14 de febrero de 2012

0607- INTERESES POLÍTICOS Y SINDICALES.

REEDICIÓN.
Ganar dinero sin trabajar no es fácil, pero tampoco lo es ganarlo trabajando...
Si todos fuéramos personas de bien no harían falta policías ni sindicatos. 
Como esto no es así, hacen falta unos y otros, además de leyes y preparación. 
Con esta última, cada día más presente en la juventud actual, el ciudadano y el trabajador del futuro podrán defender sus derechos frente a los desmanes de aquellos que en la calle o en el trabajo abusan del más débil, sin que sea tan necesaria la presencia de los que hoy dicen velar por nosotros, cuando realmente solo velan por ellos mismos. 
También sirve esto para los pequeños empresarios autónomos, hoy discriminados, que no pueden echar a la calle al golfo que se escaquea del trabajo, debido a la elevada indemnización que la justicia le obliga a satisfacer al hipotético trabajador díscolo. 
Me parece lamentable que los zánganos tengan los mismos derechos que las abejas y espero que nadie se enfade por un símil que realmente se hace desde el punto de vista del mayor de los halagos, para el trabajador responsable y fiel cumplidor de la labor que se le encomienda.

Está claro que ningún empresario puede permitirse el mantener zánganos, gentes que siempre creen hacer el peor de los trabajos y recibir la peor remuneración. Cuando son detectados, quien sufre esta lacra está dispuesto a pagar lo que haga falta para que éstos desaparezcan de su empresa. Sin embargo, mirándolo desde un punto de vista económico y de justicia, ¿qué indemnización le corresponde a quien no ha dejado rendimiento alguno?. 
Cuando un empresario tiene que desprenderse de un buen operario, no será porque sea un tirano, sino porque no tiene trabajo para él y lamentándolo mucho tiene que prescindir de sus servicios. 
Este operario merece todo el respeto del empresario y la indemnización correspondiente pero, cuando se trata de un holgazán que no ha dado rendimiento alguno a la empresa, ¿es justo que le corresponda la misma indemnización?.
Legalmente si, pero moralmente no y económicamente mucho menos todavía.

Se habla con mucha frecuencia de los derechos de los trabajadores que, a mi entender, les corresponden todos y más pero, ¿cuales son los derechos de los zánganos?. Pocas son las cosas en las que los españoles destacamos, pero una de ellas es el escaso rendimiento medio que tenemos en el trabajo. Los zánganos son pocos, pero muy gravosos y suficientes para hundir las cifras de producción. Lo lamentable es que tengan que pagar justos por pecadores. Supongo que está claro que, de no cambiarse esta tendencia, dará lo mismo que gobiernen unos que otros. 
Si no hay trabajo no hay rendimiento y sin éste no hay precio competitivo, con lo cual no podemos exportar y el país va derecho a la quiebra. 
¿Qué políticas tienen que salvar nuestra economía, si no ponemos interés en el trabajo?. 
Mande quien mande, si no hay productividad no hay política alguna que pueda sacarnos del hoyo en el que nos encontramos y eso solo los trabajadores podemos hacerlo.

Aquí, ya se sabe, uno trabajando y cuatro mirando. La picaresca española se conoce en todas las partes del mundo, pero debemos entender que cuando uno se escaquea en el trabajo no solo engaña al empresario que le paga el sueldo, sino que engaña a sus compañeros y a sí mismo.
Los políticos pueden ayudarnos en mejorar las condiciones laborales, pero el trabajo tiene que hacerlo el trabajador. 
Cuando al empresario le falta la necesaria productividad de sus trabajadores, queda en desventaja frente a la competencia, tiene que subir los precios y no vende. 
No hace falta decir que cuando esto ocurre los empleados tienen que irse a la calle. Es que no hay más...


¿Quien es el culpable de la falta de competitividad?.
A).- Mala gestión del empresario.
B).- Baja productividad.
C).- Mala gestión del gobierno.
Con el solo fallo de uno de estos supuestos, el engranaje ya no funciona y cuando esto ocurre el primer afectado es el trabajador. Cuando un empresario prescinde de los servicios de un buen operario, nunca es por una cuestión de tiranía. Cuando los gastos superan a los ingresos, la primera medida es recortar el stock, el personal, los sueldos, o las tres cosas a la vez. En principio, no cabe otra solución.

Si todo esto es así, que así es, ¿qué papel juegan en todo esto los sindicatos en las pequeñas empresas?. Seguramente ninguno. 
En las grandes empresas son necesarios unos delegados que hagan llegar a la dirección las inquietudes del personal, pero no creo yo que en las pequeñas y medianas (que son el 95% del entramado productivo español) hagan falta zánganos que encarezcan todavía más la producción y nos quiten competitividad. 
Gastos que, por otra parte, también los trabajadores soportan en buena medida. Zánganos que no defienden los intereses de los trabajadores, sino los suyos propios y los de los partidos que representan. Durante los años de gobierno del PSOE, con recortes de sueldo y pérdidas de miles de puestos de trabajo cada día, los sindicatos se han mantenido quietos. 














Como si no fuera con ellos, porque realmente con ellos no iba. Sin embargo, ante el acceso al poder de un gobierno contrario a sus intereses y con apenas tres meses de recorrido, ya quieren echarse a la calle.

Mientras unos trabajan, otros comen en los mejores restaurantes mientras preparan la estrategia que les mantenga en sus mullidos sillones viviendo a costa de los demás.
Afortunadamente la juventud de hoy está más preparada que nunca y algún día los zánganos no serán necesarios puesto que la capacidad de gestión del trabajador superará a la de los sindicatos. 
Ese día los trabajadores no necesitarán que nadie les defienda porque ellos mismos sabrán defenderse sobradamente; sin contar que será el propio empresario quien luchará por mejorar sus condiciones, a fin de mantenerles en su empresa el mayor tiempo posible.

Veremos entonces de donde sacan el dinero para comprarse los áticos y los Rolex que ahora lucen en sus muñecas ya que la financiación y las cuentas de los Sindicatos son uno de los secretos mejor guardados de la Democracia. 
Todavía se preguntan los del Fondo Social Europeo, donde están los 84.000.000 de euros con los que financiaron cursos promovidos por CCOO y UGT a trabajadores inexistentes y posterior entrega de diplomas a gente que nunca realizó curso alguno; dándose el caso de "amigos" que, sin acudir, llegaron a recibir hasta nueve diplomas.* El Forcem fue clausurado si, pero los millones no aparecieron... Tampoco hay información del número de afiliados ni del importe de la cuota que satisface cada uno de ellos, aunque se conocen cifras aproximadas de ingresos que hablan de cientos de millones anuales de euros, de los cuales un 70% son procedentes de las cuotas y el 30% restante de las subvenciones de las administraciones públicas.

Aquí se barajan grandes cifras y sustanciosos beneficios y privilegios para quienes ocupan los primeros puestos del escalafón. Todo un chollo por el que merece la pena luchar y al que, naturalmente, no van a renunciar de buenas a primeras. 
Aquí los intereses del trabajador pintan lo que pinta una brocha de cerda apolillada. Los tontos a currar y a cotizar, para que los golfos se peguen la gran vida. 
Por los informes que han trascendido, parece ser que la mayor parte de sus afiliados son de edad superior a los 45 años y estudios más bien escasos puesto que la juventud, mejor preparada, parece haberse dado cuenta de la realidad sindical; un timo flotante al que pocos jóvenes quieren embarcarse.
Preparación y trabajo, ese es el mejor sindicato y un buen seguro de empleo.

RAFAEL FABREGAT

(*). Diario ABC de fecha 28-01-2003 (M.V.R.)

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