9 de julio de 2018

2628- DOÑA GERMANA DE FOIX.

Doña Germana de Foix.
El santoral celebra el día 30 de Noviembre la festividad de San Andrés. Según el cristianismo, fue discípulo de San Juan Bautista y posteriormente primero de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Para la villa de Cabanes (Castellón) España, lugar en el que un servidor vio por primera vez la luz de este mundo, no tendría esta fecha ni este Santo Apóstol mayor importancia si no fuera por Doña Germana de Foix, segunda esposa del rey Fernando II el Católico, que concedió a este pueblo en 1507 el privilegio de celebrar dos ferias anuales de 10 días de duración. Una, ya desaparecida, para el segundo domingo de Cuaresma y la otra, unida a la festividad de San Andrés, que sigue celebrándose cada año y con gran éxito, el último fin de semana del mes de Noviembre.

Fernando II de Aragón.
Con 55 años de edad y viudo de Isabel I de Castilla, Fernando II se casó por poderes con la francesa Doña Germana de Foix, que contaba 18 primaveras. No hubo descendencia puesto que, aunque en 1509 nació un hijo que sería el único, murió a las pocas horas de nacer. El rey ponía todo su empeño en tener otros descendientes, pero no fructificaron. Germana no era excesivamente guapa, le sobraban unos kilos y cojeaba un poco, pero con su juventud y natural alegría enamoró al rey de Aragón. A su muerte en 1516, con 63 años de edad, Fernando II le dejó escrito a su nieto primogénito Carlos I de España y V de Alemania, hijo de su hija Juana la Loca y Felipe el Hermoso, que al hacerse cargo de la Corona de España cuidara de su abuelastra Doña Germana, todavía de muy buen ver puesto que solo contaba 28 años.

Carlos V y Doña Germana de Foix a su llegada a Valencia.
Una de las crónicas más ácidas del reinado de Carlos I de España la escribiría su bufón Francesillo de Zúniga, hombre sin pelos en la lengua que gustaba de burlarse de hombres y mujeres de la corte española y también, como no, de la propia Doña Germana de Foix. Con la ira de unos y otros en 1529 fue expulsado de palacio y en 1532, ya sin la protección real, recibió varias cuchilladas que acabaron con su vida.
Con 17 años el emperador Carlos, que había venido de Alemania para hacerse cargo del país sin conocer siquiera el idioma, tenía serios problemas para ganarse el favor de la nobleza castellana. Solo con Doña Germana, con la que compartía el idioma francés, podía comunicarse con fluidez. Eso, junto con los 28 años y experiencia de Germana, hicieron encender la chispa en el joven rey, por muy abuelastra que fuera. En 1518 la relación entre ella y el emperador había dado como fruto el nacimiento de una niña a la que pusieron el nombre de Isabel. 

Antiguo palacio de Carlos V en Valladolid.
La Infanta Isabel fue cuidada por extraños y finalmente llevada al convento de Nuestra Señora de Gracia, en Madrigal de las Altas Torres, provincia de Ávila. Ya había en ese convento otras dos hijas bastardas del rey, de otras tantas amantes. El rey Carlos V y Doña Germana se instalaron en Valladolid, entonces capital del Reino. El rey en su palacio y Germana en otro adyacente, ordenando el emperador la construcción de un puente de madera que los uniera para poder comunicarse sin ser vistos. Con la excusa de la dificultad del rey con el idioma castellano, Doña Germana le acompaña en sus viajes por los reinos peninsulares, creándose un cierto malestar en la Corte por la relación, de todos conocida, que había entre ambos y la necesidad de que el emperador contrajese matrimonio y diera descendencia al trono. 

Antes de que el romance con su abuelastra encendiera rumores más dañinos el joven emperador puso tierra de por medio y Doña Germana de Foix se casó en 1519 con el Marqués de Brandemburgo, muerto por exceso de amor seis años después. El día 5 de Julio de 1525 el joven alemán, que solo contaba 33 años de edad, llegó corriendo a la posta de Valencia donde le esperaba su mujer. A pesar del largo y cansado viaje que le había llevado hasta allí, no hubo reposo ni comedimiento alguno y el fogoso Marqués se la llevó a uno de los aposentos dando rienda suelta al vicio de la carne. Juan murió a consecuencia de los excesos amorosos, llevados a cabo después de tan fatigoso viaje. Según el bufón, Doña Germana estaba gorda pero, por lo visto, en la cama era un alarde de virtudes. Tantas que, entre gritos y gemidos, el Marqués cayó fulminado. 

El bufón Francesillo de Zúñiga.
En base a la gordura de Doña Germana, el bufón ya había vinculado con ella el terremoto habido en Granada durante la luna de miel del Marqués con Doña Germana. Contaba Francesillo, naturalmente en broma, que ante el susto de los inesperados temblores Doña Germana saltó de la cama y debido al mal estado de las vigas, comidas por la carcoma, se hundieron dos entresuelos de la posada, matando al somelier y a dos cocineros de dormían debajo. El chascarrillo haría sin duda poca gracia a Doña Germana y a su marido pero la ironía del bufón hacía reír a la concurrencia que, al fin y al cabo, era su cometido. 
Sus bromas rozaban muchas veces lo inadmisible y eso provocó el enfado del emperador y su salida de la Corte, acumulando odios que finalmente acabaron también con su vida. El propio emperador era el destinatario de la mayoría de sus indirectas y sobre él escribió Francesillo el libro "Crónica burlesca del emperador Carlos V" que nunca sería impreso en vida del bufón. 

Margarita de Parma, antes Isabel, con el collar de Doña Germana.
En 1526 Doña Germana de Foix se casó nuevamente, esta vez con Fernando de Aragón, duque de Calabria, siendo sus padrinos el emperador Carlos V y la emperatriz Isabel de Portugal. Ya totalmente obesa, la belleza de Germana había desaparecido por completo. Instalado el matrimonio en Valencia, Doña Germana moriría en Liria en 1538, cuando contaba cuarenta y nueve años de edad. Dejó en testamento un collar de 133 gruesas perlas, su joya más preciada, a su hija "la Serenísima Doña Isabel, Infanta de Castilla, hija de su Majestad el Emperador, mi señor e hijo". Nada decía el documento que la Infanta fuera su propia hija, fruto de su relación con el joven Carlos V. El nombre de Isabel mudaría a Margarita de Austria y a partir de su matrimonio con Octavio Farnesio, duque de Parma, se la conocería por Margarita de Parma.

RAFAEL FABREGAT

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