Mucho se ha hablado sobre la infalibilidad de este personaje pero, se diga lo que se diga, una cosa está clara... Se trata de una persona de carne y hueso, nombrada para este cargo por mayoría de los cardenales, que también están hechos del mismo material. Quiere decirse que "la fumata blanca" que nos anuncia que "habemus papam" se enciende para anunciarnos que el nombramiento de un nuevo Papa está llevado a cabo en base a intereses de los cardenales de la Curia Romana, más que en las aptitudes de éste, que sin duda las tiene también. Prueba de ello es que, cuando esas aptitudes se vuelven en contra de sus intereses, el Papa se aparta o lo apartan. Cuando un cardenal ha llegado a tan ilustre nombramiento es porque tiene valía más que suficiente pero, aún así, los cardenales se equivocan. No todos valen para ser Papa y rectificar es de sabios.
La infalibilidad del Papa es uno de los dogmas (o verdades ciertas) de la Iglesia Católica, curiosamente una de las pruebas más claras de que tales dogmas no son en absoluto fiables. Los primeros y más importantes "dogmas de fe" fueron definidos en el Concilio Vaticano I, convocado en 1869 por el Papa Pío IX y "la infalibilidad del papa" era uno de ellos. ¡Por favor...! ¿Infalible el Papa?. ¡Hombre...! Está claro que el Papa no abre la boca sin que antes un montón de cardenales (los más sabios del lugar) no hayan estudiado lo que conviene o no conviene decir. Pero son mortales y, justamente por eso, algunas veces (muy pocas) se equivocan. Ocho fueron los Dogmas aprobados y que se establecieron en base a la figura de Dios, Jesucristo, la Creación, el ser humano, la figura de María, el Papa y la Iglesia, los Sacramentos y las Últimas Cosas.
No vamos a explayarnos aquí en el contenido de cada uno de estos Dogmas a cual más increíble y dirigido hacia los intereses de la propia Iglesia Católica. Iremos pues al final de la relación dogmática y por lo tanto a esas "Últimas Cosas" (8) que son la consecuencia de haber creído o no en su palabra... El final de todos y cada uno de los seres que pueblan la Tierra es la muerte pero, según la Iglesia Católica, la muerte no es el final... Falta el merecido premio o castigo, según se haya procedido en vida. Cielo para los justos e Infierno para los pecadores. Lo más chocante es que los justos no son los no pecadores, sino los pecadores arrepentidos. Quiere esto decir que pecadores somos todos. Yo, que no sé nada, les diré que estoy convencido de las bondades divinas. Quiere esto decir, que si hay Dios y el Cielo existe, allí iremos todos puesto que nadie es culpable de haber nacido guapo o feo y, menos aún, bueno o malo. Es una cuestión de genes, heredados de nuestros antecesores.
RAFAEL FABREGAT
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