Se trata del secreto de la longevidad. ¿Cómo se come esto?. Pues depende de la persona...
Conocí a un señor muy listo, vamos a llamarle Manolo, que le gustaban los negocios y la buena vida. Manolo era un comerciante destacado, que sabía comprar al precio más bajo y vender al más alto del mercado, sin que nadie pudiera hacerle competencia. Cuando sus proveedores le llevaban el género a su almacén todo eran defectos y regateo, acabando la discusión en un bar cercano a su casa, donde invariablemente les invitaba a almorzar. Hay que ver como cambia la visión de las cosas tras un buen almuerzo en armonía, con un buen vino y mejor comida, rematado con café, copa y puro. Para la venta el comportamiento sería el mismo, o quizás mejor. Obviamente no vas a perder un cliente y un amigo por regatearle una mínima cantidad que casi nada soluciona, pero para el amigo Manolo sí que era una solución.
Pero llegó un día en que aquel Manolo mujeriego y fumador, de vida permanente en el bar, copa va y copa viene con clientes y proveedores, se hizo viejo y empezó a tener problemas con aquel corazón maltratado, pero que tan buenos momentos y tan jugosos tratos comerciales le había proporcionado. Como no podía ser de otra manera, Manolo llamó al médico y éste fue claro y explícito:
- Mire usted, señor Manolo... Su problema es grave, pero puede tener solución. Actualmente la medicina y la cirugía cuenta con importantes adelantos que pueden ayudarle a superar el problema que padece, pero nada podrá hacerse si usted no colabora. Lo fundamental es:
1º.- Tiene usted que dejar de fumar .
2º.- Nada de ir a bares y tabernas, siempre llenos de humo.
3º.- Nada de grasas ni tomar bebidas que tengan alcohol.
4º.- Ni penas ni alegrías... Nada de mujeres. Absoluta tranquilidad.
Detrás venía una serie de regímenes y prohibiciones de todo tipo, pero Manolo no dejó que el médico terminase.
Preguntó cuanto le debía por la consulta y no volvió a llamarle jamás. Manolo era demasiado listo y había entendido perfectamente cual era el remedio para su enfermedad. Se trataba de sufrir, para no padecer. Un coste demasiado alto que él no quería pagar. Si para alargar su vida, había que dejar de vivir, no le interesaba.
Manolo siguió con su vida habitual. Tratos y malos tratos, almuerzos con clientes y proveedores, rematados con café, copa, puro y más de un "repito" de todo ello.
Cuando el cliente o proveedor lo valía, la "fiesta" podía continuar en algún garito próximo, casi siempre siendo él quien se sacaba la abultada cartera, repleta de dinero en metálico.
Poco más de tres meses duró aquello. Un infarto de lo llevó al otro mundo, contento y feliz.
En algunas zonas de Galicia, siempre aldeas apartadas y con no más de una docena de habitantes, hay más centenarios que en ninguna otra parte del mundo.
Allí está Eustaquio, con 99 años...
- Nunca dejé de trabajar, desde los 8 años. Cruzando la frontera portuguesa por las montañas, cargado con fardos de cobre y bacalao. Ahora llevo las ovejas al monte y trabajo la huerta haciendo comida para la casa. Yo gozo trabajando todas las horas del día. ¿Que mejor vida que esta?.
Yo nunca voy al médico. Me dolía una muela y tras mucho sufrir fue al dentista. Me dijo que tenía dos averiadas. Que me sacaría una y a la semana siguiente otra. Le dije que no. ¡Me saca las dos! y dos me sacó. Nadie decide por mí...
Me gusta caminar mucho y rápido. Como de todo y bebo un vaso de vino con la comida. Luego veo una película del Oeste en la tele. Recojo los animales y me acuesto temprano. ¿Preocupaciones?. Ninguna. ¡Yo disfruto de la vida...!
Cesar solo tiene 97, pero hace unos días renovó su carnet de conducir sin problema alguno.
- Mi mujer y yo tenemos casa en Orense, pero preferimos vivir aquí en la aldea. A la ciudad solo vamos cuando necesitamos suministros. En esta casa me crié. Somo los únicos que vivimos aquí todo el año. Cuando pasa un ciclista le damos agua y charlamos un rato. Yo limpio el bosque para que no se propaguen los incendios. Siempre llevo una azada y tengo mucho que podar. También llevo una hoz para cortar las zarzas. Cuando yo falte lo van a sentir los caminos que se cerrarán sin remedio. También tengo mis patatas, mis lechugas y mis cepas. Yo me hago mi propio vino...
Esta forma de vida tiene un nombre. Se llama "compresión de la morbilidad". Consiste en alargar la pérdida de autonomía hasta edades muy avanzadas. Con una vida activa se vive más tiempo con buena salud. Se trata pues de sufrir para no padecer.
RAFAEL FABREGAT
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