21 de septiembre de 2018

2659- VIVE Y DEJA VIVIR.

El 5º Mandamiento lo deja bien claro: "no matarás". Pero, en realidad, este Mandamiento va más allá del hecho de no quitar la vida a nuestro prójimo. Hay muchas maneras de matar a una persona sin quitarle la vida, pues también la calumnia y otras muchas afrentas son capaces de matar psicológicamente a una persona cuando ésta es incapaz de hacer a otros el daño que a él se le atribuye y que recibe como castigo inmerecido. Amplio es pues el significado de este Mandamiento que se atribuye a la Ley de Dios. Matar es también herir con palabras injuriosas, especialmente cuando éstas no están justificadas y menos aún probadas. No se trata aquí tampoco de promover enseñanzas divulgadas por una u otra religión, sino de algo tan sencillo como es el respetar a nuestros semejantes en la misma medida que lo deseamos para nosotros mismos.

Para obrar de esta manera, ni siquiera hace falta creer en Dios. El obrar con rectitud no debe en modo alguno hacerse por miedo a un posible castigo divino o terrenal, sino que es suficiente hacerlo por la consideración que debemos a nuestros semejantes. No se trata pues de premio o castigo. La máxima de "no hagas a los demás lo que no quieras para tí" es más que suficiente. Cumplir esta premisa haría innecesaria la presencia de soldados, policías, abogados y sacerdotes, todos ellos también pecadores del 5º Mandamiento y de todos los demás. Lamentablemente seguirían siendo necesarios los políticos, pues alguien tiene que dirigir al rebaño, pero yendo todos por el camino del bien todo sería distinto y más fácil que lo es en la actualidad. Naturalmente es hablar por hablar, pues no tenemos remedio.

La vida es demasiado valiosa para maltratarla. No voy a entrar tampoco en el hecho de que sea divina o humana, pero es desde luego algo sagrado que deberíamos respetar en todas sus formas. Sin embargo quienes creen en Dios toman como suya esta frase:
"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todas las bestias que hay sobre la Tierra". (G-1:26)
Sin embargo somos muchos los que no tenemos tan claro que el hombre pueda disponer y disponga de la vida de los animales para su servicio y sustento. 
El hombre podría sustentarse perfectamente de lo que la Naturaleza le proporciona sin necesidad de matar, aunque tenemos claro que no sería ni la sombra de lo que es actualmente.

Se considera pues lícito y justo el matar para alimentarse y cuando esté en juego la propia supervivencia. La legítima defensa es un derecho natural reconocido en todas las religiones y sancionado por Dios (Ex. 22:2) pudiendo extenderse incluso hasta la muerte del agresor injusto, siempre con las cautelas propias de la moral. Se establece, sin embargo, que el hecho se produzca en el momento de la agresión recibida y no en fecha posterior, puesto que entonces ya sería considerado una venganza. También es necesario que el daño causado sea equivalente al recibido y que no tenga otra meta que la de evitar agresiones futuras. A poco que creamos en Dios, o simplemente en el bien y el mal, queda claro que nadie tiene potestad para disponer de la vida de los demás. Hay otra máxima, breve y sencilla, que lo resume todo: "Vive y deja vivir".

RAFAEL FABREGAT

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