1 de febrero de 2013

0913- EL ALTO PRECIO DEL ESTRÉS.

El estrés genera un mayor riesgo de muerte prematura. Los investigadores no saben exactamente cuales son los cambios que se producen en el organismo y si son hormonales o de cualquier otra índole, pero lo que si está demostrado es que cuando un individuo padece estrés, su vida se acorta notablemente; bien por el impacto directo del propio estrés o porque el padecimiento de esta conducta de tipo nervioso puede afectarle en el sentido de ser más vulnerable a contraer cualquier tipo de enfermedad. El estudio de esta problemática podría ayudar a entender la respuesta de otros organismos en condiciones similares y servir como modelo para investigaciones futuras sobre los efectos letales del estrés. Según recientes descubrimientos, el estrés es el causante de numerosas dolencias y de un importante recorte de la vida.

Es verdad que la muerte nos llega a todos pero, cuando se viven situaciones estresantes, la vida puede acortarse hasta una sexta parte de lo que sería normal en el individuo objeto de estudio. Estudios pasados y presentes nos han ido diciendo que el estrés evolutivo es el que ha propiciado el desarrollo y capacidad de supervivencia de los actuales seres del planeta, frente a otros seres más fuertes y aparentemente mejor desarrollados para la caza o incluso para resistir la enfermedad. Sin embargo, viendo lo negativo que es el estrés para la vida, ¿que utilidad puede tener desde un punto de vista evolutivo?. ¿Como se entiende que la evolución sea necesaria para la supervivencia, si dicha evolución origina estrés y éste propicia un notable adelanto de la muerte, e incluso la causa directamente?.

Sin embargo no es todo negativo. En situaciones de peligro, el estrés mantiene alerta los sentidos más primitivos de supervivencia. De hecho lo que hace es desviar la energía de las funciones necesarias a medio o largo plazo, hacia actividades de cuya rápida respuesta puede depender incluso la vida. Es lo que se llama un acto reflejo de supervivencia. En determinadas circunstancias la lentitud de respuesta a cualquier peligro puede costar la vida, ¡por muy bueno que sea el sistema inmunológico!. Es pues de agradecer que, en esos supuestos, el organismo desvíe esa energía en ofrecer una agilidad que permita alejar ese peligro inminente, aún a costa de perder reservas inmunológicas a futuro. Es en ese momento cuando se vislumbra el costo de esa salvación momentánea, ya que se detecta una notable bajada de las defensas del organismo.

Otra cosa importante que han detectado los estudiosos del tema, es que esta respuesta al estrés no es algo que pueda ponerse en práctica a voluntad, sino que es una característica heredada de los ancestros. Un mecanismo que no se puede controlar, algo que está ahí pero no para todos en la misma proporción. Ante un mismo peligro, un individuo tiene un mejor reflejo y salva la vida, mientras otros son atropellados por un camión sin reacción alguna, sin percatarse de lo que se les venía encima o sin capacidad de reacción. 
Claro que, como he explicado anteriormente, ese reflejo paga también el peaje de una vida más corta. ¿Sabían que los que duermen más, viven más años?. 
En fin, por si todavía no se habían dado cuenta, les estaba contando la capacidad de respuesta de las libélulas a determinados peligros. Unos bichitos muy espabilados y de vista excelente...

RAFAEL FABREGAT

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