19 de julio de 2018

2634- LA PROFETISA TEUTÓNICA.

En el siglo XII ya había feministas. La monja Hildegarda de Bingen, la Sibila del Rin, es claro ejemplo de ello. Llegó a ser abadesa y mística relevante, pero también fue bióloga y médico destacado en remedios naturales. No tan fuerte sin embargo en la fe de Jesucristo y sus enseñanzas, puesto que su claridad de ideas le hizo posicionarse como líder feminista chocando muchas veces con los predicamentos de la Iglesia. Tanto fue así que de su boca salió la célebre frase que alimentaría el feminismo, en detrimento del nacimiento de la vida según las Sagradas Escrituras. Según ella, "La mujer podrá estar hecha del hombre, pero el hombre no se puede hacer sin una mujer". Nadie sabe de donde venimos pero tampoco ella ya que, de la misma manera, se le podía responder que "tampoco la mujer puede hacerse sin la ayuda del hombre". Claro que desde entonces ha llovido mucho y actualmente se pueden hacer niños en un laboratorio... 
Hildegarde bon Bingen nació en tierras alemanas el día 16 de Septiembre del año 1098. 

De padres burgueses, fue la menor del los diez hijos del matrimonio y por lo tanto considerada el diezmo que había que entregar a Dios. De acuerdo con esa mentalidad medieval, desde su nacimiento fue dedicada a la actividad religiosa. De constitución débil pero de una mente extraordinaria, decía experimentar visiones sin perder la capacidad de mantenerse en el mundo terrenal. En toda la historia de la Iglesia Católica nunca jamás, antes o después de esta monja, ha podido nadie tener visiones o revelaciones en estado de vigilia. Así era ella de especial. Hildegarda tenía una mente excepcional y 300 años antes que Copérnico ya habló sobre la posibilidad de que el sol fuera el centro de nuestro sistema planetario, de la misma manera que 500 años antes que Newton escribió sobre el sistema gravitacional.

Durante sus más de ochenta años de vida se dedicó a polemizar sobre los mandatos opresivos de la época, con respecto a la mujer, bien estuvieran establecidos por la nobleza o por papas y reyes. Creó la primera lengua artificial de la Historia (la lingua ignota) y fundó su propia abadía (Rupertsberg) donde las monjas podían dar rienda suelta a sus capacidades artísticas, hacían gimnasia y bebían cerveza. Todo allí truncaba lo hasta entonces establecido, pregonaba la igualdad de géneros y negaba que el placer sexual fuera pecado, fomentando la importancia de la gratificación orgásmica de la mujer. Se debería considerar lógico que siendo abadesa conservara su virginidad pero, sin embargo, fue la primera mujer en describir el orgasmo femenino con pelos y señales, nunca mejor dicho. 

Según ella, todo lo que hay en el mundo está al servicio del ser humano, motivo por el cual documentó decenas de remedios naturales, hoy poco o nada creíbles. Una de sus milagrosas habilidades -se decía- era que curaba numerosos problemas de salud, simplemente con sus rezos y bendiciones, siempre acompañados de agua del Rin. Colas interminables de enfermos buscaban en sus manos la sanación. Está claro que la fe mueve montañas, de la misma manera que el enfermo es capaz de agarrarse a un clavo ardiente, en busca de su sanación. Estamos hablando naturalmente del siglo XII, un tiempo en el que incluso buena parte de la nobleza eran ignorantes. Incitó a los papas a reformas que dieran mayor protagonismo a la mujer. El propio papa Eugenio III consideró sus escritos como inspiración divina y la apoyó para que siguiera escribiendo, aunque sin atender sus demandas... (!)


Como anécdota decir que la mayor parte de sus obras están escritas en latín, aunque ella no dominaba el idioma, motivo por el cual tenía tres monjes y al menos una monja que escribían para ella.
El alfabeto ignoto de Hildegarda de Bingen es una de sus principales obras y patrón del Esperanto. Un glosario de 109 palabras y su definición en alemán. Se propuso en su día que fue fruto de una iluminación de carácter místico, un lenguaje ininteligible del que no se ha encontrado motivo que aclare el por qué su creación. Por lo que se ve, su mente siempre estaba activa. La llamada Sibila del Rin murió en 1179, a los 81 años de edad, siendo enterrada en su abadía. Sin embargo al ser ésta destruida en 1632, durante la "Guerra de los Treinta Años", sus restos fueron trasladados a la parroquia de Ebingen (Colonia) donde siguen actualmente.
El papa Benedicto XVI la canonizó en 2012, nombrándola Santa y Doctora de la Iglesia.

RAFAEL FABREGAT

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