31 de octubre de 2012

0832- LA GARGANTA DE KIAMBURA.

Se trata de una brecha espectacular de la sabana ugandesa que, a pesar de la humedad y el asfixiante calor, merece la pena visitar. Especialmente por la espectacular variedad de primates que han hecho de este paraje uno de sus hábitats preferidos. Naturalmente se trata de viajes de aventura, para gente joven y a ser posible experimentada que, en caso de cualquier contrariedad, sepa soslayar cualquier modificación del trayecto de todo punto impredecible. Problemas de transporte, condiciones climatológicas o sociales adversas, que en determinado momento puedan suponer un cambio de ruta o incluso de planes. Los viajes al tercer mundo y especialmente en zonas salvajes, nunca están sujetos a las comodidades de un viaje de vacaciones normales y en esas circunstancias uno no sabe exactamente que es lo que va a encontrar en determinado momento y lugar.

La Garganta de Kiambura está en Uganda y es una especie de falla que se extiende a lo largo de la sabana de este país africano. Se trata de la falla occidental del Riff, una selva tropical a más de 100 metros de profundidad por la que se puede hacer un espectacular safari fotográfico y en el que se pone a prueba la pericia del viajero, ante los cientos de obstáculos naturales que se encuentran a su paso. Visitarla nos ofrece el encanto de disfrutar de un paraje natural único, no comparable con otro lugar del planeta. Quien allí viaja tiene la oportunidad de vivir de cerca culturas milenarias ya casi desaparecidas y una flora y fauna privilegiadas. En contrapartida, esta clase de viajes siempre tienen una puerta abierta a lo inesperado puesto que el hospedaje no tiene el confort que en los países adelantados se disfruta. Quien se apunta a estos viajes lo hace sabiendo que son muchas las posibilidades de que alguna noche se haga incluso en plena naturaleza, con una simple tienda de campaña y cero comodidades. 

Sin duchas y rodando por polvorientas pistas de tierra. El premio es la intimidad y la grandiosidad que ofrece esa naturaleza en su más salvaje esplendor, con el único ruido del viento y los animales nocturnos. Es el único viaje en el que (posiblemente) no encontrarás a familiares o vecinos; seguramente tampoco a tus jefes o empleados. Desde luego es un destino turístico para encontrarse con la naturaleza y con sí mismo, difícil de encontrar en otras partes del mundo que no sean África. Es la naturaleza auténtica, salvaje y abrupta. La que hace reflexionar sobre el origen y el destino de todo y de todos. En estos lugares dejamos de ser uno y entramos a formar parte del todo. Las sonrisas de las gentes que allí viven y la humildad con el que reciben al viajero, compartiendo contigo lo poco que tienen, hace pensar en el constante egoísmo con el que vivimos en los países civilizados y si de verdad merece la pena vivir en un mundo tan competitivo y ruin. Sin embargo tampoco todo lo que aquí se cuece son habas.

La zona no es totalmente segura pues hay grupos terroristas que, en nombre de la libertad, luchan contra el gobierno de Uganda secuestrando (desde 1.987) cerca de 20.000 niños que utilizan como soldados y esclavos sexuales. Con esta gente en las proximidades ¿donde queda lo bucólico de este viaje al paraíso?. Una vez allí, si el destino no es lo que esperabas, puedes pasar a Rwanda pero ¿es esta una alternativa válida?. El genocidio de 1.994 y las masacres entre tutsis y hutus, el hambre y la violenta dictadura, nos quitan la idea de la cabeza. Sin embargo para algunas mentes inquietas el hambre de aventura supera con creces el riesgo de un viaje de esas características. Nuestras divisas también les son sin duda necesarias a estas gentes. Viajen pues a estos destinos las gentes jóvenes e intrépidas y caso de alguna contrariedad obvien el reclamar. No olviden que están en África y allí puede suceder todo, pero difícilmente podrán encontrar solución alguna. Hombre, con dinero y paciencia...

El punto de llegada desde Europa es Entebbe, ciudad ugandesa que no llega a los 100.000 habitantes. Está a orillas del Lago Victoria, cerca de Kampala. Desde allí numerosas agencias llevan al viajero hasta el Parque de la Selva de Bwindi, al límite de la frontera con el Congo. El lugar es hábitat natural de gran cantidad de chimpancés de todas las razas y tamaños, incluido el gorila de montaña. Un viaje caro y complicado pero, para los amantes de los primates, una oportunidad única e irrepetible en ningún otro lugar del planeta.

RAFAEL FABREGAT

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