Una vez más y antes de nada decir que, siempre que en este Blog se habla de setas, se trata del Maestrazgo turol-castellonenese. Pues bien, yo no recuerdo qué pasó el año pasado, porque en mi casa la cesta la llenamos siempre, pero está claro que lo de este año es algo excepcional. Algo que solo ocurre diez veces en un siglo, por decir algo. Este año no hay buscadores buenos o malos, todos son buenos. La única diferencia es que los buenos recogen cantidades desorbitadas y de todo punto innecesarias, mientras que los no tan buenos llenan simplemente la cesta. Ojo, que llenar la cesta sin conocer buenos lugares tiene su mérito. El pasado fin de semana, cuando estábamos en la estación de ITV de Cantavieja nos decía un conocido, que todavía no había pasado la revisión que, aún siendo las cinco de la tarde, todavía irían a echar un vistazo al monte. Pues bien, a esa hora y sin conocer la zona, todavía llenaron la cesta de robellones.
No me dirán que no es extraordinario... Claro está que, aquellos que saben de zonas buenas y no masificadas de buscadores, llegan a las 10 de la mañana y comen en Castellón con 10 y hasta 20 Kg. de robellones. Claro que yo me pregunto: ¿y para qué tantos robellones?. En mi casa, cuando todavía no teníamos las localizaciones especiales que tenemos hoy, también madrugábamos y hasta incluso, llegados al monte, teníamos que esperar a que la luz del día permitiese la búsqueda. Definitivamente eran otros tiempos, pero lo que no hemos hecho nunca ha sido comer en el monte y retomar la búsqueda después. Tampoco volver a buscar después de comer en los restaurantes de la zona. Para nosotros la búsqueda de setas ha sido siempre una fiesta y para que esto sea así debe haber mucha diversión y pocos o ningún sacrificio.
Nada pues de grandes madrugones ni de búsqueda impetuosa, como si no hubiera un mañana. Este sábado me levanté a las 8,15 h. y tras el desayuno salimos en dirección a Mosqueruela. Pasábamos por allí a las 10,30 h. sin tener claro todavía donde iríamos a buscar. Sabemos demasiados sitios buenos... Nuestra hija mayor y su familia estaban buscando en uno de los sitios, quizás el mejor, que nosotros mismos les mostramos en años anteriores. Buscando es un decir, puesto que más bien se trataba de cortar y llevar las cestas al coche. Cuando lo llenaron todo hubieron de marchar, como tantas veces hemos llenado nosotros en años anteriores, Un verdadero problema. ¿Qué haces si llegas a las 8,00 h. de la mañana al pinar y a las 9,00 h. tienes todas las cestas llenas?. Lo único que puedes hacer es marchar a tu casa, que es justamente lo que no quieres hacer.
Para los que vamos a pasar el día y a comer por allí, es un verdadero problema. Ellos habían almorzado en Vilafranca y tras llenar las cestas marcharon a su casa y ya comieron allí, pero ese plan a nosotros no nos gusta. Sabiendo el lugar que habían elegido para buscar y aún a sabiendas de que allí había robellones para parar un tren, nosotros fuimos a otro lugar, bueno pero bastante más mediocre. A los hijos hay que "darles cuerda". LLegamos al pinar faltando poco para las once y tras llenar las cestas a tope marchamos a Mosqueruela para comer en el restaurante que tenemos acostumbrado hacerlo. El bar estaba lleno de gente puesto que el comedor no abría hasta la 1,30 h. de la tarde. En fin, tomamos unas cañas y mientras tanto ya abrieron y pudimos entrar. Poca hambre claro pero ¿qué podíamos hacer?.
En poco más de dos horas habíamos llenado las cestas y solo quedaba pendiente la segunda parte de la excursión que era la comida. Buena olla, buena carne, buenas patatas, buen vino y naturalmente setas, aunque yo paso de comer setas fuera de casa. Para los que estamos acostumbrados a encontrar setas todos los años, sean buenos o malos, la búsqueda micológica que tanto nos gusta es solamente una parte del programa. Las setas son la excusa para salir de casa y, en este caso, para subir hasta parajes tan alejados de nuestro entorno habitual en la costa castellonense, como es la zona del Maestrazgo. Quieras que no son un mínimo de 250 Km. (ida y vuelta) y un gasto nada despreciable que obligatoriamente ha de tener su compensación. Entiendo pues a quienes, una vez allí, luchan con todas sus fuerzas por llevar a su casa la mayor cantidad posible de setas.
En nuestro caso, lo que queremos es volver el próximo fin de semana, motivo por el cual no queremos acumular tanta cosecha. Bien es verdad que hace unos años llegamos a adquirir un arcón congelador para poder guardar el excedente, pero llenarlo no es una prioridad. Nos gustan, no crean que no, pero no tanto como para almacenarlos de forma descontrolada. Tras dar a familiares, amigos y conocidos, ya nadie quiere y nosotros tampoco. Lo bonito es la recogida, comerlos es lo de menos. ¿Por qué es esto así?. Pues no lo sé. ¿Qué quieren que les diga?. Tanto mi padre como mi suegro fueron grandes buscadores y tanto a mí como a mi mujer nos inculcaron la afición a la búsqueda de setas y aquí estamos. Buscamos con emoción sí, pero sin ambición desmedida. ¡Y eso que hemos aprendido a conservarlos perfectamente...!
Con el tiempo hemos conseguido encontrar lugares magníficos y poco trillados, motivo por el cual encontramos las setas con relativa facilidad. Cada día es para nosotros una fiesta, siempre complementada con la comida en el lugar y las compras de carne, pan y patatas de la zona, cuya extraordinaria calidad es de todos conocida. El próximo fin de semana, si Dios quiere, subiremos una vez más. El productor quizás haya recogido ya las patatas y tengamos que pasar a buscar la cantidad reservada para nosotros. Calidad extraordinaria y precio más bajo que cualquier patata que puedas encontrar en Castellón. No hay pues motivo para no comer durante todo el año las excelentes patatas de Mosqueruela. Este fin de semana quizás vayamos con alguna de nuestras hijas y nietos. Con suerte o sin ella creo que el éxito de la recogida está más que asegurado y la fiesta también. Suerte para todos. Seguiré informando...
RAFAEL FABREGAT
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