En 2007, con la llegada de la crisis y el peligro de perder el puesto de trabajo, de repente las bajas por enfermedad fueron bajando hasta cifras jamás vistas. Todos estaban sanos. Los enfermos fueron bajando, bajando hasta que en 2013 se llegó a las 4.345 bajas en todo el territorio nacional. Claro que a partir de 2014, parece que la economía iba mejor y los enfermos fueron aumentando otra vez. Por lo visto el dinero es malo para la salud y en 2016 ya superamos las cifras de "enfermos imaginarios" de 2010 y el pasado 2017 se sumó un 10,3% más. Una pandemia nacional en toda regla.
Esta pillería española cuesta a las empresas contratantes la broma de 6.600 millones de euros, con una factura a la economía española de 77.000 millones de euros. Casi nada. ¡Y eso que las Mútuas y las mejoras en la gestión de la Seguridad Social han hecho que con su vigilancia están continuamente reduciendo el fraude...! Con la llegada de la crisis las bajas por enfermedad se redujeron un 46%, ahorrando la Seguridad Social más de 3.000 millones de euros pero, apenas pasaron los efectos de la crisis, los "enfermos imaginarios" se han disparado de nuevo. Algo no va bien. Desde 2014 las bajas laborales van otra vez en aumento y el gasto consiguiente no para de aumentar. Se espera que este año estas cifras sean mucho mayores que las del año anterior, con un previsible aumento del 10%.
La Seguridad Social española está en este momento con un déficit del 1,61%, lo que significan 18.800 millones de euros de pérdidas, pero está cifra está aumentando en 200 millones anuales. De no ponerse en marcha soluciones estabilizadoras, será muy difícil que la Seguridad Social pueda soportar un sistema de pensiones dignas, ya no del futuro, sino incluso de los jubilados actuales. Este año, con un aumento del IPC que ronda el 2%, las pensiones han sido aumentadas un 0,25% lo cual significa que el poder adquisitivo de los jubilados se ha visto mermado en un 1,75%. Naturalmente la culpa de ello no es solamente el absentismo laboral de los cuatro "listos" de turno, pero no cabe duda que esos pillos también contribuyen y no poco al desequilibrio del sistema.
RAFAEL FABREGAT
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