4 de mayo de 2012

0671- PIEDRAS CON ALMA.

Kernanstown Cromlech Dolmen
Fundamento principal de esta entrada, empezamos hablando del Dolmen de Brownshill, pero similares a éste hay cientos, miles de ellos y muy especialmente en España que es considerada la cuna de estas construcciones milenarias.
Estas tumbas megalíticas tienen entre 4.000 y 6.000 años de antigüedad y al parecer tienen su origen en una cultura nacida al sur de la península Ibérica, aunque desarrollada por gentes llegadas de la cornisa africana, en tiempos remotos y mediante rudimentarios medios de navegación. Con los siglos, esta cultura fue expandiéndose por Europa y también hasta las islas de los antiguos celtas. El nombre oficial de este dolmen es Kernanstown Cromlech; lo de Brownshill es porque el túmulo está situado en una antigua finca de la familia Browne y popularmente tomó el nombre del propietario.

Como en tantas cosas de la vida, no siempre es el tamaño el dato más relevante a la hora de valorar la importancia de un determinado hallazgo, pero en España somos muy dados a los refranes y no podemos olvidar aquel que dice:  "Ande o no ande, caballo grande". Y si además de grande, anda... ¡mejor aún!. Sobre todo (en este caso) si llueve. 
Si este dolmen ocupa lugar tan destacado es simplemente por el tamaño de la enorme piedra que corona el conjunto y que se estima en cientos de toneladas. Cómo se pudo llevar a cabo la colocación de tan enorme piedra, es la pregunta que nos hacemos todos. El Kernanstown Cromlech Dolmen es lo que se llama una "tumba portal ", denominación que viene dada cuando una enorme roca tapa el acceso al enterramiento, apoyándose en las grandes piedras que cercan la tumba. Este dolmen es el más grande de Europa y está ubicado al sureste de Irlanda, concretamente sobre una colina a 3 Km. de Carlow, provincia de Leinster y comarca de gran proliferación de monumentos de este tipo.

Menhir Locmariaker
Otra cosa es el origen de la palabra Dolmen, que se cree deriva del idioma pre-germánico o pre-británico. Dolen (soporte) y Men (piedra). Soporte de piedra. 
En algunos lugares y quizás por no tener a mano las piedras necesarias, se ponía un Menhir, palabra también compuesta y derivada del Men (piedra) + Hir (larga) que, como es de todos conocido, se trata de un monolito cuyo tamaño varía desde apenas medio metro hasta los 23 metros de altura que tiene el Locmariaker, de 350 toneladas y para cuya colocación se calcula fueron necesarias 3.000 personas. 
Los menhires simplificaban mucho las cosas puesto que eran simples piedras alargadas y sin trabajar, colocadas verticalmente con una base enterrada en el suelo a fin de evitar su caída. 
Las hay de todos los tamaños, dependiendo sin duda de la importancia de la persona o del hecho por el que había sido erigido y podían cumplir varias funciones aunque, como se ha dicho anteriormente, solían ser estelas funerarias y cumplían la misma función que el Dolmen. 
La diferencia es que el Dolmen solía ser lugar de enterramiento familiar, mientras que el Menhir era algo más personal y que podía estar situado en un lugar determinado o en necrópolis, junto a otros personajes.

Dolmenes de Artajona
En España, cuna de la civilización de los constructores de dólmenes como se ha dicho antes, los hay a cientos y de todas las formas y tamaños. Algunos especialmente sofisticados y de tamaño considerable. En la mayoría de los casos se trata de construcciones sencillas que tan solo acogían enterramientos familiares de no más de media docena de indivíduos. En estos casos el dolmen o lugar de enterramiento es un espacio de unos dos metros cuadrados, rodeado de piedras de canto y coronados por una losa mayor que cubre dicho espacio. Se trata de piedras que, aún siendo pesadas, no tienen misterio alguno en cuanto a su recogida y traslado al lugar donde ocupan desde miles de años.

Otros, seguramente ocupados por más altas dignidades del momento, son verdaderas tumbas construidas bajo tierra y cuya parte visible tan solo es el inicio de magníficas galerías que llevan a la cámara donde están situados los cuerpos allí enterrados. 
La sencillez o la sofisticación depende pues de la época de su construcción; a más remota más rudimentaria, y también de la importancia del personaje o de los personajes que alberga. 
En algunos casos como el Dolmen de Menga o el Dolmen del Soto y otros muchos que tenemos en España, aunque cubierta su entrada por una gran losa a modo de dolmen, son llamados Sepulcros de corredor. 
Se trata, en este caso, de tumbas más modernas y sofisticadas que acogieron a familias gobernantes de la época. Tienen una antigüedad de entre 4.500 y 5.000 años y se trata de verdaderas tumbas realizadas con piedras, en algunos casos extraídas de canteras situadas a 40 Km. de distancia y de varias toneladas de peso, que consolidan túneles de acceso al enterramiento de más de 20 metros de longitud. Una verdadera obra de ingeniería que ha sobrevivido al tiempo.  

RAFAEL FABREGAT