1437- EL GENERAL MACARTHUR.

Douglas MacArthur nació en Little Rock (Arkansas) EEUU, el 26 de Enero de 1880. Hijo del teniente general MacArthur, condecorado al final de la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) aprendió a cabalgar y a disparar antes de saber leer y escribir. Como todos los hijos de militar, pasó su niñez mudándose de un lugar a otro. En su juventud pasó largas temporadas con su abuelo, juez de alto nivel en la capital de Washington. La condecoración de su padre le abrió las puertas de la academia militar de West Point en 1898, con gran aprovechamiento pues quedó primero de su promoción. Su primer destino fue el de subteniente en el Cuerpo de Ingenieros aunque rápidamente entró como ayudante de su padre, entonces gobernador de Filipinas.

Durante la Primera Guerra Mundial sirvió en Francia como jefe de Estado Mayor de la 42ª División de Infantería. Ascendido a brigadier general fue comandante de la 84ª Brigada de Infantería y posteriormente comandante de la División. Durante la guerra fue condecorado con numerosas medallas puesto que su máxima era liderar desde el frente de batalla. Su negativa a ponerse la máscara anti-gas mientras no la llevaran todos sus hombres le trajo graves problemas respiratorios que le acompañaron durante toda su vida. Al final de la guerra era el oficial más condecorado y el jefe de división más joven. Al llegar la paz y la recesión económica tuvo, como muchos otros, serios problemas en seguir en el ejército pero logró conservar su medalla de general y que no le desmovilizasen. 

Academia West Point.

Gracias al apoyo de su padre en 1920 fue nombrado superintendente en la academia militar de West Point que modernizó en todos sus aspectos. Tras cumplir algunos servicios en Filipinas fue nombrado Mayor General y en 1930 ascendido a Jefe del Estado Mayor por el propio presidente de los Estados Unidos, con el cargo de general de cuatro estrellas. En Octubre de 1935 el ejército de los Estados Unidos ocupaba el puesto 16º del mundo en número de efectivos: 13.000 oficiales y 126.000 soldados. Nombrado supervisor de las Fuerzas Armadas de Filipinas, en 1935 MacArthur y su familia fueron alojados en la mejor suite del Hotel Manila, propiedad del Gobierno semi-independiente. 

Suite MacArthur en el Hotel Manila de Filipinas.

Ante la dificultad en sufragar aquellos gastos convirtieron al general en empleado del hotel con derecho a residencia. A pesar de la devastación de la ciudad por las bombas japonesas durante la Segunda Guerra Mundial, el Hotel Manila permaneció intacto y su suite todavía existe. De hecho parece ser que los pilotos enemigos tenían órdenes expresas de salvaguardar el hotel y así se hizo. Cuando se completó la conquista de la ciudad el mismo hotel se convirtió en residencia oficial del gobernador militar japonés y lo mismo ordenó el general MacArthur a sus pilotos en la reconquista de Filipinas. La leyenda dice que, a pesar de la ocupación japonesa, cuando el ejército estadounidense recuperó Filipinas, la suite de MacArthur estaba exactamente igual a como él la dejó en su precipitada huida. 

Hotel Manila. Filipinas.

Era lo que el general denominaba "honor entre guerreros". MacArtur se retiró del ejército en 1937 con el cargo de Mariscal de Campo del ejército de Filipinas. Si embargo en Julio de 1941 el presidente Roosevelt le llamó de nuevo al servicio activo con el cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas de los EEUU en el Lejano Oriente. Su cuartel general en Filipinas fue la Isla Corregidor, con bombardeos constantes de las fuerzas japonesas. Ante el inminente desembarco japonés, en Marzo de 1942 el presidente Roosevelt le ordenó que se trasladara a Melbourne con su familia. Llegado a Mindanao en una lancha torpedera, embarcó tres días después en un Boing-17 que les llevó al norte de Australia y después a Adelaida en tren. 

Ya con los japoneses en Nueva Guinea los australianos temían la invasión inminente, pero las victorias australianas se sucedieron. Tras muchos avatares y cumpliendo su juramento, los aliados desembarcaron en la isla de Leyte (Filipinas) en Octubre de 1944, consolidando sus posiciones en la Batalla de Luzón. MacArthur trasladó su cuartel general a Manila y preparó la estrategia para una futura invasión de Japón, lo que no fue necesario a consecuencia de la rendición japonesa tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en Agosto de 1945. 

La rendición formal de Japón dio punto final a la Segunda Guerra Mundial. 
El 26 de Noviembre de 1945 el general MacArthur confirmaba al almirante Higashikuni Yonai que la abdicación del emperador no era necesaria, como pedía el consejo de miembros de la familia imperial. Solo el horror de las explosiones atómicas eran culpables de su derrota. Para sus admiradores los sentimientos de respeto hacia el derrotado emperador japonés hablan de un MacArthur integrador y no del conquistador que algunos querían ver. 

Los Estados Unidos supervisaron la reconstrucción de ese Japón devastado pero manteniendo también el firme control del que fuera anteriormente su mayor enemigo. MacArthur contribuyó con todo el personal del estado Mayor a que tales metas se lograran y se redactó una nueva Constitución que renunciaba a declarar una nueva guerra posterior. Dicha Constitución todavía se mantiene vigente. MacArthur devolvió en 1949 el poder al nuevo gobierno japonés, permaneciendo en el país hasta 1951 cuando fue relevado del cargo de Jefe Supremo.
El 25 de Junio de 1950 había comenzado la llamada Guerra de Corea pero MacArthur apenas intervendría. Temiendo una Tercera Guerra Mundial el presidente Truman negó las demandas del general y lo apartó del conflicto. 

La guerra duró dos años más pero el general ya estaba en Washington. Aunque tuvo serios propósitos de presentarse a las elecciones presidenciales nunca llegó a ser candidato. Ganó las elecciones Eisenhower que pidió opinión a MacArtur sobre la Guerra de Corea, adoptando su sugerencia de amenazar con una guerra nuclear que precipitó en la llamada Guerra Fría. MacArthur acabó su vida en el ático del Waldorf-Astoria con su segunda esposa. Está enterrado en el panteón memorial de Norfolk (Virginia).

RAFAEL FABREGAT