15 de febrero de 2018

2567- LA SAL NOS MATA.

Está claro que la sal fue un gran descubrimiento de la humanidad y hasta de muchos animales. No solo aumenta el buen sabor de las cosas que comemos, sino que también aporta minerales necesarios para nuestro organismo. Se ha comentado mil veces que con moderación todo es bueno, pero cuando abusamos vienen los problemas. Especialmente por aquellos efectos derivados del aumento de la hipertensión, todos ellos devastadores. Nos gustan las comidas sabrosas y las ensaladas bien regadas de aceite de oliva (menos mal) y salpimentadas en exceso. Está claro que la mayor parte de los componentes de una ensalada apenas saben a nada, pero la ensalada no puede ser el vehículo para atiborrarnos de aceite y sal.


Se supone que cuando una ensalada sale de la cocina de un restaurante ya lleva de todo pero, habida cuenta que lo hace con moderación, todos sabemos que la mayoría de los comensales salpimentan por segunda vez este plato. Algunos países europeos han decidido poner fin a todo este abuso y han prohibido que las mesas tengan saleros, sino que tenga que ser el cliente quien los pida. También está en el punto de mira la publicidad de alimentos poco saludables, sin olvidar que, tal como se ha dicho antes, saludables son todos con la debida moderación. Hay que reducir la sal, el azúcar y las grasas. Lo sabemos todos, pero solamente después de finalizada la comida. Hay que corregir el problema antes. Ya cuando vamos al supermercado hay que saber decir no a muchas cosas que no nos convienen en absoluto. 


Mejorar la alimentación de la gente no es solamente una obligación del Gobierno, sino especialmente la nuestra. Los hábitos nacidos del bienestar que se vive en los países occidentales, nos traen también problemas de salud que debemos evitar. Debemos comer más pescado y menos carne, más legumbres y menos patatas. Grasa la justa y necesaria. ¡Ah! y ojo también a la bollería. Algunos países del suroeste de Europa consumen casi el doble de la sal que recomienda la OMS y también nos excedemos en grasas y azúcares. Las consecuencias, largas colas en los médicos especialistas en enfermedades cardiovasculares. También los establecimientos de comida rápida están siendo prohibidos en las proximidades de los centros educativos y se están limitando las máquinas expendedoras de refrescos. Las imposiciones no nos gustan, naturalmente, pero bien está si ello nos ayuda a vivir más y mejor...

RAFAEL FABREGAT

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