7 de febrero de 2012

0602- EL IMPERIO DE LA U.R.S.S.

Resulta chocante referirse con el adjetivo de "Imperio" a lo que sobre el papel dijo ser una Unión, socialista además. 
Pero las descomunales medidas del territorio y las dictatoriales medidas aplicadas al pueblo por sus autoridades, justifican y aún se queda corta la denominación de imperialista, al tiempo que lo del socialismo brilla por su ausencia. 
Pero, vayamos por partes...
El día 18 de Mayo de 1.868, nacía en San Petersburgo el que sería último Zar de Rusia y punto final de la dinastía RomanovEl joven Nicolás fue educado en las convicciones autocráticas y la doctrina del origen divino de los zares. D
entro de su esmerada educación hablaba inglés, francés y alemán pero carecía de la fuerte personalidad de sus predecesores, tan necesaria en aquellos momentos convulsos, pero el carácter se hereda, no se aprende. Tras la muerte de su padre subió al trono el día 1 de Noviembre de 1.894 con el nombre de Nicolás II.

Sin embargo no eran buenos tiempos. La actividad clandestina provocó la Revolución de 1.905 y culminó posteriormente con la de 1.917 que pedía una Constitución Parlamentaria a la que Nicolás II no accedió. 
Su rigidez provocó a los principales líderes, uno de ellos Vladimir Lenin. Detenido y exiliado éste a Siberia, tras cumplir la condena marchó a Ginebra y a Londres y creó las bases del Movimiento comunista. Sin entrar en complejos detalles diremos que un error político de Nicolás II provocó la I Guerra Mundial. En 1.915 y tras múltiples derrotas en las que perdieron la vida más de dos millones de soldados rusos, tuvieron que batirse finalmente en retirada. A partir de Enero de 1.917 el gobierno monárquico empezó a desintegrarse con rapidez y se formó un gobierno provisional, dirigido por Kerensky que obtuvo el beneplácito del estado mayor de Nicolás II. 

El día 20 de Marzo de 1.917, incapaz de controlar la situación, Nicolás II abdicó sus derechos y los de su hijo, dando comienzo a la era de los sóviets
Ante la difícil situación política de Europa, británicos y franceses declinaron su petición de asilo y determinaron el final de la Dinastía Romanov.
El zar se dejó detener sin ofrecer resistencia y fue confinado con su mujer y sus hijos en el palacio Tsárskoye Seló, a las afueras de Sant Petersburgo. En Agosto de 1.917, temiendo un intento de asesinato, Kerenski exilió a Nicolás II y a toda su familia a Siberia diciéndole: "Los sóviets quieren mi cabeza, después vendrán a por usted y su familia". En Octubre de 1.917 y con el triunfo de la Revolución Rusa, liderada por Lenin, se derrocó al gobierno de Kerenski. El Sóviet Central ordenó el traslado del depuesto emperador y su familia a Ekaterimburgo, en manos del Sóviet de los Urales. El 4 de Julio de 1.918, ante el avance de la Legión Checoslovaca se temió que liberaran al zar y reimplantaran la monarquía.

El jefe del Sóviet de los Urales informó a sus superiores en Moscú, y éstos dieron la orden de asesinato. 
Un escuadrón de asesinos de la Cheka, al mando de Yákof Yurovski, relevó a la guardia de la casa y el 17 de Julio fusilaron al zar y a toda su familia. 
Para que no hubiera testigo presencial alguno, además de la familia real fusilaron a los sirvientes, al médico y hasta incluso al perro del niño. 
Con el pretexto de hacer una fotografía, antes de proceder a un hipotético traslado, les bajaron al sótano y en esa pose fotográfica Yurovski sacó el revolver y disparó a quemarropa contra Nicolás II, mientras los fusileros realizaban una descarga cerrada contra el grupo, tras la cual remataron a todos con las bayonetas. En 1.979 se halló la tumba donde les enterraron, no encontrándose a la Gran Duquesa Anastasia ni tampoco al príncipe Alexis. Desde 1.997 Nicolás II y la familia real fueron depositados en la catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo. 

El año 2.007 fueron descubiertos los cuerpos de Alexis y Anastasia que fueron enterrados junto al resto de la familia.
La revolución había eliminado a los zares de su mullido trono y sentaba en esos mismos sillones a verdaderos tiranos que dejaban los caprichos del gobierno zarista a la altura del betún. 
Sin duda alguna la ferocidad de estos últimos, a la hora de tratar con todos aquellos que no aplaudían sus desmanes y acataban sus órdenes sin rechistar, era mil veces superior. 
Murieron los zares y quedaban los dictadores como Stalin que sumarían en su haber más de 10 millones de asesinatos a sus espaldas. 
Rusos despojados de sus tierras para después ser asesinados directamente o condenados a trabajos forzados en Siberia, donde también acabarían muriendo. 
Seguir llamando imperio al territorio gobernado por esa pandilla de indeseables, parece el más suave de los adjetivos. 
¿Qué entendería esa gentuza por socialismo, cuando su actuación fue tan deleznable como la practicada por el propio Hitler contra los judíos?.













Sea como fuere, con 25.600.000 Km2., el Bloque Comunista Soviético fue, por extensión (22.000.000 Km2. del Imperio Ruso, más 3.600.000 Km2. entre Europa Oriental y Cuba) el tercer Imperio más grande del mundo.

Con la culminación de la Perestroika y la modernidad instaurada por Mijail Gorbachev en 1.991, se disolvió la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia. 
Algunas repúblicas se independizaron y la nueva Rusia se abreió paso. 
Como símbolo visible del gran cambio, se derribó el Muro de Berlín. 
Los tiempos de muerte y oscuridad entre la población rusa habían finalizado. 
Llegaron tiempos de libertad y nuevas ilusiones. 
No iba a ser fácil pero, con los años, una nueva Rusia se habría camino hacia la luz y la democracia.
Claro que con Vlàdimir Pútin la Democracia queda como mesa coja. Pero, en fin, algo es algo. Por lo menos, hay mesa. Veremos hasta cuando...

RAFAEL FABREGAT

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