23 de febrero de 2012

0614- NUESTRA VERDAD, NO ES LA DE TODOS.

Valencia es en este momento objetivo de políticos fracasados que, aún así, se resisten a trabajar para comer. 
Ante la imposibilidad de caminar por las vías normales de la Democracia y la libertad que los españoles nos dimos al aprobar la Constitución de 1.978, los belicosos anarquistas orquestan manifestaciones de jóvenes y ancianos que, inocentes, cantan al son que ellos tocan.
Porque también en política existe la mafia. 
Mucho más dura e intensa que en otros puntos de la vida diaria, puesto que son muchos y muy importantes los intereses que allí se barajan. 
Y cuando digo intereses, no me refiero solo al hecho de encabezar con su foto una noticia ¡que también!, sino a intereses de verdad, a dinero contante y sonante.

La carga policial, que por supuesto todos hemos visto en televisión y que consideramos de todo punto excesiva, fue provocada por los convocantes y de forma tan agresiva que de no haber respondido la policía tan duramente, los heridos hubieran sido los mismos o más, pero entre los propios policías. Porque la manifestación no fue otra cosa que una acción política, diseñada de antemano por facciones ajenas al alumnado del Instituto Luis Vives.
Se trata de política pura y dura, en la que se agazapan miembros de la izquierda más radical, anarquistas que buscan la connivencia de la juventud para arrimar el ascua a su sardina. Si toda la política es sucia de por sí, no buscando más que el propio interés de quienes la mueven, ésta es la versión más asquerosa de todas ellas. Es el interés estrictamente particular de quienes mueven los hilos y la dura consigna del caiga quien caiga. Ahí no hay subterfugios ni medias tintas, la lucha por la desestabilización es a muerte.

Los alumnos del Instituto Luis Vives de Valencia, no tienen ni una sola carencia más que los ubicados en otras partes de la Comunidad ni del Estado. El instituto no solo tiene calefacción, sino que está al corriente de pago. Esta y otras consignas están orquestadas por fracasados que viven de la contrapolítica, por lo que los arrestados el día del altercado policial no son alumnos del colegio en cuestión. La revuelta, bautizada por el partido Compromis como "Primavera valenciana", está basada en el engaño a los alumnos de Luis Vives en particular y a la opinión pública en general, no teniendo otra meta que la de buscar el enfrentamiento y la desestabilización del gobierno en el poder autonómico y estatal.

A tal objeto llegaron en su momento a la ciudad de Valencia un importante número de elementos que orquestan las manifestaciones y revueltas callejeras que todos conocemos, allá donde se les necesita.
Sí es cierto que el claustro de profesores del Luis Vives, afectados por los recortes de la Generalitat Valenciana en una media de 150 euros mensuales, han colaborado en el éxito de las manifestaciones denunciando la represión policial, han dado facilidades al alumnado para que participe en las protestas y les han alentado a reclamar reivindicaciones en las que solo buscan descargar su propio descontento.

Incluso hay una investigación en marcha para esclarecer su posible oferta de aprobados y no sanción de aquellos que faltaron a clase por ir a la algarada. Aún así el éxito de ese profesorado descontento y belicoso, no ha obtenido el éxito deseado puesto que la mayor parte de los alumnos optaron por quedarse al margen. De hecho, solo uno de los detenidos en las manifestaciones era alumno del citado Instituto.
Una vez más, los intereses propios se anteponen a los generales y se busca la confrontación política, callejera y policial. Para el reclutamiento de tales orquestas nunca faltan músicos y si quien dirige el cotarro ya es amigo y compañero de buena parte de ellos, más fácil todavía.

Lo que España y el mundo hemos visto en las imágenes televisivas, es una parodia que para nada refleja la realidad de unos estudiantes a los que nada les falta y que, como simples marionetas, han estado dirigidos por otros estamentos que ni ellos mismos conocen. Gente ambiciosa, que busca en estas confrontaciones la relajación que no les da el trabajo normal. Una situación sin remedio puesto que esa relajación que el trabajo y correspondiente cansancio proporcionan, no será nunca medicina adecuada para su mal. A tal efecto sería conveniente que pidieran en la farmacia unas pastillitas que vienen como anillo al dedo. Antidepresivos, creo que se llaman...

EL ÚLTIMO CONDILL

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