hay evidencias históricas o arqueológicas. Al hablar de Cleopatra, Dión Casio cuenta que era de una belleza sorprendente, mientras que Plutarco escribió de ella que su belleza no era demasiado excepcional. La única imagen que tenemos de Cleopatra es la que presentan diferentes monedas de su reinado y lo cierto es que presenta una nariz prominente y rasgos varoniles, propios de todos sus antepasados Ptolomeos.
Difícil saber cual era la hermosura real de Cleopatra, entre otras cosas porque los gustos cambian y, además de su nariz prominente, lo más probable es que la sociedad actual le aconsejara perder peso. Dion Casio y Plutarco coinciden, eso sí, en que Cleopatra tenía un encanto y una dulzura en su voz que la hacían irresistible a todos los hombres. No era pues un encanto físico, mito sin duda, sino que su belleza estaba en su carácter y el intelecto con que sabía expresarse. Además de un cuerpo joven, sabía enamorar a todos con cuantos se relacionaba. La pasión que despertó, tanto en Julio César como en Marco Antonio, nos demuestra que la Faraona tenía algo más que un cuerpo joven. De todas formas también es posible que ellos buscaran también en ella la forma más fácil de fusionar el mundo romano y el egipcio, dominando de esta manera y sin lucha la totalidad del mundo conocido en la antigüedad.
Cleopatra era altamente odiada por sus enemigos, puesto que dominaba la política usando sus armas de mujer y en ese campo no tenía rival. Más o menos hermosa, estaba obsesionada por los cosméticos y estaba catalogada como una devoradora de hombres. De todas formas esas afirmaciones que la tachan de "mujer fatal", fueron difundidas por historiadores griegos y romanos que en la mayor parte de los casos la odiaban, por su inteligencia de determinación a la hora de proteger Egipto de las ambiciones extranjeras. Según palabras de Marco Antonio: "La edad no puede marchitarla, ni la costumbre (de poseerla) agostar su infinita variedad; otras mujeres sacian los apetitos que despiertan pero ella (Cleopatra) da más hambre cuanto más satisface".
Las autoridades egipcias sueñan con encontrar muy pronto su tumba en la antigua ciudad y templo de Osiris o Taporisis Magna, en la seguridad de que su tumba y la de Marco Antonio están ahí. Ya llevan 10 años buscando pero, en arqueología, eso no es nada. Habrá que seguir esperando...
RAFAEL FABREGAT
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