Son muchos los momentos oscuros de la Iglesia Católica y fundamentalmente los que giran alrededor de la fornicación, del amancebamiento y de la lucha por el poder terrenal. La compraventa del papado y la juventud de los elegidos influyó y mucho en la terrible oscuridad en la que vivió la Iglesia durante muchas décadas. Sin embargo en la presente entrada lo que se trata es uno de los capítulos más estrafalarios de la historia papal. Se trata del "Concilio cadavérico ó Sínodo del Terror" celebrado en Enero del año 897 en la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma. El juicio fue promovido por el Papa Esteban VI, contra la figura del ya fallecido Papa Formoso, acusado de perjurio y de haber accedido al papado de forma ilegal. Todo bulos injustificados. En realidad era la venganza de la familia Spoleto por promover la destitución de Lamberto de Spoleto como emperador de Roma.
El Papa Formoso fue elegido por unanimidad pontífice de la Iglesia de Roma el día 6 de Octubre del año 891.
Por circunstancias de la época Formoso había coronado a Lamberto pero posteriormente apoyó intrigas en su contra. Contrario a la tiranía de Lamberto de Spoleto, apoyó al alemán Arnulfo de Carintia que avanzó sobre Roma y fue coronado por Formoso como nuevo emperador en el atrio de la Antigua Basílica de San Pedro.
Dos meses después el Papa Formoso fallece y con el apoyo de la familia Spoleto ocupa la silla papal Bonifacio VI, que fallece a los 15 días, siendo nombrado Esteban VI como nuevo Papa de la Iglesia.
Unos meses después el emperador Arnulfo enferma y se ve obligado a abandonar Italia, tomando nuevamente el control de Roma Lamberto de Spoleto.
Como era de esperar la familia Spoleto, nuevamente en el poder, impulsa un juicio póstumo contra la figura del Papa Formoso. Obligado a obedecer al nuevo emperador, el Papa Esteban VI ordena la exhumación del cadáver de Formoso y le somete a juicio en juicio reunido a tal fin. En la Basílica Constantiniana y presidido por Esteban VI se procedió al revestimiento del cadáver del Papa Formoso con los ornamentos papales y se le sentó en un trono para que "escuchara" las acusaciones que se le imputaban. La principal de ellas fue que, siendo obispo de la diócesis de Porto, la había abandonado para ocupar como Papa la diócesis de Roma sin buscar quien se hiciera cargo de ella.
Encontrado culpable de ésta y de otras muchas acusaciones sin sentido, se dio por invalidada su elección como Papa y se anularon todos los actos y ordenaciones de su papado. Acto seguido se despojó el cadáver de sus vestiduras y se le arrancaron de la mano los tres dedos con los que impartía las bendiciones papales. Posteriormente sus restos fueron depositados en una caja guardada secretamente. El Papa Esteban VI solo vivió quince meses. Le siguió Romano I que rehabilitó la figura del Papa Formoso pero solo vivió tres meses y tras éste Teodoro II que solo vivió un mes. A Teodoro II le siguió Juan IX, el cual convocó dos concilios, en Rávena y Roma, prohibiendo las acusaciones en tribunal contra toda persona muerta. Sin embargo también este Papa murió a los dos años y el nuevo pontífice Sergio III (904-911) anuló los concilios de sus antecesores e inició un segundo juicio contra el cadáver del Papa Formoso, hallándole nuevamente culpable.
No habría un tercer juicio puesto que Sergio III ordenó que los restos de Formoso fueran arrojados al río Tíber para que, según sus palabras, "desapareciesen de la faz de la Tierra". Sin embargo parte de aquellos huesos se enredaron en las redes de un pescador y finalizado el pontificado de Sergio III fueron depositados en el Vaticano donde descansan hasta el día de hoy. Curiosamente con el Papa Sergio III comenzó una etapa de más de cincuenta años de sexo y corrupción vaticana, además de un hijo ilegítimo con su amante Marozia, hija del papa Juan X. También aquel hijo sería papa: Juan XI. Esta etapa, llamada "pornocracia" ocupó a doce Papas y duró 52 años, finalizando el año 964 con la muerte del Papa Juan XII. Murió de un martillazo en la cabeza, propinado por el marido de la mujer con la que estaba fornicando. El Palacio Sagrado convertido en casa de meretrices, así era el Vaticano en aquellos tiempos finales del primer milenio...
RAFAEL FABREGAT
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