31 de mayo de 2012

0696- RODAS Y ACRÓPOLIS DE LINDOS.

Con 1.398 Km2. Rodas es la isla más grande del Dodecaneso y la cuarta de toda Grecia. Su enorme legado de mitos y leyendas junto a sus blancas y soleadas playas la han convertido en un destino turístico por excelencia. Mítico lugar de ubicación del famoso Coloso, Rodas es también ciudad y capital del archipiélago, además de ser Patrimonio de la Humanidad. Sus murallas fueron construidas por los Caballeros de la Orden de Malta, instalados en Rodas durante más de doscientos años. (1310-1522)
Cuando Zeus repartió las islas entre los Dioses se olvidó de Helios, dios del sol.
- ¡Vaya, ahora tendré que empezar de nuevo! -exclamó Zeus.
- ¡No es preciso! -respondió Helios- Hoy mismo emergeré una nueva isla del mar, seguro que sabré disfrutarla.  Esa nueva isla era Rodas. 

Allí engendró Helios siete hijos y una hija con la ninfa Rodo, hija de Poseidón. La isla tomó el nombre de esa ninfa, madre de sus hijos. Ese es el motivo de que los habitantes de Rodas digan ser hijos del sol y disfruten de él un mínimo de 300 días al año. 
Las murallas albergan la antigua ciudad, un laberinto de callejuelas estrechas y empedradas que dieron cobijo y protección a aquellos primeros habitantes. Los Caballeros de la Orden de San Juan no hacían las cosas a medias y prueba de ello son los 12 m. de ancho de esas murallas capaces de resistir el más duro asedio.

Construidas alrededor del puerto de acceso en forma semicircular y fortificadas con tres torres. Once puertas permitían la entrada a la ciudad, siendo la principal la de la Marina, frente al mismo puerto. 
Esta puerta está flanqueada por dos torres y sobre la misma está el escudo de la Orden, bajo una flor de Lis. En el interior de la ciudad una calle principal denominada "de los Caballeros", la mezquita de Solimán, el palacio del Gran Maestre y el Hospital. 
Todo el casco antiguo es de origen medieval y de una riqueza incomparable, lugar de cita de todo 
el turismo internacional. 
Calles de singular interés la de Sócrates y la de Hipócrates, porque no todo el interés ha de ser por la Historia. Calles enteras siguen disfrutando esa estampa medieval en las que palacios y casas de menor importancia nos hablan de la categoría de sus antiguos propietarios. Nos es difícil imaginarlos allí, espada envainada y frente a sus casas, puesto que el escenario es exactamente el mismo de setecientos años atrás. 
Pero claro, el calor aprieta y los viajeros también necesitan relajarse y refrescarse para lo cual, entremezcladas con la historia, se encuentran en esas calles decenas de tiendas de souvenirs, bares y restaurantes que les ayudan a ello. 


Unos objetos de recuerdo para familiares y amigos y una cerveza o un simple helado ayudan a este cometido. Ya no digamos si es hora de comer, cuando los arroces con marisco y el mejor vino blanco seco de Retsina cumplen las expectativas del paladar más exigente. Allí, como en cualquier parte, todo es cuestión de presupuesto.


Después ya todo dependerá del calor que haga y del vino ingerido. La tarde es larga. Si el calor no lo impide y hemos sido prudentes en la comida y en la bebida, debemos encaminarnos a Lindos. 

Se trata de una aldea situada a 55 Km. de Rodas, uno de los pueblos más hermosos de Grecia, de casas blancas y calles empedradas, ubicado a la ladera del monte Krana, donde la Historia y el mundo de hoy se funden en una simbiosis perfecta puesto que Lindos es fundador de Rodas. 
Tiene un pequeño puerto natural que lleva el nombre de San Pablo (Agios Pavlos) por ser el primer puerto en el que paró el apóstol en su primer viaje de Jerusalén a Roma.
Los habitantes de Lindos (los dorios) fueron, con Cámiros y Lalisos, fundadores de la ciudad de Rodas en la que instalaron instituciones comunes y a la que se trasladaron buena parte de  los habitantes de las anteriores capitales. Dos santuarios tuvieron allí su máxima relevancia: el de Heracles y el de Atenea. 

Allí, en lo alto de Lindos, se yerguen majestuosas las ruinas de la acrópolis. 
Una ciudadela fortificada sucesivamente por todos los pueblos que la habitaron. 
Griegos, romanos, bizantinos, caballeros de Malta y finalmente por los otomanos. 
Desde lo alto de la acrópolis las vistas de la bahía son impresionantes. 
Su acceso no es fácil, pero los turistas disfrutan con la subida en burro que diferentes compañías proporcionan a cambio de un sustancioso precio. 
Lindos tuvo su momento de mayor esplendor en el siglo VIII a.C. cuando, siendo punto de encuentro comercial entre fenicios y griegos, allí se concertaban los más prósperos negocios y las más interesantes transacciones de toda clase de artículos y animales. 
Sin embargo, con la fundación de Rodas en el siglo V a.C., el comercio se trasladó a la nueva ciudad y Lindos empezó a declinar, aunque nunca fue abandonado por completo. 
Con más mal que bien, Lindos siguió adelante, pero su actividad comercial quedó muy mermada.

Con el tiempo y a pesar de tener tan cerca a Rodas, Lindos consiguió renacer y aún llegó a disfrutar de gran esplendor en la época helenista y romana. 
A finales del primer milenio su actividad volvió a mermar y a principios de la Edad Media, la acrópolis de Lindos había sido abandonada por completo. 
En el siglo XIV la antigua Lindos fue cubierta y transformada por los Caballeros de San Juan en una fortaleza con la que defenderse de los otomanos. 

A fecha de hoy son visibles todavía partes del templo de Atenea Lindia, con la base de la estatua de la diosa y mesa de ofrendas (300 a.C.); Propileos del santuario (siglo V a.C.) y monumental escalera que conduce a la stoa en forma de D y al sitio arqueológico; Stoa helenística del año 200 a.C. con sus 42 columnas. Una inscripción romana dice que la muralla helenística que rodea la acrópolis y sus torres, fueron restauradas a expensas de Aelius Agetor, sacerdote de Atenea en el siglo II. De gran interés el Castillo de la Orden de San Juan (1.317) aunque solo las torres del Este y del Sureste sobreviven y con él la Iglesia de San Juan, ortodoxa-griega del siglo XIII construida sobre los restos de otra del siglo VI.

Viajar nunca es malgastar el dinero, pues aprendemos y nos hace mejores...

RAFAEL FABREGAT

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