28 de mayo de 2012

0693- CABANES, UN PENTECOSTÉS DIFERENTE.

REEDICIÓN.
El tiempo pasa. Poco se acuerdan ya de aquella idílica estampa con la llegada del Espíritu Santo llevando la llama de la fe y de la sabiduría a los apóstoles de Jesucristo y a todos los hombres. 
Atrás quedaron cuarenta años de dictadura y con ella buena parte de las creencias que no eran tales, del amor a la patria franquista y a las cosas de la iglesia que aquellos mandamases propugnaban. 
Hasta en el más pequeño pueblo de este estado plural y aconfesional se cambió el alumbrado  público y en todos los rincones del país se hizo la luz, desapareciendo las tinieblas. 
En nuestro querido pueblo también, ¡quien lo había de decir...!

Con las calles iluminadas y un televisor en cada casa, acabaron los juegos 
de la chiquillería en la calle, en las noches veraniegas. Acabó el juego del "pote", el de "la busca amagá" y el pegarles cuatro achuchones y algunos besuqueos a las vecinitas buenorras en "les pallises" que salpicaban el vecindario de los que vivíamos en las afueras. 
Eso se perdían los que vivían en "las adentros". ¿Para qué si no gustábamos los niños de ir a las eras y pajares extramuros? ¿Acaso hay alguien a quien pueda gustarle que se le pegue la paja a la sudorosa piel, si no es teniendo debajo a alguna guapa chavala?. 
Pues eso hacíamos nosotros, dejar que se nos pegaran las pajas a la piel.

Así pasaban las semanas para los muchachos de la década de los 50/60, sin conocer el euro y sin llevar una sola peseta en el bolsillo. 
Cinco días de "cara al sol", uno de confesión general y otro de misa obligatoria. 
Pero, ¿alguien podía pensar que aquello nos hacía mejores?. ¿Acaso podían pensar los piadosos hipócritas, que machando a los jóvenes, irían ellos al cielo?. ¡Por favor!. Ni yo ni nadie podía creer que eran tan tontos pero, en aquellos tiempos, se vivía mejor aparentándolo...
Mande quien mande y se diga lo que se diga, cada cual es lo que es y el que diga otra cosa miente como un bellaco. En la escuela, t
oda la semana anterior lecturas y dictados tenían como base primordial la fiesta de Pentecostés y consiguiente llegada del Espíritu Santo. 
La llama que desde el cielo se instalaba sobre las cabezas de los apóstoles. ¡Vaya atraso!. ¿Acaso no sabían de sobra, maestros y sacerdotes, que el Espíritu Santo y el mismo Dios están permanentemente con nosotros... sin necesidad alguna de ir a la iglesia y sin imposiciones dictatoriales?. Porque yo, señores, creo en Dios; pero no en aquellos que con una mano predican su palabra y con la otra la prepotencia y el interés particular. Somos muchos los que, justamente por su culpa, queremos creer y no podemos hacerlo. 

El amor y la caridad se predican con el ejemplo, no con la palabra y eso no es lo que ellos hacen. Hay de todo, claro está. De vez en cuando hay alguno bueno y sincero pero, en fin...

Como toda nuestra comarca conoce, el pueblo de Cabanes celebra (celebraba) de un modo especial este segundo día de la Pascua de Pentecostés. 
Cada año, en esta fecha, el pueblo quedaba vacío para acompañar a nuestra patrona "la Mare de Deu de les Santes" de vuelta a su bonita ermita en el Barranc de les Santes o de Ritxer, un kilómetro más allá del antiguo "Molí de Monferrer", que tan buen servicio de molienda daría en tiempos lejanos a todos los masoveros de la zona.
He dicho "celebraba" porque un complot entre dos vecinos de la localidad, uno al menos ateo, cambiaron esta fecha emblemática del lunes de Pentecostés por el domingo anterior.
Se dijo que era para que los jóvenes (estudiantes) pudieran acudir a la cita, pero lo cierto es que con este cambio se destrozó la fiesta local más esperada del año por todos los vecinos y actualmente ya no van ni los jóvenes ni los viejos.
¿Qué le vamos a hacer?. Yo quiero creer que el cambio se hizo para bien, pero los pueblos que no cuidan las tradiciones se quedan sin ellas y solo un verdadero milagro, que nunca se produce, haría que las aguas volvieran a su cauce.

Un kilómetro más allá de la ermita y morada de nuestra querida patrona, la "Mare de Deu de Les Santes está el "Racó dels Pardos", finca y morada de aquel "masover" y vecino especial de Cabanes
 (mi bisabuelo Manuel Bellés) al que nadie ha nombrado jamás, a pesar de tener tanto que agradecerle. 
Pocos saben que fue él quien, de forma totalmente desinteresada y gratuita, dio las aguas con las que conseguía alimentar a su familia, para que todo el pueblo de Cabanes aplacara su sed. Sería voluntariamente o bajo amenazas, no lo sé, pero la dio y su familia, con no menos de media docena de hijos, quedó desamparada.
Hubo grandes fiestas y agasajos aquel día 27 de Septiembre de 1.925 para el Delegado Valera, que gestionó permisos y ayudas para traer las excelentes aguas al pueblo de Cabanes, pero nadie se acordó de ofrecer el más mínimo agradecimiento y respeto a quien proporcionó las aguas de las que comía y bebía toda su numerosísima familia (la dels Pardos).
Ni la más mínima mención se le hizo a la familia propietaria de los terrenos donde nacía y nace tan extraordinario manantial. Para más inri, ni siquiera se le ofrecieron las aguas sobrantes, de las que algunos "amigos" de las autoridades del momento se beneficiaron de por vida. 
Así es este mundo de injusticias permanentes y de lameculos interesados, que hacen y deshacen a voluntad.

El primer domingo de Mayo la Virgen del Buen Suceso, bonito nombre que también llevaba mi madre y que ya no se le pone a ninguna niña en la actualidad, preside la fiesta grande entre sus devotos cabanenses. 
Ese es su día más especial. Para que ello sea así, el día anterior es subida en andas al pueblo desde su ermita y queda esperando en la Iglesia del Cristo del Calvario la apoteósica entrada a la población. Una entrada a la que históricamente han acudido jóvenes y viejos, creyentes o no en las cosas de la Iglesia. Porque, se diga lo que se diga, los curas no son más que hombres plagados de defectos como todos los demás y la Virgen del Buen Suceso es "la nostra Mare de Deu de les Santes", "la Barranquera", la que nos une a todos, creamos o no en esas cosas. No nos une la Iglesia, pero nos une el amor a la Virgen y la tradición, algo que mucha gente no llega nunca a comprender pero que está ahí, presente en la mente de la gente buena, la que no brilla en la sociedad y tantas veces queda mirando la procesión tras un viejo cañizo.

La buena gente es esa, que nadie lo dude. Los buenos no son los que mandan, sino los que obedecen; no los que rezan, sino los que dicen amén. Esos son los buenos.

Como cada año, el lunes de Pentecostés, Cabanes al completo estaba diseminado por aquel histórico barranco de Ritxer. 
Como es costumbre local, a las ocho de la mañana la Virgen sale de la Iglesia Parroquial y por el recorrido de costumbre (calle de San Vicente, plaza dels Hostals y calle del Calvario) llega a su primera capillita del recorrido. Allí, en el barrio del Calvario y a escasos cien metros de nuestra riera del Ravaxol, se vuelve hacia el pueblo en una emblemática despedida de sus hijos cabanenses. Muchos son los que van a despedirla y a cantarle la última "Salve" entre las paredes de este pueblo que es el suyo. Después de los consiguientes vítores, la Virgen del Buen Suceso, nuestra "Mare de Deu de les Santes",  inicia el camino hacia su ermita. No lo hace sola, sino que son muchos los vecinos que la acompañan en este recorrido, que todos saben es, en parte, diferente al de su llegada.

Tras la despedida, buena parte de aquellos que quedan mirando como se aleja la Virgen de la población irán después a sus casas para recoger los víveres y pertrechos necesarios para pasar el festivo día entre familiares o amigos pero siempre junto a nuestra Patrona. A pesar de los peligros y prohibiciones por tratarse de un entorno totalmente boscoso, en el llamado "Barranc de les Santes" se encenderán centenares de fuegos y se harán otras tantas barbacoas y paellas junto a la propia maleza, sin que nunca se haya sufrido ningún contratiempo. En un día de romería sin parangón, los vecinos de Cabanes marchan hacia aquellos parajes en los que se olvidan viejas rencillas y donde la camaradería preside la relación de unos y otros que brindan (quizás demasiadas veces) por la salud y la fiesta. Últimamente el Ayuntamiento suele colaborar con una paella monumental a que la armonía no falte y cuando la comida ya está bien asentada en los agradecidos estómagos, llega el momento en que el popular "Bertín", o quien corresponda, desgrane las notas del primer pasodoble.


Las escasas lluvias hacen prever una inmensa polvareda en la replaza que acoge estos eventos frente a la ermita. Naturalmente las autoridades reclamarán el conveniente riego de la "pista de baile" pero, aún así, la polvareda estará sin duda presente puesto que el ardor de los bailarines está siempre garantizado; por la buena disposición y por el mucho "trasiego" de bebida realizado durante toda la mañana y tras la comida del mediodía. 

"Hara pague yo y hara pagues tú" el bar ambulante de "La Tahona" garantiza su caja y el buen ambiente de la fiesta. Ocho metros cuadrados sobre ruedas, donde los carajillos y los cubalibres, servidos por cuatro personas ininterrumpidamente durante doce largas horas hacen nublar la vista de más de cuatro y algunos incluso se atreven a cantar sobre el improvisado escenario, mientras otros bailan sobre los contenedores de basura. Esperamos y deseamos que sean pocos los que se caigan en las balsas de agua y que ninguno de ellos lo haga a los bancales de abajo, destinados a los domingueros ocasionales
Y, por favor, sin taponar el camino de vuelta. ¡No sea cosa que haya alguna parturienta...!

RAFAEL FABREGAT

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