8 de enero de 2015

1620- BARCELONA NO ES INDEPENDENTISTA.

Según los datos, ni Barcelona ni el resto de Cataluña tienen una mayoría de votantes con ideas independentistas. Un reciente estudio, basado en encuestas serias a todos los sectores de la sociedad, determina que cerca de la mitad de la población catalana (más bien escasa que sobrada) piensa que una Cataluña independiente podría ser favorable a sus intereses, aunque tampoco lo tienen claro. A pesar de todo, el 75% de la población catalana se considera española y no quiere ningún cambio. Por contra, el 25% de los encuestados tiene ideas políticas de carácter independentista y radical, aunque pocos estarían dispuestos a defenderlas a capa y espada. Está claro que la política ya no es lo que era...


Motivos para dudar no les faltan. Desde que los truhanes de Mas y Junqueras pusieron en marcha los tequemanejes soberanistas, para salvar su culo, la inversión extranjera en Cataluña ha caído un 42% con respecto al año anterior. Y más que va a caer, como no vuelvan las aguas a su cauce. Al capital no le gustan los sobresaltos y por muy legítimas que les parezcan a algunos estas reivindicaciones "la pela es la pela" y con ella comemos todos. Y el catalán -lo he dicho siempre- de tonto no tiene un pelo. Los empresarios, aunque no sean más que simples autónomos de toma pan y moja, jamás hubieran sacado a la calle tales pretensiones soberanistas. Ellos solo quieren paz, trabajo y poder ganarse la vida.


Más bien es el asalariado con problemas de toda índole y que no tiene nada que perder, el que da mejor respuesta a todo aquello que sea novedad y aventura. Ante la falta de pan, cualquier apaño puede ser beneficioso. Más abajo del nivel del suelo ya no se puede caer, pero están equivocados. Hay sótanos. En este momento quien más quien menos tiene unas ayudas sociales y derechos sanitarios y educacionales que la "caja" de la Generalitat no puede cubrir por sí sola. Y no es porque dicha autonomía no reciba lo que le corresponde, no, sino porque quienes mandan en este momento tienen otras prioridades, que pasan por eternizarse en el poder o acceder al mismo de forma mayoritaria.


Lo que no parecen saber las fuerzas catalanas de izquierda, los simples votantes que para nada les afecta que manden unos u otros, es que la pérdida de inversiones en Cataluña significa pérdida de puestos de trabajo... y eso si que les afecta a ellos y a sus mermadas economías domésticas. Desde 2010, fecha de la primera mención de los gobernantes catalanes sobre una hipotética secesión de España, los inversores extranjeros han quintuplicado su inversión en la Comunidad de Madrid, en detrimento de la de Cataluña. ¿Es eso interesante y ventajoso para los catalanes de a pie, que solo quieren trabajar y atender debidamente a su familia?. Yo creo sinceramente que no.


Otra cosa, claro está, es la política y los políticos. Pero los fanatismos no tienen cabida en la casa del pobre. La mesa de la política es muy exclusiva. No son ellos los que se sentarán alrededor de esa mesa repleta de viandas exclusivas. Pero el pobre, además suele ser ciego, por eso es pobre. ¿Acaso cree alguien que los políticos tienen fanatismo por algo o por alguien?. ¡Como no sea por el poder y el dinero que éste trae consigo...! Está claro que todos tenemos más afinidad con las políticas que creemos más próximas a nosotros, pero cuando ascienden un peldaño dejan de estar próximos. En el mejor de los casos, unas migajas pueden caer al suelo y quedar a nuestra disposición, pero solo a los que están en primera fila. 


No todos son llamados a "la mesa del señor" y justamente nosotros, la gente de a pie, parece ser que no tenemos derecho ni siquiera a esas migajas. Al menos mientras no cambien las cosas y seamos capaces de ver el engaño y obremos en consecuencia. A más educación plural, más capacidad para discernir entre la verdad y la mentira. Pero eso requiere tiempo, años, décadas. Nuestra democracia es demasiado joven. Nos falta mucho camino por recorrer. El problema de la juventud es que siempre cree saberlo todo antes de tiempo y de ahí los patinazos que después tanto se lamentan. Pero así es la vida. Los viejos también fueron jóvenes y también patinaron y cayeron...

RAFAEL FABREGAT

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