Aníbal fue uno de los más grandes generales de la Historia. Nació en Cartago el año 247 a.C., ciudad situada al norte de África, en el actual Túnez; una antigua colonia fenicia fundada hacia el siglo IX a:C. y que había prosperado hasta convertirse en una potencia mediterránea con nombre propio.
Aníbal fue hijo del gran general Amilcar Barca, conquistador del Sureste de la Hispania romana a fin de extender los territorios cartagineses. Su hijo no le andó a la zaga y fué admirado incluso por sus propios enemigos. Como no podía ser de otra forma, de pequeño ya aprendió el odio a Roma, por ser el principal enemigo de sus antecesores. Al igual que su padre tuvo en mente desde su más tierna infancia, conquistar Roma y hacerse con el control de todo el Mediterráneo. Claro que una cosa son los sueños y otra las realidades... Su padre, Amílcar Barca, ya luchó contra los romanos en Sicilia, aunque finalmente y mediante un Tratado de Paz se retiró a África. El año 237 a.C. dirigió una expedición a Iberia y tras ocho años de luchas murió en la Batalla de Helike. (Se cree que en tierras de la provincia del actual Albacete, España).
Fiel a sus ideas, tras la muerte de su padre y su tío, Aníbal siguió sus pasos y su primera misión importante contra los romanos fue la conquista de Sagunto el año 218 a.C. Esta ciudad era una de las principales aliadas de Roma. Claro que la respuesta de Roma no se hizo esperar, tanto en Cartago como en Hispania. Mientras uno de los cónsules se dirigió a Sicilia para preparar al ejército que debía atacar Cartago, el general Publio Cornelio Escipión se dirigió al encuentro de Aníbal en Hispania. Pero Aníbal no aguardó su llegada y, a pesar de estar en pleno invierno, decidió invadir Roma a través de los Alpes. El precio pagado por este atrevimiento fue aterrador. Aníbal empezó el viaje con 90.000 soldados, 12.000 jinetes y 37 elefantes de guerra y partió a traves de las montañas, habida cuenta su inferioridad naval y sus dificultades financieras para fletar una armada suficiente. Durante el viaje se les sumaron gran cantidad de tropas celtas y galas pero, el descalabro contra el frío fue de tales dimensiones que, a su llegada a Turín, solo le quedaban vivos 20.000 soldados, 6.000 jinetes y 1 elefante. Así y todo, el 2 de Agosto del año 216 a.C. Aníbal se enfrentó en Cannas (Apulia-Italia) a un ejército romano muy superior al suyo y gracias a una táctica envolvente resultó victorioso, causando la muerte de 50.000 soldados romanos. La derrota fue tras estrepitosa y próxima a una desprotegida Roma que sus habitantes entraron en pánico.
Aníbal hubiera podido arrasar la ciudad, pero no lo hizo. Esa fue una nefasta decisión. Lejos de sus puertos y sin posibilidad de recibir refuerzos hispanos, por su lejanía, Aníbal tuvo que regresar a África sin culminar su conquista. Sin embargo, estando Aníbal todavía en Italia, en 202 a.C. Publio Cornelio Escipión, el Africano, se le anticipó llegando a Cartago que estaba relativamente indefenso. Informado Aníbal, se desplazó rápidamente a Cartago con sus hombres a los que sumó las tropas africanas, 4.000 macedonios enviados por Filipo V. y 80 elefantes de guerra. Sin embargo, con un número menor Escipión derrotó al cartaginés al haber ordenado a sus hombres, previamente a la batalla, que puliran sus escudos para confundir animales y tropas. Deslumbrados por el sol y abriendo pasillos entre sus filas para dejar paso a las bestias, éstas fueron saeteadas. Los animales, heridos, huyeron despavoridos al desierto.
Tras una larga lucha, relativamente igualada, entró en batalla Cayo Lelio con la caballería y atacaron la retaguardia dispersando a las tropas cartaginesas.
Aníbal y los supervivientes se retiraron incapaces de resistir las embestidas romanas. Después, silencio. La victoria romana era indiscutible. Las condiciones impuestas a Cartago fueron humillantes: Desarme militar y prohibición de tener flota de guerra, lo que, con el tiempo, condujo a la Tercera Guerra Púnica.
El año 149 a.C. los cartagineses entraron nuevamente en guerra contra los romanos, pero esta fue una guerra mucho más corta. Los romanos asediaron la ciudad de Cartago, mataron a sus pobladores y esclavizaron a los supervivientes, arrasando poesteriormente la capital púnica. Se dijo que los romanos sembraron la ciudad de Cartago de sal, para que ni siguiera la yerba puiera brotar, pero esta teoría ha sido desmentida. Aníbal no murió en la batalla y se refugió en Bitinia, pero los romanos exigieron su entrega y para no ser capturado se quitó la vida envenenándose. Era el año 183 a.C...
RAFAEL FABREGAT
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