14 de noviembre de 2018

2689- PRIMERA OPERACIÓN BIKINI.

Alguien es posible que piense: ¿Por qué lo que se narra a continuación fue la "primera operación bikini?. Bueno, bueno... Si no fue la primera, sí que sería sin duda una de las primeras, ya que la fecha de esta milagrosa dieta se llevó a cabo en Febrero/Marzo del año 959 y con una duración de tan solo 40 días. Suficientes para perder 120 Kg. 
Se trataba de Sancho I de León, apodado el Craso (gordo). El "angelito" era hijo de Ramiro II de León y de Urraca Sánchez de Pamplona, segunda esposa del rey. 
Sancho había nacido el año 935 y ya desde que abandonara la teta se convirtió en un gran comilón, motivo por el cual de adulto llegó a pesar 240 Kg. lo que, en esa época de tantas penurias, era algo jamás visto. Normalmente Sancho solía comer siete veces al día y hasta 17 platos diferentes. La mayoría de los condumios eran de carne de caza y por lo tanto sumaban miles de calorías que el joven príncipe no llegaba nunca a contrarrestar en sus nobles y escasos ejercicios. 
A la muerte de Ramiro II en el 951 le sucedió Ordoño III, primogénito del rey y de su primera esposa Adosinda. Sancho, ya con sus 240 Kg. a cuestas, vio con envidia y resignación cómo su hermanastro era coronado y él quedaba en segundo plano, incapaz no solo de derrocarle, sino ni siquiera poder subir a caballo. 

Al morir Ordoño, el año 956, ascendió por fin al trono leonés Sancho I pero dos años después, en el 958, ya perdido el respeto de sus súbditos por culpa de su gordura, fue derrocado por los nobles castellanos y leoneses que, encabezados por el conde Fernán González, nombraron rey a un primo suyo que reinó como Ordoño IV. Es en este momento donde comienza la "primera operación bikini" de la Historia. 
Sancho I pidió ayuda a su abuela Toda de Pamplona para recuperar su reino, pero ésta le dijo que la primera medida tenía que ser perder "esos kilitos" que le permitieran combatir contra sus enemigos. 
La reina Toda movió los hilos necesarios y acompañó a su nieto a Córdoba para ser tratado por el mejor médico de la corte del califa Abderramán III, prometiéndole éste unas plazas en la Ribera del Duero si su médico conseguía hacerle perder la mitad de su peso en un plazo máximo de dos meses. No hizo falta tanto. 
Según cuentan las crónicas, la primera "receta" del famoso médico fue coser la boca de Sancho I por tres puntos, a fin de que no pudiera ingerir ningún tipo de alimento sólido durante 40 días. Acabaron pues los venados y comenzaron los purés, las infusiones y el agua clara, todo ello tomado a través de pajitas de centeno. 

Por si esto no fuera suficiente, Sancho fue obligado a hacer todos los días determinados ejercicios que le permitieran recuperar la elasticidad de las muchas pieles que pronto empezaron a hacer su aparición. Atado con una cuerda los sirvientes del califa obligaban a Sancho a salir de su habitación y a dar largos paseos por los jardines de palacio. Finalizada la sesión de "running" le metían en un baño de vapor para eliminar de su cuerpo el agua y grasa acumulada durante años. Los mismos cronistas cuentan que el método era inhumano pero sin duda efectivo. A los 30 días los colgajos de piel cubrían todo el cuerpo del joven Sancho, iniciándose terribles sesiones de masaje que ayudaron a recuperar su firmeza. Antes de los 60 días fijados como límite del tratamiento pudo subir a su caballo, sujetar firmemente la espada y yacer con una mujer. 

Solo entonces se dio por finalizado el tratamiento. Se le quitaron los puntos de la boca y se le dio a probar alimento sólido en pequeñas cantidades que aumentaron progresivamente. El médico le dio por curado de su morbidez pero le aconsejó que nunca más se excediera en la comida si quería mantener su salud en perfectas condiciones. Con sus 120 Kg. (recio pero no obeso) Sancho I marchó sobre Zamora el año 959, con fuerzas prestadas por el califa y el apoyo de las de su abuela Toda de Navarra
Visto el oprobio que le esperaba ante tan indiscutible derrota, Ordoño IV no presentó combate, abandonó el trono y huyó a Asturias. En un gesto de todo punto deshonroso, con la corona nuevamente sobre su cabeza, Sancho I se negó a entregar a Abderramán III las plazas que le había prometido aunque, para evitar más derramamientos de sangre, Abderramán declaró a su muerte que la deuda había sido saldada. Sus herederos nunca lo creyeron y por ésta u otras causas Sancho murió envenenado el año 966, a los 35 años de edad. Nunca sabremos si los mismos que le quitaron la grasa fueron quienes le quitaron la vida. Le sucedió su hijo Ramiro III.
Especialistas actuales dudan que la dieta fuera llevada a cabo en circunstancias tan duras, sin que le pasara factura a nuestro protagonista. Algo más que agua ingeriría Sancho I a través de las pajitas, de lo contrario no se cree que hubiera podido resistirlo...

RAFAEL FABREGAT

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